Narrativa argentina. Debacle de un hombre solo
Lejos del mundo futurista de la trilogía con que se dio a conocer, Oliverio Coelho presenta en Ida una rara historia urbana en que la lengua cumple un papel preponderante
Ida
Por Oliverio Coelho
Norma/159 Páginas/$ 32
Algunas obras incluyen un retrato de sí mismas en su propia trama; es el caso de Ida , novela de Oliverio Coelho que pone en boca del personaje de Octavio, un escritor disperso amigo del protagonista, la expresión de deseo para un futuro libro: "Colorear la debacle de un hombre solo, sin explicarla, sin caer en el moralismo del escritor existencialista". Nada más justo que la palabra "colorear" para definir con precisión gran parte de las ambiciones narrativas de esta novela: explorar las palabras para someter a un constante proceso de expansión semántica y extrañamiento estético cada una de las experiencias fragmentarias del protagonista, Eneas Morosi, quien vive la supuesta debacle del hombre solo. Especie de viajero que emprende un vagabundeo por la ciudad, tras ser abandonado por su novia (y allí se detienen las posibles conexiones con el héroe mítico), Eneas Morosi es, en efecto, un moroso, un demorado y pasivo ser sin trabajo ni compañía que, a pesar de no vivir ninguna real aventura en ese periplo, ni casi ninguna experiencia memorable, aparece representado por un lenguaje que sorprende, a cada paso, por su originalidad, por su nada "moroso" trabajo con los registros y formas del lenguaje.
La primera página de Ida (cuyo título alude, a la vez, a una fase del viaje y al monte donde nació el héroe de la Eneida ) es, por cierto, impecable. La adjetivación inesperada, las metáforas y metonimias, la atribución desfasada de los verbos a las acciones, el manejo del foco, producen un innegable impacto estético, la sutil torsión verbal del ambiente y los objetos, a pesar de que lo que se representa allí son escenas posibles en la realidad, cotidianas, comunes. Lejos del mundo fantástico y "futurista" de su trilogía anterior, compuesta por Los invertebrables (2003), Borneo (2004) y Promesas naturales (2006), hay en Ida , con todo, un resabio de esos libros en el estilo, en las formas de la escritura, formas que logran transmitir un clima para la trama y un tono para la voz narradora desde los primeros párrafos. Sin embargo, a medida que la historia de Eneas Morosi avanza -sus días con Lucía, la ruptura amorosa, sus rutinas escatológicas, su deambular urbano, sus reflexiones y anotaciones "literarias"- se va haciendo patente el desacomodo entre el lucimiento de una prosa, que no perdona acontecimiento sin "colorear", y la flaccidez de una historia -o si se quiere, de una experiencia- que no dice mucho.
En este sentido, la novela parece seguir una kinesis de videojuego: ante cada escena de la vida de Morosi (mirarse en el espejo del baño, andar en bicicleta, masturbarse), la escritura dispara una artillería de recursos que desviste al objeto de todo lugar común y lo cubre con procedimientos sorprendentes, pero es justamente en ese chispazo formal que se agota la intensidad de la narración. Tras las figuras, poco queda, apenas la apuesta constante por la levedad de una historia que pareciera querer ser, solamente, el vagar de la no experiencia, el anodino transcurrir de un personaje sin pasado ni futuro, porque su línea de tiempo se presenta como una neutral constante. Es curioso, de hecho, que los episodios que podrían agregar más cuerpo a la historia jamás sean concretados por Morosi, y por ende tampoco sean abordados por la narración, entre ellos, la frustrada visita al boliche swinger o el nunca iniciado contacto con una chica oriental.
La propuesta de lectura de Ida podría ser la de la entrega impresionista a los virtuosismos de la escritura, a la sonoridad y voluptuosidad de un estilo que logra desplegarse, por cierto, mucho más allá de los límites que enmarcan el despliegue argumental. Más significativa en lo fragmentario que en el conjunto, y casi militante de una experimentación lingüística que aleje a la escritura del hábito fácil, Ida es una novela en la que el abandono y el duelo amoroso marcan las postas temáticas de las "derivas" narrativas que jugarán su propio juego.
lanacionar