El Paraíso de Mujica Lainez
A 20 años de la muerte del célebre escritor argentino, el presidente de la fundación que lleva el nombre del novelista, Eduardo Arnau, la actriz China Zorrilla y el director cinematográfico Oscar Barney Finn evocan el hogar donde el autor de "Bomarzo" pasó sus últimos años
Dicen que una casa es el reflejo del espíritu de quien la habita. El Paraíso, la última morada del escritor argentino Manuel Mujica Lainez, parece cumplir estrictamente con este saber popular. Según relataron varios allegados del periodista de LA NACION, el predio de Cruz Chica, en plena sierras cordobesas, atesora objetos que perfilan la personalidad curiosa y mágica del novelista, y permiten, a 20 años de su muerte, percibir su presencia en cada rincón de la vieja casona.
Pinturas de Soldi, Victorica, Basaldúa y Miguel Ocampo; manuscritos de Rubén Darío, García Lorca y Proust; muebles de campaña que pertenecieron a José de San Martín; caricaturas y piezas arqueológicas de la época precolombina, son algunos de los componentes de la colección de Manucho, que su mujer, Ana de Alvear, legó junto a parte del predio en el que vivieron para inmortalizar el alma del autor de "Bomarzo".
Pero además de la evidencia de su espíritu coleccionista, en el caserón -hoy convertido en la Fundación Manuel Mujica Lainez y Ana de Alvear de Mujica Lainez-, se guardan objetos personales del artista que retratan su esencia, como el anillo del escarbajo, su lapicera, sombreros, bastones y álbumes de fotos; libros repletos de dedicatorias de aquellos que visitaron su hogar y la máquina de escribir Woodstock en la que se hicieron letra "El viaje de los siete demonios", "Sergio", "Los cisnes", "El escarabajo" y "Los porteños", entre otras obras.
"La casa está tal cual la dejó. Se puede decir que Manucho está en cada rincón de su hogar, porque se dedicó a llenarlo de objetos. Él siempre decía ‘los seres humanos defraudan, los objetos no nos defraudan nunca", comentó a LA NACION LINE Eduardo Arnau, vicepresidente de la fundación que lleva el nombre del escritor.
"El valor que tiene es que refleja muy bien el mundo de Manucho. Conserva esos cuadernos de notas donde todo es una indagación, una investigación que lo llevó a ser un erudito en cada uno de los temas que tocaba. Es muy atractivo ver todos los caminos de elaboración del hecho literario", opinó el director cinematográfico Oscar Barney Finn, que visitó El Paraíso por primera vez cuando decidió llevar al cine "Misteriosa Buenos Aires", en la conmemoración de los 400 años de la fundación de la ciudad. De esta estadía surge una amistad que se profundizará en el tiempo y que llevará a la televisión los cuentos de Mujica de la mano del director.
Amigos, fiestas y tertulias
A través de muestras de pintura, cerámica, concursos de manchas y talleres literarios, el museo intenta revivir la vida cultural que llenó los espacios de esa morada cuando el hombre del sombrero gris la habitaba. Tarea difícil si las hay, pues por esos amplios ambientes desfilaron pintores, escultores, poetas, actores y personalidades de la alta sociedad porteña como Miguel Angel Cárcano, Sara Gallardo, María Esther Vázquez, Miguel Ocampo y China Zorrilla, entre otros.
De hecho, la actriz uruguaya, entrañable amiga de Manucho, recordó sus estadías en el lugar que el novelista eligió para pasar sus últimos años. "Adoraba la casa y siempre te hacía una visita guiada. Había un enorme hall con unos cuadro lindísimos, y él te contaba la historia de cada uno. El lugar estaba hecho a su medida. Recuerdo un día que paseábamos por el parque, donde había un enorme hueco que había sido un lago y estaba todo cubierto de flores lilas, como una gigantesca alfombra. Y él me contaba la historia de ese parque, cómo había plantado cada flor, y yo pensé: ‘Que momento divino estoy viviendo acá, con Manucho dándome una conferencia sobre la soledad, la belleza del paisaje de Córdoba, sobre su casa’ ", rememoró.
El Paraíso incluía un fantasma que, según relataba el escritor, habitaba uno de los cuartos de la planta baja de la casa, donde China dormía cuando visitaba a su amigo. "El decía que no era el único que lo había visto, que mucha gente lo había observado caminar por allí. Algo que no me hubiera asombrado nada porque él evocaba permanentemente ese mundo de los que se fueron con mucho cariño", comentó la actriz.
Además de cuna de obras pilares de la literatura argentina, el predio de Cruz Chica fue testigo de reuniones sociales, tertulias y fiestas memorables. Arnau contó que en las noches de carnaval, los salones de la casona se llenaban de disfraces y máscaras "siempre con un motivo diferente, como personajes de cuentos infantiles o anteriores a la era cristiana, por ejemplo". De hecho, uno de los tantos retratos que inundan la casa muestra a Manucho vestido de unicornio.
Invitados al paraíso
Mujica Lainez llegó a Cruz Chica porque las sierras cordobesas se habían convertido en un atractivo de veraneo para la alta sociedad porteña, a la que él y su mujer pertenecían. Jubilado ya de LA NACION, en 1969 decidió adquirir una residencia en esa zona y, recorriendo el lugar con Anita, descubrió un cartel que decía "Se vende El Paraíso".
Autodenominado místico y cabalístico, el autor inmediatamente relacionó el nombre del predio con una de sus obras "Invitados al paraíso". Cuando la conoció por dentro, quedó encantado con el lugar, pues descubrió que existía un rincón para cada uno de los objetos que tanto atesoraba.
Se instalaron un año después, junto a su mujer y dos tías maternas, que vivían en casas vecinas, ya que la propiedad, de siete hectáreas, contaba también con siete casas, un lago y un imponente parque diseñado por el paisajista Carlos Thays. "Las tías de Manucho parecían pedidas por él. De tarde ellas traducían poemas, escuchaban música, pero a cierta hora paraban y venían todos los chicos de la zona a ver El Show Carlitos de Balá", repasó Zorrilla.
Actualmente, la fundación está comprendida por las casas y el terreno donde vivieron el novelista y su mujer. Las otras viviendas quedaron para sus tres hijos Manuel, Ana y Diego. "El Paraíso, la residencia que habitaba Manucho, es muy grande, palaciega -relató Arnau-. Tiene un gran salón con piso de mármol blanco y negro, con más de 100 retratos de los próceres argentinos que eran sus parientes y los de su esposa; una salita, donde prácticamente se llevaba la vida social de la casa, un jardín de invierno, y una biblioteca, donde el escritor realizaba sus consultas".
"En la planta baja hay un fumoir; un gran comedor; y dos habitaciones, donde funciona la actual dirección del museo; un gran patio andaluz, y el cuatro rosa, donde recibía y hospedaba a sus visitantes. En la planta alta, se encuentra la habitación del escritor y otro cuarto repleto vitrinas donde mostramos las historias, condecoraciones, los juegos de platos que usaba y el escritorio, donde él materializó sus grandes obras", agregó.
El 21 de abril de 1984, el cuerpo de Manuel Mujica Lainez abandonó para siempre aquellas paredes que fueron refugio de sus excentricidades y genialidades, pero el espíritu de ese personaje pintoresco, elegante y fenomenal quedó plasmado en cada uno de los objetos que, como bien describe a través de muchos de sus textos, están animados y nos sobreviven. Esos objetos fieles, que nunca nos traicionan.
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