"El cacerolazo tiene un origen de derecha y es un arma de doble filo"
El ensayista tomó distancia de las protestas espontáneas que motivaron la caída de De la Rúa
"A mí me preocupa este estallido social que pone alegre a mucha gente."
Así, al analizar la profunda crisis que vive el país, el ensayista Juan José Sebreli tomó distancia de la reacción de la gente, que en actitud espontánea y con cacerolas salió a la calle para expresar su descontento con quienes conducen el país.
En una entrevista con LA NACION, el autor de "Buenos Aires, vida cotidiana y alienación" consideró que "atacar a la clase política en su totalidad es altamente preocupante y peligroso" y lamentó que los acontecimientos hayan instaurado nuevamente la inestabilidad política en el país.
Advirtió, además, sobre los riesgos de que la severa crisis derive en el acceso al poder de un personaje demagógico y autoritario, identificado más con los sectores de derecha que de izquierda, al estilo del venezolano Hugo Chávez.
Sebreli se mostró convencido de que "el gobierno actual es tan ilegítimo como el de José María Guido -que asumió en 1962, tras la caída de Arturo Frondizi-, por más que se hayan preservado ciertas normas constitucionales". Y estimó poco feliz que "la designación del Presidente haya surgido de la institución más desprestigiada que existe hoy en el país, el Senado, famosa por su corrupción e ineficiencia".
Sebreli distinguió tres movilizaciones distintas en el reciente estallido social.
- La de la mañana, en los suburbios, con los saqueos de los comercios, protagonizada por gente de clase baja, marginales. "Hubo una manipulación evidente de dirigentes sindicales asociados con gobernadores de provincia apurados. Coinciden puros delincuentes con verdaderos hambrientos."
- La de la noche, con el cacerolazo. "La composición social es distinta: clase media y alta, con sus depósitos congelados."
- La de la madrugada y todo el día siguiente. "Coincidieron grupos organizados de extrema izquierda (Quebracho, Hijos) con otros de extrema derecha (identificados con Seineldín) y jóvenes que se creyeron que estaban en Mayo del ´68. Había gente que actuaba para la cámara, con gestos y actitudes estéticas preparados."
"Lo único que los unía a todos era tirar abajo el gobierno y el ataque a todo el sistema político. Es explicable: el gobierno fue malo, cometió todo tipo de errores y la clase política es ineficiente y despreocupada de los intereses de la sociedad", reflexionó.
-¿Qué salida había con el desgaste del gobierno de De la Rúa?
-La misma que ahora: una asamblea legislativa que proclame un gobierno de coalición. El acuerdo que De la Rúa tardó en decidir debería hacerse ahora. Son malos todos los partidos, pero son con lo único que podemos actuar. El sistema democrático se basa en partidos, no en corporaciones.
-¿Cómo evalúa lo que ocurrió?
-Lo que pasó fue un un golpe cívico con estallido social. Perdimos la estabilidad política y no ganamos nada. Los problemas económicos son exactamente los mismos, pero ahora deben resolverse en una situación mucho peor. Como en todos los golpes, hay distintos factores y protagonistas: el Congreso, que saboteó permanentemente al gobierno durante los dos años; los mercados y el estallido social, que muestra signos de combinación de reacciones espontáneas con organización prefabricada.
-¿La reacción espontánea de la gente no es un hecho positivo?
-El estallido social despierta muchas simpatías y se lo exalta como un movimiento de democracia directa y espontaneidad. Pero es una mezcla de espontaneidad y de organización prefabricada. Otros estallidos sociales -el de la Semana Trágica, el 17 de Octubre, el Cordobazo- eran muy homogéneos y tenían una alternativa muy clara, aunque fueran propuestas utópicas. El último estallido fue muy heterogéneo y muestra la fragmentación de la sociedad civil.
-¿El cacerolazo es un movimiento nuevo en la Argentina?
-El cacerolazo no significa un movimiento ineludiblemente democrático. Hay que recordar la historia. ¿Dónde surge? Lo inventaron las clases media y alta chilena preparando el golpe de Pinochet, en 1973. Tienen un origen de derecha. Propiciaban el golpe contra Salvador Allende. Es un arma de doble filo.
-¿La clase media cambió? Siempre tuvo una posición más conservadora.
-La característica de la clase media es que no constituye nunca un bloque homogéneo. En la época del peronismo, un sector de la clase media era la punta de lanza del antiperonismo. Cambian los estilos. En otros tiempos era el mitin político en la plaza pública. Hoy existe el cacerolazo y mañana será otra cosa.
-¿Cómo responde la clase política a este fenómeno?
-Totalmente anonadada. El peronismo lucha exclusivamente por la toma del poder. Lo que encuentro malo es la búsqueda de chivos expiatorios. La gente se olvida de que hace seis meses Cavallo encabezaba las encuestas de mayor popularidad junto con Elisa Carrió. Eso demuestra el carácter errático de la opinión pública.
-¿En qué puede terminar la crisis?
-No se puede pronosticar qué va a pasar el lunes por los sujetos imponderables y caóticos que están en circulación.
-¿Se escucha a los intelectuales?
-No. Por empezar, intelectuales lúcidos en la Argentina hay pocos. Y los políticos en general son renuentes a seguir los consejos de los intelectuales.
-¿Qué margen de acción tiene un gobierno si cada minuto está expuesto al veredicto implacable de las cacerolas?
-Imposible. La democracia directa no se ha dado nunca. Y menos con una opinión pública que cambia todos los días. Hasta ahora yo no encuentro otra forma de gobierno que la democracia representativa. La democracia directa es un ideal que puede ser cumplido dentro de muchos años, con una cultura política y una educación cívica que hoy la sociedad no tiene.