De la edición independiente a la gran vidriera literaria
Son escritores, de la misma generación y apasionados por la literatura. Solange Camauër, Fabián Casas, y Pablo Melicchio disfrutan la posibilidad de llegar a un público masivo con la aparición de sus libros en las editoriales más grandes del país, después de haber publicado en editoriales independientes o de haber gestionado sus propias ediciones.
LA NACION los convocó para saber cómo viven el salto al gran mercado. Hablaron de talento, perseverancia, cierta cuota de suerte, de que todo escritor quiere que lo lean y de la incorporación de problemas sociales a sus relatos.
"Publico desde los 90 poesía y relatos en editoriales independientes. En Planeta me dijeron de publicar algo. Me preocupaba que hubiera alguna presión para ir a eventos a firmar libros, por ejemplo, lo cual no me interesa. Pusimos por contrato lo que no quería hacer y está todo bien. Lo que me interesa de publicar en una editorial grande es que llegás a más gente", dijo Casas, de 41 años, que este año publicará Ensayos Bonsai en Emecé (Planeta).
Camauër, de 41 años, que en 2005 publicó su última novela, El hijo , en Alfaguara, explicó: " Había publicado cuentos en diarios y revistas y editado un libro con unos amigos. Tuve suerte de que gustaran mis novelas y las publicaran editoriales grandes".
El recorrido de Melicchio, de 37 años, quien este año publicará su primera novela, El ladrón de libros , en Sudamericana, es diferente. "No tuve el camino de lo independiente y un poco asustan estas grandes editoriales que ponen de pronto 3000 libros a la vida, cuando tenía mis textos tirados en un baúl", comentó.
Lectores voraces, se nutren de un sinfín de autores pero no se sienten parte de una corriente literaria y rechazan los encasillamientos.
-¿Es muy importante la suerte para publicar en una editorial grande?
Camauër: -Antes que la suerte está el trabajo, porque cuando lo que llamamos suerte o encuentro se produce tenés que responder con algo.
Melicchio: -Es importante el talento, la perseverancia y tener algo para responder. Pero también a mí me podrían haber dicho que no leían mi libro y se cerraba la posibilidad. Algo ahí se jugó más allá de uno.
Camauër: -Hay que tener en cuenta que en las editoriales hay personas a las que les interesa la literatura. Si bien tienen que pensar en el mercado porque están en grandes empresas, las grandes empresas también dan buenas sorpresas.
Casas: -Sí, uno no habla con la gran editorial, sino con personas.
-¿Piensan en el lector como horizonte a la hora de escribir?
Camauër: -El lector está prefigurado desde el principio, pero no tiene una cara precisa. Sería mortal en mi caso tratar de complacer a alguien en particular al escribir. Pero uno escribe para ser leído, sino no tendría demasiado sentido.
Melicchio: -Primero me considero lector y entonces a la hora de escribir también me pienso como tal. Fantaseo con la lectura del lector.
Casas: -La literatura para mí es algo colectivo en tanto no escribís vos solo, escribís con los autores muertos, con los vivos, con la gente que te corrige.
-¿Hacen ingresar en sus textos elementos de la realidad, como personajes o situaciones?
Melicchio: -Mi novela es sobre el robo de libros y, si bien es una ficción, es el encuentro real, después de 8 años, con un chico que yo atendí como psicólogo. El entró a un instituto de menores por robar libros para sobrevivir, aunque también los leía. Lo encontré después de muchos años y seguía haciendo lo mismo. Me senté con el pibe y me contó lo que había atravesado, incluso luego de salir de la cárcel. Ahí se me armó la metáfora de la novela que trata también sobre la vulnerabilidad social de los jóvenes.
Camauër: -En mi novela Amores velados la protagonista es una fotógrafa y la contracara es una mujer que vive en la calle, a quien conocí trabajando en Caritas, y es el personaje más querido para mí.
-¿La literatura transforma esa realidad?
Casas: -No hay ninguna duda de que la literatura es una forma de conocimiento para uno y que opera sobre la realidad.
Camauër: -La experiencia directa tiene una cosa irreflexiva, mientras que la palabra coloca un manto de tiempo que permite pensar. Pero me gustaría revindicar a la literatura como algo suave y de compañía. Hay muy buenas historias que no son denuncia, ni iluminación, ni vanguardia.
Melicchio: -Sí, a veces uno cree que la buena literatura es una historia muy impactante y los orientales, por ejemplo, te enseñan que la poesía puede ser lo sencillo, algo simple.
Casas: - Estoy acostumbrado a escuchar dentro del ambiente literario sobre guerras entre escritores, que me parecen estupideces. Está bueno lo que dice Solange porque hace poco hubo mucha polémica entre escritores sobre qué es la literatura de izquierda; otros hablan de "infraliteratura" o "hiperliteratura", que son parcelaciones. En realidad, el lugar más alucinante para pensar la literatura es la Guerras de las Galaxias , donde hay un tipo con cabeza de pescado, una mujer con tres tetas, es decir, un lugar donde se cruza todo.
-¿Qué piensan del fenómeno de los blogs, que está de moda, incluso entre los escritores?
Camauër: -Me interesa pensar cómo estos soportes pueden tomarse como recursos literarios nuevos. Así como en algún momento hubo fluir de la conciencia. Pero a mí los blogs me aburrieron.
Melicchio: -No me interesa, no me nutre, tengo resistencia.
Casas: -El soporte no es ni bueno ni malo, el problema es lo que se hace con él. Yo quiero el libro, me gusta el libro, tocarlo, mirarlo. Incluso, me cansa mucho leer en la computadora. El otro día estaba en el subte y había un tipo que estaba leyendo y pensaba "hagan silencio".
Camauër: -Respétenlo.
Casas: -Sí, pensaba que ese tipo sostenía toda la civilización al estar leyendo en un subte repleto. No me importa cuál era el texto, sino que leía un libro. El tipo estaba en otro tiempo; la lectura te posiciona en un tiempo mítico.
Nuevas voces
Solange Camauër
- Nació en Buenos Aires en 1965. Es licenciada en Filosofía de la UBA. Publicó Las delicias del jardín (Sudamericana, 1999) y Amores velados (Alfaguara, 2004), además de El hijo . Coordina el espacio cultural de la asociación civil Diagonal, que trabaja con gente desocupada.
Fabián Casas
- Nació en Boedo en 1965. Estudió filosofía y es periodista. Publicó poesía - El salmón (Tierra Firme, 1996), El Spleen de Boedo (Vox, 2003)- y relatos - Los Lemmings y otros (2005)y la reedición de Ocio (2006) en Santiago Arcos-. Miembro fundador de la editorial Eloísa Cartonera.
Pablo Melicchio
- Nació en Buenos Aires en 1969. Vive en Castelar. Es psicólogo de la UBA. Su trabajo inicial se centró en jóvenes en riesgo social. Publicó libros en colaboración sobre violencia escolar. Forma parte de un grupo de escritores de Haiku. Este año Sudamericana publicará El ladrón de libros .