Crónicas de la selva. Dos versiones de la Argentina
La remake de un clásico del cine nacional invita a plantearse interesantes preguntas; un soplo de glamour parisiense en la televisión por cable
Lunes 15, a las 20, en el cine de la Asociación de amigos del museo nacional de Bellas artes.
La semana empezó con dos avant-premières, el mismo día y a la misma hora, de la misma película: La patota, el film de Santiago Mitre con Dolores Fonzi en el papel protagónico. La producción de Mitre está inspirada en la película homónima de Daniel Tinayre, de 1961, cuya estrella era Mirtha Legrand. El preestreno oficial se realizó en el shopping Dot, con la presencia de Legrand y Fonzi, las dos actrices que encarnaron a Paulina, el personaje creado por Tinayre y Borras, ahora "intervenido" por Mitre. El otro preestreno se hizo en el auditorio Nelly Arrieta de la Asociación de Amigos del MNBA: el público estaba compuesto por socios de la entidad, críticos y coleccionistas.
La película de Mitre cuenta la historia de una abogada, hija de un juez (Oscar Martínez) que decide dejar una promisoria carrera de abogada para enseñar derechos humanos en un colegio rural de Misiones frecuentado por una población marginal. Una noche, un grupo de muchachos, alumnos suyos, la violan. Paulina resuelve no revelar la identidad de sus violadores, a pesar de que la conoce, y además decide no interrumpir su embarazo.
El lunes, cuando terminó la proyección, fue interesante escuchar, al pasar, los comentarios de quienes colmaron la segunda sala. La mayoría de los espectadores discutía las elecciones de la protagonista. Las opiniones eran muy variadas y hasta extremas. Una señora dijo: "Pareciera que no denuncia a esos hombres y que va a tener el hijo casi por capricho".
Hay muchas diferencias entre el film de Tinayre y el de Mitre, pero también muchas y sutiles semejanzas. Tinayre ubicó el drama en los suburbios de Buenos Aires, en un colegio nocturno muy humilde. Mirtha es una profesora de filosofía, que enseña psicología. Su vestuario, como señalan los créditos, lo realizó Vanyna de War, una gran modista de haute couture de las décadas de 1950 a 1970. Su padre es el severísimo José Cibrián. En la versión de Mitre, Dolores se interna en la Misiones profunda y da clases de formación política y derechos humanos. El alumnado está integrado, entre otros, por jóvenes indígenas. Dolores está vestida con un jean, una remera y zapatillas.
En la película de Tinayre, la fe y la religión católica, en su forma más generosa personificada por Mirtha, impregnan el comportamiento y los diálogos de los personajes. Aunque también aparece el catolicismo "cerrado" representado por la rectora del colegio, Milagros de la Vega, que echa a la profesora embarazada.
Santiago Mitre y su libretista, Mariano Llinás, reemplazaron los argumentos y los debates de la religión tradicional por los de la nueva fe laica: los derechos humanos. La discusión inicial entre padre e hija, ocho largos minutos de plano secuencia, tiene como eje ese tipo de discurso.
Al comienzo de sus clases, Mirtha les dirige a sus alumnos algunas preguntas elementales de psicología que ellos apenas si atinan a responder. Algo parecido hace Fonzi. Por ejemplo, pregunta cuál es el sistema político que rige en la Argentina. Silencio. "¿Monarquía?", sugiere. Un alumno responde: "Democracia".
Mitre dijo haber visto una sola vez el film de Tinayre. Es, por supuesto, un fino espectador que detectó en esa única vez las situaciones esenciales. Mirtha tiene, por ejemplo, un diálogo a solas con su violador, Alberto Argibay. Busca salvarlo de un futuro de mediocridad llevada por un impulso redentor. Fonzi también enfrenta a Ciro, su enigmático y silencioso violador. En este caso, más que las palabras cuenta el duelo de miradas. Ciro permanece casi imperturbable.
Los violadores son torturados para que confiesen en la versión de Mitre. Fonzi dice no reconocerlos. Verlos golpeados le confirma hasta qué punto son marginales y víctimas. Mirtha, en cambio, no interpone razones sociales para compadecerlos y perdonarlos. Dice simplemente: "Creo que, en el fondo, no hay maldad en ellos".
La palabra "aborto" jamás es pronunciada en el film de Tinayre, pero el padre y el novio de Paulina-Mirtha sugieren esa solución con eufemismos. Ella rechaza esa posibilidad. Por cierto, un accidente hace que la desdichada profesora pierda el embarazo. Habría sido casi una herejía para el público de la época que Mirtha, tan luego Mirtha, se convirtiera en madre soltera con un hijo fruto de una violación. En cambio, Fonzi puede tener su hijo, si se le antoja, sin que los espectadores se escandalicen. Éstos, la noche del preestreno, la consideraron caprichosa, demente, mártir o falsa heroína, pero sin escándalo.
En la versión Mitre, hay un diálogo fundamental entre Paulina y su padre. Ese diálogo, en esos términos, habría sido impensable en la versión Tinayre. Oscar Martínez le pregunta a Fonzi si, de haber sido violada por su novio después de una borrachera, habría elegido abortar. Ella le responde que sí. ¿Huellas de clasismo y paternalismo en un alma bella?
Ver La patota de Tinayre en YouTube y la de Mitre es una experiencia interesante para discriminar los cambios verdaderos y los aparentes en la Argentina del último medio siglo.
Una recomendación: por cable, pasan un video de la exposición dedicada al diseñador Jean-Paul Gaultier en el Grand Palais. Pude visitar esa muestra hace dos semanas en París: el despliegue de imaginación, artesanía y delirio deja impresionado. Pero lo más deslumbrante es la mise-en-scène. En la segunda sala, ocupada por modelos de inspiración marina (sirenas y marineros) y religiosa (una serie de madonne con aureolas y relicarios), Gaultier utilizó asombrosos maniquíes que, a primera vista, parecían modelos vivos: parpadeaban, guiñaban los ojos a los visitantes, les dirigían la palabra y sonreían. El efecto alucinatorio era perfecto. Al entrar, uno creía que eran mannequins vivants. Las cabezas no tenían caras o más bien no tenían rasgos. Sobre la superficie de lo que debía ser el rostro, se proyectaban continuamente las caras de las modelos que habían pasado esos mismos vestidos en los desfiles. Así se lograba el espejismo. Uno de esos maniquíes reproducía el cuerpo y la cara de Jean-Paul Gaultier que dirigía un discurso non-stop de bienvenida al público, grabado por supuesto. Todo era una ilustración perfecta de La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares. C
Miércoles 17 de diciembre, a las 17.30 Centro Cultural Ricardo Rojas
El rector de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Barbieri, hizo entrega hace una semana de los premios UBA a la divulgación de contenidos educativos en medios periodísticos nacionales durante 2014. Los galardonados fueron muchos, por lo que el auditorio del Rojas estaba colmado. Además, fue premiada Magdalena Ruiz Guiñazú por su trayectoria periodística. No sólo se la distinguió por su trabajo, sino también por su integridad condario, me puse a trabajar. Mis hermanos varones fueron a la universidad porque eran hombres; en esa época, no era tan común que las mujeres cursáramos carreras terciarias. Como no podía estar sin hacer nada, resolví trabajar y elegí el que, para mí, es el mejor trabajo del mundo: el periodismo. Y hoy estoy aquí, premiada por una universidad. Es casi un sueño."
Viernes 19de diciembre, a las 20Colegio Público de Abogados Un documental para no perdérselo. En el ciclo de preestrenos de cine argentino, organizado por Paraná Sendrós, se proyectó Ciudadano Piria, de Gustavo Leonel Mendoza. En él, se narra la historia de Francisco Piria, el fundador de Piriápolis, la ciudad balnearia del Urugu
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Su versión de Paulina en La patota, estaba impregnada de religión católica en su forma más generosa
Mirtha Legrand, actriz
El comportamiento de su personaje en el film de Santiago Mitre despertó reacciones diversas Dolores Fonzi, actriz
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