Manuscrito. El oído absoluto de Delvon Lamarr
¿Dónde, cómo y cuándo escuchamos por primera vez una canción que nos sigue acompañando? No siempre lo sabemos, pero hoy que la información y los sonidos nos llegan poco menos que por ósmosis, la radio puede servir de referencia. Escuché al Delvon Lamarr Organ Trio por primera vez, no me olvido, en Divertimento de sábado por la noche, el programa que Nicolás Pichersky tenía hasta hace poco (y lamentablemente ya no tiene) en Radio Nacional. Acababa de salir el disco Live at KEXP!, grabado en vivo en Seattle, la ciudad donde surgió el combo. No sabía de la existencia del grupo, pero la versión de “Move On Up” que anunció NP puso a vibrar el auto en el que iba con su combustión de soul y funky jazzeados. El tema sí lo conocía: era el clásico de Curtis Mayfield, pero Lamarr y sus amigos le habían dado un vuelo inesperado y original.
La secuencia no es novedosa: basta escuchar una canción en la radio y ponerse a buscar el disco al que pertenece en una plataforma para, una buena noche, años más tarde, encontrarse invirtiendo en una entrada para quedar cara a cara con el objeto del deseo; en la ocasión, el propio Delvon Lamarr Organ Trio, que se presentó hace un par de días en Buenos Aires.
"La versión de “Move On Up” del Devon Lamarr Organ Trio es pura felicidad y un tributo a la resiliencia de Curtis Mayfield"
La química de aquel Live at KEXP! era tan notoria a la primera escucha que resulta inevitable la desilusión de que a la par de Lamarr al comando de su Hammond B3 ya no figuren ni el guitarrista Jimmy James ni el baterista David McGraw. Fueron fundamentales en los inicios del trío cuando en KEXP, una radio comunitaria con estudio a la calle, los tres empezaron a precalentar sin saber que ya estaban al aire y con su groove terminaron por reunir una multitud de curiosos presenciales y virtuales. El Organ Trio, al que Lamarr considera una gran familia, adoptó la lógica de ir rotando personal. En Bebop (el local donde tocaron), se presentó con dos impecables músicos jóvenes (el guitarrista Brice Calvin y la baterista Ashley Ickes) a los que, según informó el líder agradecido, reclutó en Tik Tok.
Lamarr tiene, como heredero de Jimmy Smith o Larry Young (los virtuosos históricos del Hammond), una historia singular: sus instrumentos eran la batería y la trompeta, pero a los 22, una vez que en un gig había otro baterista disponible, preguntó si podía probar a tocar el doble teclado y la pedalera de ese órgano tan especial y ya nunca más lo dejó. Aprendió de manera autodidacta, con la guía de su oído absoluto.
Los temas son en su mayoría de composición propia (como “Concussion” o “Girly Face”, por citar dos), pero en el ámbito de la improvisación también son ley los standards, como probó la otra noche la aparición de “My Papa Was a Rolling Stone” (la canción de The Temptations) o el final con “Careless Whisper” (una versión lounge de la balada de George Michael). Los covers, sin embargo, también pueden ser una condena. Cuando, mediado el show, el organista anunció que le había llegado el turno a “Move On Up”, una melodía “que si no conocen es que nunca nos escucharon”, había en Lamarr un tono de resignación: nada quiere menos un músico que lo que todos esperan.
“Move On Up”, sin embargo, es el estandarte del trío porque representa como ninguna otra pieza aquella idea de Lamarr de que la suya es una música para sentirse bien. Aunque quizá también lo sea porque de manera tácita homenajea al propio Curtis Mayfield y su destino trágico. En los años noventa, durante un concierto, al músico soul le cayó encima parte de la iluminación. El accidente lo dejó paralizado del cuello hasta los pies. A pesar de todo, ideó la manera de seguir cantando y grabando (¡recostado en posición horizontal!). La letra de “Move On Up”, muy anterior a esa desgracia, habla de seguir perseverando contra todos los obstáculos. La versión de Lamarr es pura música, carece de palabras, pero su felicidad es también –lo sepa o no– un tributo a aquella resiliencia.
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