Actividad religiosa. El lenguaje del arte y la religión
Varias muestras de artes visuales que se exhiben en Buenos Aires en este verano revelan una vertiente religiosa, que impregna a una presencia artística de primer nivel.
En el Centro Cultural Recoleta se exponen cien obras de fray Guillermo Butler (1879-1961), monje dominico, ordenado sacerdote a los 28 años en 1907. Enviado a Italia para estudiar derecho canónico, su sensibilidad artística no pasó inadvertida. Y el regente de la casa generalicia de su orden, padre Jorge Berthier, lo autorizó a dejar el derecho y a volcarse al arte. "La Iglesia cuenta con muchos doctores -dijo-. También le hacen falta artistas. Fray Guillermo tiene vocación por la pintura, lo que también es un don de Dios. Que se traslade a Florencia con mi bendición." Y allí Butler vivió en el convento de San Marcos, extasiándose emocionado ante la pintura del Beato Angélico, entre 1909 y 1911. Este último año fue becado a París, donde alternó con las vanguardias y con artistas argentinos como Carlos Victorica y Pablo Curatella Manes.
Miembro fundador de la Academia Nacional de Bellas Artes en 1936, en Butler se hallan pinturas de tema específicamente religioso, pero también paisajes urbanos, retratos -el de Carlos Saavedra Lamas, en 1919- y numerosos paisajes rurales, que transmiten luz, paz, serenidad, con caminos y montañas en los que algunos críticos entrevén un ascenso espiritual hacia el Creador. En 1925, ganó el Premio Salón Nacional precisamente con un paisaje, cuando eran otros los temas que entonces solían premiarse.
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En el Centro Cultural Borges pueden verse 105 grabados sobre la Biblia, obra de Marc Chagall (nacido en Belarús en 1887 y fallecido en Francia, a los 97 años, en 1985). Los realizó entre 1931 y 1939. Allí están la creación del hombre, el paso del Mar Rojo, la zarza ardiente, Moisés recibiendo las Tablas de la Ley, Sansón y Dalila, Elías que sube al cielo en un carro de fuego; cada grabado con la remisión al correspondiente pasaje bíblico del Antiguo Testamento. Chagall -cuyas obras embellecen la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, la Opera de París, una sinagoga en Jerusalén y la catedral de Reims- decía: "Desde mi primera juventud, la Biblia me ha cautivado y me sigue pareciendo aún hoy la fuente poética más rica de todos los tiempos". El gran artista advierte en el mensaje bíblico proyecciones amplísimas; algo muy alejado de sentencias como la de un reciente informe de la Secretaría de Medios, que estimó una "realidad alarmante" que el libro más leído en el país fuera la Biblia.
A pocos pasos, también en el Centro Borges, una serie de litografías de Salvador Dalí, surcadas de llamativos redondeles color oro, da testimonio plástico de los Doce Apóstoles.
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