El equilibrio, además de inestable, es difícil
En el año que casi ya se fue, surgió una saludable iniciativa que decidí destacar como algo importantísimo y que agrupó a muchas galerias jóvenes para intentar una definición más relajada del mercado. Junta abrió sus puertas durante cuatro días de noviembre, en un local amplio, con muchas propuestas accesibles, y dio cobijo a espacios nuevísimos como, por ejemplo, la Galería Inmigrante, un proyecto que desde su nombre propone un intercambio más fluido de valores culturales.
En una alegre línea que continúa la entrañable y mítica misión de Belleza y Felicidad en Almagro en los años 90, son muchos los locales que en 2012 dan asiento, y con música y algo de beber logran virar el ritmo del barrio hacia alguna latitud más disparatada. Veladas como la que sábados atrás auspiciaba Lala Ladcani en la calle Otero, con una vereda invadida de niños que hacían música con cualquier cosa que se topara en su camino. O la muestra de Toto Dirty en Isla Flotante, en donde se elevaba el andar de los visitantes con cajones de frutas conectados con tablones. "El piso es lava", anunciaba un letrero y las maderas eran una autopista precaria desde la cual se veían situaciones escultóricas como pedazos de plastilina rayados como zanahoria o líquidos enigmáticos que fermentan en una gran palangana. Un gatito minúsculo duerme debajo de una de las pasarelas. Como mecidos por una suave marea somos testigos de muestras hechas con mucho apremio y cierto descuido, como quien no quiere cerrar la puerta de la casa porque sabe que alguien está por llegar, las obras expuestas –pero más que expuestas digamos compartidas– son propuestas al juego en un sentido que recuerdan a esas grandes instalaciones de Hélio Oiticica en donde uno no puede tomar la obra como algo muy serio porque, si lo hace, no se animaría a participar virtuosamente, con el cuerpo.
Pero ¿qué significa un gatito que remolonea al lado de un montón de plastilina?
Y el equilibrio, además de inestable, es difícil. Frente a la rozagante costumbre consumista que viste a las ciudades, es vital conservarse hippie, lo más hippie posible, sosteniendo con cierto disimulo un desinterés notable por el dinero. Pero hablando de malabarismos, tampoco un artista puede abusar de ser un actor tan desgarbado de la sociedad, menos aún si quiere sostenerse, ser independiente; eso es no depender de nadie. ¿Ser profesional? ¿Armar un gremio? Cuestiones que resuenan en el paso a nivel con una campana intermitente y la sensación de que en breve el piso se sacudirá un poco.
Bordeo la avenida arbolada mientras los apurados presionan sus auriculares hacia adentro, cuando llego al puente ni me asomo, me meto. A medida que camino por la villa ensayo miradas de igual frente a los vecinos, saludo a algunos que me reconocen y llego al taller donde los chicos me reciben con abrazos larguísimos. El piso repleto de papeles y colores… Sueño en mi propia aventura, soy un artista que persevera buscando un horizonte más lindo. Pinto, escribo, doy clases, actúo, milito, trabajo apenas me queda tiempo para dormir.
Leo Estol