El show de Les Luthiers, por dentro
Todos los detalles de la inauguración de la muestra itinerante que ofrecerá el grupo en distintas ciudades del país y España
POSADAS. "Yo era un infeliz". El valiente testimonio de Carlos Núñez Cortés en el clásico El sendero de Warren Sánchez hizo vibrar a los miles de misioneros, en la apertura del multitudinario recital que ofreció Les Luthiers en el Centro del Conocimiento de esta ciudad.
El eximio músico y compositor fue el niño mimado de los misioneros durante la permanencia de Les Luthiers en estas tierras coloradas. Aquí vivió Núñez Cortés hasta los 11 años y muchos se lo hicieron sentir a cada paso, desde la apertura de la muestra, que permanecerá aquí hasta el 28 de febrero, y hasta minutos antes de la función.
Ante una sensación térmica que superaba los 40° pasadas las nueve y media de la noche, la gente respondió a la convocatoria del espectáculo al aire libre, que acompañó la inauguración de la Expo Les Luthiers, que recorrerá distintas ciudades del interior y del exterior, a 40 años de la formación del grupo.
"Siempre un recital al aire libre es una experiencia distinta. La gente se comporta de manera distinta y uno no sabe cómo serán sus reacciones", confió a LA NACION, antes de salir a escena, Jorge Maronna.
En los camarines, mientras Marcos Mundstock repetía el ritual de cebar mate a sus compañeros, Carlos López Puccio y Daniel Rabinovich preferían hablar de los momentos gratos del grupo antes que recordar los instantes más amargos. "Los malos momentos tratamos de pasarlos en intimidad y rápidamente. Y disfrutar de Les Luthiers, que es algo muy dulce", señaló Rabinovich, en diálogo con periodistas de distintos medios.
Núñez Cortés no abandonaba el humor y señalaba que habían pasado toda la jornada "tomando tereré", en referencia a la fría infusión misionera y las altas temperaturas.
El grupo llegó a Posadas después de pasar tres semanas en las Islas Canarias, en España, con una agenda cargada de actividades. Mundstock anticipó que 2009 será un año de reposición, ya que volverá a escena el espectáculo Lutherapia. A Madrid llevarán Los premios Mastropiero, que como ya es costumbre la obra debutará en España una vez levantada en Buenos Aires.
Ya en el escenario, más de 40.000 personas disfrutaron de sus creaciones y entablaron un diálogo a la distancia, nutrido de risas, aplausos y muestras de afecto, que se prolongaron más allá de la hora y diez minutos que duró el espectáculo.
A las enseñanzas del ferviente predicador de Warren Sánchez siguieron las canciones improvisadas en el frente de batalla de La balada del 7º Regimiento en el frente occidental de Corea a la espera de una arriesgada misión.
La música y el humor también se prodigaron a través de la mímica, con Núñez Cortés y Mundstock intentado darle forma a una composición de Maronna, en Quien conociera a María amaría a María. El público aprobaba cada paso del tema, especialmente el ingenio por tratar de describir en el escenario el sentimiento de rebeldía o el interrogante de una dicotomía, sin perder el hilo de la canción.
El espectáculo se mudó luego a la aldea de Roca Povera para honrar –y luego maldecir– a San Ictíciola de los Peces, en la procesión guiada por el sacerdote encarnado por Maronna, en uno de los pasajes que recogió más aplausos. Los fieles y el propio cura son conscientes de que viven en un pueblito pobre en leyendas místicas. "Nunca un milagro, nunca una imagen que derrama lágrimas; no solamente a ninguno jamás se le apareció la Virgen, sino que de la iglesia de la aldea desaparecieron varios santos, un cáliz y dos relicarios", relata Mundstock antes de que la procesión salga a escena para pedir por una buena pesca.
Como ya es costumbre, otro ovacionado en la noche fue el célebre compositor Johann Sebastian Mastropiero, que llegó de la voz de Mundstock al anunciar la presentación de Pepper Clemens sent the Messenger: nevertheless the reverend left the herd, la desopilante historia del doctor Shmerz von Utter, que obliga a los luthier a desplazar instrumentos cada vez más incómodos y pesados sobre el escenario.
El despliegue incesante por transportar cada instrumento y los gestos de ofuscación cada vez más visibles de Rabinovich, quien lleva la peor parte, arrancó aplausos y risas sostenidas, que precedieron a la ovación por la brillante ejecución de la sinfonía compuesta por los miembros de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia (Soginobst) en repudio del doctor von Utter. Brillantes en los instrumentos de viento, cuerda y percusión, con un piano a seis manos y un ritmo muy visual, que acompañaron con sutiles movimientos del cuerpo, hicieron estallar de risa y aplausos a los miles de espectadores, que festejaron también la magistral interpretación de Rabinovich con una enorme tuba.
A la hora de los bises, El explicao, de Cantalicio Luna, se llevó todos los aplausos, con una despedida a pie y ovaciones a más no poder.
Maestros del escenario, dejaron en claro que lo suyo es el teatro y que cada función tiene el objetivo de mejorar la anterior. No hay por ahora, como prácticamente no lo hubo en sus 40 años de historia, la intención de incursionar en otro medio.
"No hay un formato televisivo que se adapte a nuestra propuesta", explicó Mundstock a los periodistas, sin ánimo de pretensiones o una mirada despectiva hacia la televisión. Ante la pregunta de cómo hicieron para no vulgarizarse, en un país que permanentemente empuja hacia la vulgaridad, la respuesta fue: "Nunca nos propusimos ser finos. No nos entregamos al facilismo del chiste con nombre propio o situaciones del momento. Tratamos de hacer algo más universal y quizás por eso llevamos tanto tiempo haciéndolo", explicó Mundstock.
Los secretos del éxito, en suma, los tienen bien guardados. Cuando se les preguntó cuál era la fórmula de la permanencia del conjunto durante más de 40 años, teniendo en cuenta que hasta los Beatles se separaron, Rabinovich no dudó: "Es que no somos los Beatles". Y López Puccio remató: "Es un secreto. Y no lo vamos a contar".
El eterno Mastropiero
Los seguidores de Mastropiero ya comienzan a frotarse las palmas: en el año 2011 se cumplirán 50 años del surgimiento del afamado compositor, que apareció por primera vez en 1961, de la mano y la voz de Marcos Mundstock en 1961, en los tiempos del coro de la Facultad de Ingeniería, seis años antes de la creación de Les Luthiers.
El nombre de Mastropiero se encuentra en buena parte de la muestra itinerante inaugurada en Posadas. Y es muy gráfica la genealogía del compositor, en la que figuran, en un visible panel, su hermano gemelo Harold, su tía Matilde, a quien le dedicó su Cuarteto Opus 44, su nodriza Teresa Hochzeitmeier, que le sirvió de inspiración para su cuento Teresa y el oso, y sus hijos no reconocidos: Giovanni Colpocorto, Mario Abraham Kortzclap, y Johnny Littlebang, entre otros.
Entre otras curiosidades, la Expo Les Luthiers saca varias perlas del baúl de los recuerdos. Por ejemplo, qué estaba haciendo cada uno en septiembre de 1967 cuando se creaba Les Luthiers.
Jorge Maronna, nacido en Bahía Blanca, estudiaba composición y guitarra y formaba parte del conjunto de música antigua Ars Redviva, de la Universidad Católica Argentina.
Marcos Mundstock, que vio la luz en Santa Fe pero llegó con su familia a Buenos Aires a los seis años, era ya "ex locutor" de Radio Municipal, porque no le habían renovado el contrato. Y había comenzado a estudiar la carrera de Ingeniería.
Daniel Rabinovich, porteño, era estudiante de Derecho y guitarrista.
Carlos Núñez Cortés estudiaba química biológica y era ya un pianista con dotes especiales.
Carlos López Puccio, que no integró el grupo de entrada, estudiaba la licenciatura en dirección orquestal y era soldado raso en Campo de Mayo.
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