El año cultural tuvo signos positivos
Pese a la difícil situación, el público se volcó generosamente hacia muestras, ferias, museos, cines, teatros y talleres culturales
A contrapelo de la crisis económica y financiera que sin pausa se profundizó en nuestro país a lo largo del año, el balance en el escenario cultural es altamente positivo.
La inauguración del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), que nació en medio de encendidas polémicas con los vecinos y ahora se insinúa como un polo cultural fundamental, fue un voto de confianza a la cultura y al país, y abrió la dimensión de lo posible en una Argentina incierta y angustiada.
Otros rasgos positivos de un año culturalmente activo fueron la multiplicación de muestras, ferias y exposiciones de gran calidad que atrajeron a miles de personas, el mayor acceso de un público masivo al cine (fue un éxito la iniciativa "Cine por dos pesos"), la música, el teatro, las artes plásticas y los talleres culturales, la creación de un circuito de museos, y el desarrollo de programas (como "La historia en su lugar") desde el concepto de turismo cultural.
Hubo también fracasos notables en la política oficial. La V Semana del Libro "Leer es una fiesta" y el programa "Vamos a leer", impulsados por la Cámara Argentina del Libro y por la Secretaría de Cultura de la Nación, entonces a cargo del ex funcionario radical Darío Lopérfido, no lograron atraer al público.
La oferta audiovisual
La gente se mostró este año más entusiasmada por la oferta audiovisual que por la lectura. Pruebas al canto: en abril último la Feria del Libro tuvo, por primera vez, acceso gratuito. El público aumentó, pero las ventas cayeron. Sin embargo, el nacimiento de LiterAr, la asociación civil creada por las editoriales Alfaguara, Sudamericana, Planeta, Norma, Adriana Hidalgo y el agente literario Guillermo Schavelzon para difundir la literatura argentina, marcó un punto de partida para una acción prometedora.
La industria editorial alcanzó uno de sus sueños más preciados: la sanción de la ley del libro, cuya aplicación, sin embargo, no se tradujo todavía en una rebaja de los precios de los ejemplares. También fue aprobada la ley de mecenazgo, fuertemente cuestionada por sectores del mundo del arte y empresarios. En virtud de las críticas recibidas, esta norma podría ser revisada en los próximos meses.
Las muestras plásticas se llevaron, este año, las palmas de la concurrencia masiva.
Se lucieron ArteBA, con una exitosa presencia de galeristas nacionales y foráneos, y la Fundación Proa, con la exposición de Diego Rivera, auspiciada por la activa Embajada de México, y la de Solomon LeWitt, entre otras.
También estuvo en el candelero el Centro Cultural Recoleta, con su difusión de artistas contemporáneos, la muestra sobre "La vanguardia rusa", y sus celebrados 20 años. El Festival Internacional de Teatro, que trajo artistas y obras destacadas en el mundo, fue otro hito destacado.
El Centro Cultural Borges, que tiene sus salas en las Galerías Pacífico, convocó a miles de visitantes con "Los monstruos", de Antonio Berni, y la exposición de Antoni Töpies, entre otras muestras que tuvieron repercusión. Albergó, además, la feria Expotrastiendas, que acercó las ofertas de las galerías de arte al público.
El Museo Nacional de Bellas Artes fue sede de una exposición muy aplaudida, "De Picasso a Barceló", que trajo por primera vez obras del prestigioso Museo de Arte Reina Sofía, de Madrid. Y fue, además, una de las cuatro sedes que tuvo la megamuestra "Brasil + 500 años", que exhibió toda la diversidad del arte del vecino país junto con el Recoleta, Proa y el Museo Nacional de Arte Decorativo. Marcó también el ritmo de público masivo con la exposición de obras del escultor Rodin, entre otras que atrajeron a jóvenes y adultos.
El Palais de Glace tuvo su protagonismo con la muestra sobre la inmigración italiana, "El tesoro de la memoria", y el homenaje a Enrique Santos Discépolo.
En plena crisis, el arte argentino satisfizo las expectativas de los coleccionistas y hubo remates singulares. En Costa Salguero, al margen del circuito de los galeristas, ProArte acortó la distancia entre el público y los artistas. En otra apuesta destacable abrieron las galerías Arguibel y Maman.
Este año continuó la tendencia de las muestras solidarias en los museos. Los de Buenos Aires exhibieron con orgullo las cifras que marcan un crecimiento en los visitantes. La muestra de Arte Popular Mexicano, en el Museo Fernández Blanco, continuará en enero de 2002.
Fue un año harto difícil para el mercado de los medios, incorporados en la producción y difusión cultural. Los dramáticos datos salientes fueron, por un lado, la caída en el consumo y la publicidad, y, por otro, una seguidilla de convocatorias de acreedores presentadas por importantes compañías de gráfica, TV y radio.
Malraux, Naipaul, Amado
Este 2001 en retirada fue un año de centenarios notables. Como el del francés André Malraux, autor de la monumental obra "La condición humana"; el de Giuseppe Verdi, homenajeado con una exposición en Proa, y el de Walt Disney, celebrado en todo el mundo.
El escritor británico V. S. Naipaul, un crítico observador del peronismo, ganó el Premio Nobel de Literatura y el español Francisco Umbral se alzó con el Premio Cervantes. Sobre el final del año le fue otorgado al colombiano Alvaro Mutis, que lo recibirá en abril de 2002.
Hubo, además, dos adioses conmovidos. Brasil lloró a su mayor intérprete, el escritor Jorge Amado, autor de "Doña Flor y sus dos maridos", muerto a los 88 años, e Italia despidió con pesar al periodista e historiador Indro Montanelli, fallecido a los 92.
En estos 12 meses que vivimos en peligro de default, el arte y el gran público sellaron una alianza. Y si los hados de la cultura y el pensamiento protegen a la Argentina, en 2002 podremos disfrutar, sólo para empezar, una muestra sobre Frida Kahlo y Diego Rivera, en el Malba; una exposición sobre Rembrandt, en el Museo Nacional de Bellas Artes; una Feria del Libro con visitantes de prestigio, y otras presencias de lujo -Paul Auster, Antonio Tabucchi o Michel Houllebecq- también en el Malba.
No es poco para un país que, en palabras de Charles Bukowski, parece atrapado en un destino singular.