En el MoMA, no sólo brilla el arte: el polvo es su tesoro escondido
La artista Nina Katchadourian creó una insólita audioguía para visitar lo que nadie ve del famoso museo: la suciedad; de la limpieza con saliva a la vida secreta de los ácaros
NUEVA YORK -. Hace más de 40 años que Anny Aviram es conservadora del Museo de Arte Moderno de Nueva York, trabajo que por lo general ha consistido en limpiar la mugre y el polvo de invaluables Picassos y otras obras maestras. Una de las herramientas más efectivas que utiliza es su propia saliva. (Pero no se preocupen: esta práctica tiene siglos de antigüedad y está respaldada científicamente.)
Esa es una de las muchas revelaciones que contiene la nueva audioguía del museo, producida por la artista Nina Katchadourian, cuyo tema central es diminuto: el polvo. En una docena de lugares estratégicos a lo largo del museo, incluido un voladizo al que difícilmente se pueda llegar con un plumero y que sobrevuela los cuatro pisos del atrio del museo, hay textos de pared que invitan a los visitantes a detenerse y escuchar la audioguía en cuestión.
"Así es, mi primer proyecto importante en el MoMA es sobre el polvo", dice Katchadourian, de 48 años, mientras acompaña a un visitante en un tour por el museo.
"Me gusta llegar a las cosas importantes a través de lo que puedo observar de manera inmediata", dice la experta.
Katchadourian creó el audio tour Dust Gathering ("juntar polvo"), como parte del programa Artist Experiment, que convoca a artistas contemporáneos a trabajar con los educadores del MoMA en la programación del museo.
La artista se tomó dos años para entrevistar al personal de los diversos departamentos del museo, hasta advertir que los unía su lucha contra un elemento ubicuo, invisible hasta que deja de serlo.
Se diría que un proyecto así está destinado a morder el polvo, literalmente. Pero como de chica soñaba con ser periodista radial, la narración de Katchadourian en la audioguía logra ser amena y especializada a la vez, mientras intercala fragmentos de entrevistas y anécdotas relatados por el personal del MoMA. El resultado final se parece bastante a una búsqueda del tesoro.
La primera parada está cerca del jardín de las esculturas, justo detrás del mostrador donde se retiran las audioguías: un microclima ventoso que es el imán de ácaros más potente de todo el museo. Katchadourian explica cómo usar la linterna de un celular para iluminar, a través de las rendijas de ventilación de una caja de electricidad, los cúmulos de polvo gris que se juntan con el paso del aire.
Más adelante, entrevista a un alergista sobre los hábitos digestivos de los ácaros del polvo, algo que podría generar rechazo en algunos visitantes pero que seguramente concite toda la atención de los niños de 10 años. Pero el alma de la audioguía es Harvey Tulcensky, artista y montajista del MoMA desde hace 42 años. "No se trata de limpiar por limpiar, sino de limpiar algo que para mí es tan importante que siento que estoy ayudando en algo", se lo escucha decir, maravillado. "No quiero sonar romántico, pero manipular obras de arte tiene algo de mágico."
Cuerpos flotantes
Por gracioso que "Juntar Polvo" y otros proyectos de Katchadourian puedan sonar, en el fondo son cuestiones serias.
"Odio que mi trabajo sea tildado de extravagante o caprichoso", dice. "Alegría, asombro, juego, humor. Todas cosas buenas. Pero lo que yo hago no son nada más que chistecitos."
El tema surge cuando la artista habla del trabajo por el que mejor se la conoce, Lavatory Self-Portraits in the Flemish Style ("Autorretratos de baño de avión al estilo flamenco"), una serie de selfies sacadas en baños de aviones donde la artista posa con lo que encuentra a mano: cubreasientos descartables, toallas de papel y cosas así. Cuando la obra se viralizó, hace unos años, Katchadourian se ofendió al ver que "quedaba reducida a una broma pesada".
Pero a ella no le gusta aguarle la fiesta a nadie. Un ejemplo es Floater Theater, la nueva exhibición que creo para el Exploratorium de San Francisco, cerca del lugar donde creció. La obra consiste en un recinto cerrado de color terciopelo rojo con una pantalla óptimamente iluminada para que aparezcan los cuerpos flotantes del globo ocular del visitante.
"Al igual que el polvo, los cuerpos flotantes están ahí todo el tiempo, y nos suelen parecer molestos o poco interesantes", dice la artista.
"Existe la falsa idea de que el arte es sobre lo grande, cuando en realidad cada obra de arte es de alguna manera un ejercicio del pensamiento: mental, estético, filosófico, o cualquier tipo de gimnasia que el artista propone para ejercitar la imaginación del que mira."
De alguna manera, la obra de Katchadourian cuestiona aquello a lo que le prestamos atención. "Por lo general uno va al museo y orienta su búsqueda hacia las obras de arte", dice. "Pero hay muchas cosas de visión periférica que descartamos por considerarlas poco dignas de atención."
Katchadourian estará en el centro de atención en año próximo, cuando el Museo de Arte Blanton de la Universidad de Texas en Austin haga un recorrido por su carrera.
Y quienes decidan hacer el tour que ella propone por el MoMA, tal vez se sientan tontos chocando a la gente para poder examinar el polvo que se junta en una saliente mampostería, en una vitrina o en el marco de un cuadro. Pero si Katchadourian puede hacer que el público del Exploratorium considere obras de arte los cuerpos flotantes de sus ojos, bien puede lograr que veamos las obras maestras del MoMa como motas de polvo. Lo grande y lo diminuto aunados: soy el universo, soy polvo.
Traducción de Jaime Arrambide
Laura Van Straaten