El último destino de los papeles de Saramago
Van a la Biblioteca Nacional de Lisboa; las cartas con Amado
MADRID.- "¡Já chega!" (¡Ya basta!); una empleada de la Fundación Saramago no puede reprimir su desconsuelo por la pérdida de los papeles del hombre que da nombre a su fundación. Contenedores de madera se van llenando de manuscritos del único Premio Nobel portugués. Originales, preparativos de novelas, correspondencia, cuadernos de notas... los papeles de Saramago salen de su fundación para irse un poco más allá de Lisboa, a la Biblioteca Nacional. El traslado lo había dejado escrito el Nobel, pero no por eso deja de causar dolor entre los empleados de la fundación. "Estaba previsto, pero se iba aplazando", explica la directora de la fundación del Nobel, Pilar del Río, que fue su mujer. "José en vida ya iba donando papeles a la Biblioteca. Allí están el original del diploma del Nobel y el original de El año de la muerte de Ricardo Reis; pero ahora llegó el momento de que repose allí todo su legado."
Al hacer inventario se ha desempolvado la correspondencia entre dos maestros de la narrativa y comunistas impenitentes, Saramago y Jorge Amado. "Están catalogadas todas las cartas y, a la vez, nos han remitido desde Brasil el proyecto para editar un libro con ellas, casi es una novela. Y queremos crear una casa común luso-brasileña: la Casa Amado Saramago."
Del Río acaricia por última vez El evangelio según Jesucristo. Este sábado, coincidiendo, con el 18º aniversario de su Nobel, se exhibirá en la Biblioteca Nacional. Relevará, nada menos, que a la exposición sobre Cervantes. "Es una donación y sin retribución económica", explica Del Río.El interés de lo que abandona la fundación para pasear hasta la Biblioteca es superlativo. "Son sus primeros escritos, es decir sus manuscritos. Es un legado que permite apreciar el trabajo del escritor. Entregamos la joya de la Corona."
La entrega del legado no afecta a A casa, el hogar del Nobel en Lanzarote, donde escribió Ensayo sobre la ceguera. "La casa con sus libros seguirá igual. El manuscrito nunca estuvo allí, pero el espíritu del libro solo se respira en esas paredes", explica la viuda de Saramago. "Su biblioteca tampoco tiene valor. Es la de un lector curioso y, además, comprador de ediciones baratas, aunque quizás hojeándolos se puedan encontrar anotaciones personales."
Javier Martín