Guerra contra el estereotipo
Los cuentos, nouvelles y poemas de la española Mercedes Cebrián, reunidos en la antología Oremos por nuestros pasaportes, resultan sorprendentes a fuerza de inteligencia
La española Mercedes Cebrián, periodista, poeta, escritora y traductora al castellano de Georges Perec, participó recientemente del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), oportunidad para la que Mondadori editó Oremos por nuestros pasaportes. Obra pensada para presentara la autora al público argentino, reúne tres de sus libros ya publicados en España: El malestar al alcance de todos (2004) –relatos cortos y poesía–; Mercado Común (2006), poemas; La nueva taxidermia (2011), dos novelas cortas; y un "Bonus Track" con cuatro textos aparecidos en distintas publicaciones periodísticas.
Dueña de un estilo y de una poética singulares, Cebrián consigna algunos temas que le interesan e insisten en sus textos: "la observación del mundo contemporáneo desde una perspectiva de extrañamiento", la memoria, las relaciones entre identidad y geografía, y "distintas apreciaciones sobre España y su posición en Europa". Esto último se reconoce ostensiblemente en su notable libro de poemas Mercado Común que, publicado en 2006, anticipa el desmoronamiento del "sueño europeo de progreso y bienestar".
Un recién casado que, en plena preparación de la foto de la boda, fantasea con seducir a su cuñada y echar a perder su futuro estructurado; una joven que constata que la gente acomplejada –como su novio– puede llegara a ser muy cruel; un adicto a la cultura que decide desintoxicarse; una mujer, profesional de la suplantación, que imposta personajes diferentes; un escritor de libros de oferta que es consciente de su mediocridad; el último hombre que evita a la última mujer del mundo son algunos de los protagonistas de los relatos de El malestar… Aunque disímiles, coinciden en cierta molestia o inquietud manifiesta ante una situación que los interpela. Con una cuota de humor ácido, estas historias narradas en primera persona nuclean temas que piensan la sobremodernidad en la que vivimos: las identidades son como máscaras, las vidas se estructuran con relatos y puestas en escenas; los objetos de diseño proliferan en las viviendas y resignifican las vidas de sus habitantes, encubriendo las emociones; hay gramáticas que definen a las parejas y, sobre todo, en la cotidianidad de las vidas organizadas y resueltas suelen alojarse quistes que habría que extirpar. Los poemas que alternan con los relatos obligan a un cambio de ritmo en la lectura que conlleva un inusitado sosiego.
Las nouvelles de La nueva taxidermia exploran el territorio de las prácticas culturales del presente y de las interrelaciones. La escritura, que por momentos parece ensayística, responde a las estrategias del bricoleur, echando mano de lo que necesita para conseguir su objetivo. Tal como trabaja la narradora de "Qué inmortal que he sido", dedicada a recuperar situaciones vividas y cuya especialidad son los comienzos. Con la certeza de que el recuerdo jamás equivale a la escena rememorada, busca recrear una fiesta sin los invitados, particularmente una organizada cinco años atrás por una amiga cuyo departamento, con muebles de autor, sería su casa. Para ello se inspira en la propuesta de la casa-museo de Ana Frank o del Lower East Side Tenement Museum de Nueva York, dos sitios de conciencia que comparten el pasado a través de historias personales –trágicas– y reconstruyen públicamente la intimidad ajena, mientras que el proyecto de la protagonista es privado y en comparación, frívolo. "¿Es la fiesta un evento que merezca ser revivido y fijado?", se pregunta. "La fiesta dan ganas de quedarse a vivir" y engloba todo: "la sensación de éxito, de cosmopolitismo, de presente imbatible". Todos los tiempos conviven en la fiesta-museo, también las expectativas del principio y la desazón del final, cuando la fiesta se ha acabado.
En "Voz de dar malas noticias", Belinda, la tímida protagonista, decide delegar su voz y ser representada por tres muñecos de ventrílocuo. Quiere invertir el popular verso de Pedro Salinas –"Lo que eres me distrae de lo que dices"– para alejar al interlocutor de su cuerpo y que se concentre en el muñeco hiperrealista. Capricho u ortopedia, lo cierto es que Belinda renuncia a su voz para ser hablada por la impertinente y altiva Berta, la mini-Miuccia Prada o Juanjo, el vulgar y campechano madrileño.
La mirada curiosa y ácida de Mercedes Cebrián se burla de los estereotipos del mundo actual y disecciona los modos del reciclaje de lo cultural con inteligencia y perspicacia. Sus textos, aunque no siempre sorprendan, perturban. Sobran motivos para leerla.
Oremos por nuestros pasaportes
Mercedes Cebrián
Mondadori
448 páginas
$ 169