Distancias
Ya nos inundan; probablemente lo hagan cada vez más. Imágenes de esplendor, despliegue urbanístico, osadía técnica y, sin solución de continuidad, parte del brillo y de ese espectáculo por cierto deslumbrante, mujeres tapadas de pies a cabeza. Mujeres que están ahí, por lo visto autorizadas a ser parte de la fiesta. Pero en rigurosa abstinencia de colores, osadía y brillo en lo que hace a sus propios cuerpos. La distancia cultural es enorme; las sensibilidades religiosas, insondables y dignas de respeto: habrá que imponerse el estricto ejercicio de no ceder ni al orgullo obcecado –ciertas certezas que tan mortíferas pueden volverse a veces– ni a la confusión entre relativismo y simple cinismo, blanda negación. Más que imaginar qué andarán diciendo estas tres visitantes de un complejo de entretenimiento en Riyahd, habrá que afinar el oído y escucharlas. A ellas y a tantas otras.