Dominio público en la Argentina. ¿Qué autores quedan libres de derechos en 2022?
Del escritor francés André Gide a nuestros Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo, las obras de estos artistas podrá ser compartidas de manera libre
Desde el 1º de enero, las obras de los autores fallecidos en 1951 pasaron a dominio público en el país. Esto incluye libros escritos por el escritor francés André Gide y su colega austriaco Hermann Broch, los filósofos Ludwig Wittgenstein, Alain (seudónimo de Émile-Auguste Chartier) y Anna Tumarkin, los escritores Benito Lynch y Sara Felisa García y Onrubia, el esotérico René Guénon y la anarcofeminista Etta Federn, Sinclair Lewis (Nobel de Literatura 1930), Algernon Blackwood (autor de grandes relatos de fantasmas) e Isabel C. Clarke, el ruso Andréi Platónov y el iraní Sadeq Hedayat, los poetas Pedro Salinas y Ľudmila Podjavorinská y “nuestros” Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo, guionistas de la edad de oro del cine nacional y autores de inmortales letras de tango.
Happy New Year!#Wittgenstein's works just entered the Public Domain—and they are now available on the LWP's website in the original language and in translation. Have a look at the "All texts" page here: https://t.co/ujwm0n7arY#LWP #publicdomain #creativecommons pic.twitter.com/9JrXqPxGyS
— Ludwig Wittgenstein Project (@lwittproj) January 1, 2022
Es decir que desde ahora y a menor costo los editores locales podrán reeditar Los monederos falsos y Si la semilla no muere, de Gide; Investigaciones filosóficas y el célebre (acaso por ininteligible) Tractactus logico-philosophicus, del británico Wittgenstein. También podrán adentrarse en las desconocidas obras del iraní Hedayat o la eslovaca Podjavorinská. Las novelas de García y Onrubia -tituladas Alma sola y Pasa una mujer- podrán ser “rescatadas” del olvido, así como también Los caranchos de la Florida y De los campos porteños, de Lynch. Y, por supuesto, las grandes novelas del vienés Broch, como la trilogía Los sonámbulos y La muerte de Virgilio, podrán ser traducidas y publicadas en suelo patrio.
En la Argentina las obras entran en dominio público 70 años después de la muerte de sus autores. No obstante, cuando expira el derecho de autor, en el país se activa el dominio público pagante, un ingenioso gravamen que el Estado cobra a las editoriales para destinar al Fondo Nacional de las Artes (FNA), que utiliza ese dinero en becas y premios. Se paga un porcentaje diferente según se trate de un libro para chicos o si el título es de un autor nacional o extranjero. Varios responsables de editoriales protestan por la “elasticidad” de los criterios que se aplican para cobrarlo: por ejemplo, en 2021, no hubo consideración en cobrar intereses punitorios a los sellos que, a causa de las restricciones sanitarias, se retrasaron en el pago del impuesto en el pandémico 2020.
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