Ensañamiento
Una rosa blanca descuella por la luz que la destaca. Un hombre la sostiene y está rodeado por otros en una ceremonia dolorosa. Cinco años han pasado desde que la torre Grenfell, en el barrio de North Kensington, se incendió. La conmemoración de esa tragedia que se cobró 72 vidas reúne a sus deudos en la Abadía de Westminster. Y esa rosa blanca es en honor a la memoria de una de las víctimas. Una heladera detonó las llamas, pero la velocidad con la que se propagó el fuego y convirtió el edificio en una trampa mortal tuvo que ver con los materiales inflamables con los que estaba construido. Su destino era albergar a personas de escasos recursos, inmigrantes y refugiados. Seres ya de por sí castigados que se habrán sentido bendecidos por obtener una vivienda que jamás imaginaron que se convertiría en su tumba. Ironía cruel de la vida, que a veces parece ensañarse siempre con los más desvalidos.
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