Estética colectivera: una colección de pinturas realza el diseño del transporte público porteño
La diseñadora Andrea Schvartzman Porter, sobrina de la reconocida artista Liliana Porter y fanática del diseño de los colectivos, creó una serie entre lo figurativo y lo abstracto para su libro “Inconsciente colectivo”
El diseño de las líneas de colectivos de la ciudad de Buenos Aires podría ser considerado un patrimonio cultural. Al menos eso es lo que propone la artista y diseñadora gráfica Andrea Schvartzman Porter (Buenos Aires, 1970) con su libro Inconsciente colectivo (Proyecto Ronda). Schvartzman Porter integra la galería Diderot, se formó en talleres con los artistas y docentes Silvia Brewda, María Luisa Manassero, Tulio de Sagastizábal, Oria Puppo, Sergio Bazán y Jorge Macchi (para el que trabajó como asistente) y es sobrina de la reconocida Liliana Porter. Su formación como diseñadora y pintora se condensó en un proyecto que aúna la fotografía con la pintura, y el libro de artista con la defensa del acervo iconográfico de los porteños.
Su proyecto de registro de la gráfica de los colectivos nació en 2001. “Siempre me interesó mucho la estética del transporte público que recorre la ciudad -dice a LA NACION-. Muchas generaciones reconocíamos las líneas no solo por su número sino también por sus colores, pero a partir de la década de 1990, en el marco de un proceso político y económico vinculado con las privatizaciones, se fueron fusionando las empresas de transporte y, como consecuencia, muchas de ellas perdieron sus colores originales y los fileteados. Incluso varias empresas empezaron a pintar las carrocerías de un solo color. Cuando vi que el 65, que era verde con blanco, apareció con una rosa ploteada pensé que era el momento de hacer algo”.
El primer paso fue sacar fotos -generales y otras con un encuadre particular- antes de llevar las imágenes a la tela. “Fue agarrar la cámara de fotos y pedir permiso en todas las terminales de colectivos -recuerda-. A veces me miraban con cara rara, era una chica sola sacando fotos. Hice varias tomas de cortes y encuadres; otras tomas fueron hechas en forma directa, en la calle. Las líneas que cruzan la ciudad de Buenos Aires eran unas 180 y yo fotografié unas cien. Algunas se perdieron en el camino”.
Luego del registro de la “estética colectivera”, comenzó a pensar en el modo de apropiarse de ese lenguaje por medio de la pintura, en obras de 35 x 27 centímetros. “Empecé a reproducir el color de los colectivos en óleo sobre tela, tratando de ajustarlo de manera tal que muchos que vieran los cuadros pudieran reconocer las líneas -revela-. Me interesa trabajar en una tensión entre lo figurativo y lo abstracto”. A diferencia de estas pequeñas obras, ahora trabaja en una serie de óleos gran formato.
No todas las líneas fueron reproducidas al lenguaje pictórico por la artista: Insconsciente colectivo reúne veinticinco pinturas de gráficas de líneas como la 12, la 39, la 42, la 60 y la 151. Su primer libro -con fotos, reproducciones de pinturas, desplegables, tres postales e imágenes de proyecciones en el Banff Centre for the Arts de Canadá, donde participó de una residencia artística- está dedicado “a los Porter de la calle México y el recuerdo de los colores del 95 pasando por la esquina”.
Ahora su plan de rescate de la gráfica de los colectivos continúa a través del libro, que incluye un diálogo con Liliana Porter y Ana Tiscornia, y textos de Sergio Bazán, Ana Gallardo y Santiago García Navarro. “Me preocupa bastante el cambio en los colectivos -concluye-. Tuve la oportunidad de hablar con funcionarios del Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires y les planteé que habría que tratar de mantener ese sello del transporte público de los porteños”. Espera que su trabajo propicie un debate sobre la cuestión y evite la pérdida de una rica tradición visual. Inconsciente colectivo se puede encontrar -SUBE mediante- en las principales librerías del AMBA y en las especializadas en arte.
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