Dos maestros de la sugestión y el sarcasmo
En el Centro Cultural Recoleta, Ricardo Garabito y Luis Scafati exponen imágenes en las que la ambigüedad sensual y la provocación del primero contrastan con la ironía austera y la mordacidad del segundo.
RICARDO GARABITO (que nació en Trenque Lauquen en 1930 y realizó su primera muestra individual en 1963) es uno de los artistas argentinos más interesantes y menos ostentosos. Tal vez por eso no se prodiga y sólo de tanto en tanto es posible ver sus trabajos. Tal vez por eso también, su nombradía tiene una difusión limitada al núcleo de artistas, coleccionistas, galeristas y críticos, entre quienes goza de merecido respeto. De ahí, el propósito de estimular a quienes aún no conocen su obra para que visiten la exposición que ocupa la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Allí, Garabito despliega un conjunto de pinturas y esculturas realizadas en los últimos diez años, que dan buena cuenta de su acción.
Una actitud aparentemente objetiva parece presidir los temas pero, tanto en la elección de los modelos y el armado de las escenas, como en el clima que logra con el toque del pincel, está presente la espiritualidad de Garabito. El artista pinta con maestría, de un modo que logra hacer natural y claro lo esotérico; su objetivo es conmover al observador con delicadeza para que la intensidad de lo que se le revela no lo sobresalte. Contiene la emoción para que ésta no interfiera con el mensaje que desea transmitir.
Balde amarillo..., de Garabito
Garabito exalta la sexualidad, sin herir ni censurar, y la descubre tanto en los hombres y en las mujeres como en las formas de las cosas: jarros, baldes, botellas, naranjas, membrillos, manzanas. Todos esos seres y objetos cobran en sus manos una vida y una intención que trascienden la apariencia. El artista emplea un lenguaje sugestivo que descubre la ambigüedad de ciertas naturalezas.
Una última observación: por un lado, están las referencias a lo cotidiano centradas en personas, frutos u objetos; por otro, las referencias al mundo de los sueños, relacionadas con la sexualidad. En general, Garabito elige la pintura cuando interpreta la realidad más inmediata; en ese caso, no pierde de vista la noción del conjunto y los protagonistas de sus escenas aparecen en una situación social. Recurre a la escultura, en cambio, cuando crea vegetales imaginarios de aspecto sensual y provocativo; entonces recorta las formas para dar más intensidad a lo que le dicta la fantasía.
Un extraordinario dibujante
En un espacio contiguo al que ocupa la muestra de Garabito, expone Luis Scafati (Mendoza, 1947), artista de sólidos antecedentes que se destaca como dibujante.
Su acción es reconocida particularmente en el campo de la ilustración. El hombre ilustrado, Fahrenheit 451, Fantasmas de lo nuevo, de Bradbury, y La metamorfosis, de Kafka, son algunos de los textos que enriqueció con sus imágenes.
Por lo demás, numerosos diarios y revistas de nuestro país y de Uruguay, España, Italia, Francia y Estados Unidos publicaron sus dibujos.
Scafati suele inspirarse en la literatura, pero también pone sus recursos de artista gráfico al servicio de la propia imaginación. Muchos de los trabajos que expone muestran la independencia de su espíritu travieso y de su sensibilidad. El centro de todas sus obras es el hombre.
Carritos, de Scafati
La mordacidad, la ironía y el sarcasmo presiden la obra de Scafati, un virtuoso que se interesa por la calidad formal de sus concepciones. El artista logra imágenes de fuerte contenido crítico, en algunos casos, mediante la integración de unidades significativas contradictorias, como en Carritos, una imagen de factura impecable, realizada con un procedimiento mixto, en la que se muestran dos situaciones opuestas.
Scafati transmite sus ideas con un estilo enérgico, que acentúa la agilidad del trazo y el movimiento visual de las escenas. Busca y encuentra las soluciones gráficas que tornan plásticamente atractivos sus conceptos.