Harrods, patrimonio de todos
La noticia de la puesta en marcha de un proyecto para dar nueva vida a la vieja tienda Harrods disparó un caudal inédito de mensajes, casualmente el día en se celebraba en Buenos Aires el día del patrimonio. Una feliz coincidencia puso sobre el tapete dos cuestiones:
1) nadie defiende de mejor manera el patrimonio que los vecinos cuando lo que está en juego forma parte de sus recuerdos más entrañables,
2) recuperar edificios con historia, que hacen a la identidad de una ciudad resulta en el umbral del siglo XXI un formidable negocio.
Pruebas al canto: los dos shoppings urbanos que han hecho de Buenos Aires un destino de compras para miles de turistas están enclavados en edificios con valor patrimonial. Las Galerías Pacífico recuperaron su brillo y la calidad de los murales pintados por Berni, Spilimbergo, Castagnino y Urruchúa, cuando el edificio en estado decadente recibió el impulso de una inversión millonaria de parte de un grupo económico local. Hoy los murales le dan una dimensión colosal al centro de compras y son también un fondo para la foto de franceses, italianos, brasileros y demás turistas que nos visitan.
¡Qué decir del Patio Bullrich, cuyo nombre se remonta a los remates de ganado cuando los Bullrich bajaban el martillo, allí mismo, a ejemplares de pedigrí! El proyecto de Juan Carlos López sumó una estructura funcional al entorno histórico, presidido por el reloj que todavía hoy da la hora de Buenos Aires.
Cuando se inauguró Harrod’s en 1914, la tienda inglesa por excelencia tenía solo tres sucursales: París, Berlín y Manchester. Diez años después, un herededo de los Windsor, el prícipe de Gales que abdicaría al trono para casarse con una plebeya divorciada llamada Wallis Simpson, dejaría inaugurada las obras del nuevo edificio de la Estación Constitución, orgullo del patrimonio arquitectónico restaurado por el mismo estudio que hará un Harrod’s modelo siglo XXI para inaugurar en 2013. Grandes tiendes y estaciones imponentes: en aquellos tiempos la Argentina no había perdido el tren.
Entre la catarata de mails que recibí por la reapertura de Harrod’s, destaco el mensaje de una protagonista. Se llama Gisella Civiello (49), fue cajera adicionista del restaurante, estuvo, también, según mandaba la tradición, en el sector de menaje, ropa femenina y en empaque, haciendo los tradicionales moños de Harrod’s. "Lo más hermoso, dice, eran las calculadoras de 1900, ojalá volvamos a verlas."
Para otros, el mejor recuerdo tiene el sabor de las mentas, el olor de la peluquería, la solemnidad del salón de té o la música de calesita. Entonces las mentas se preparaban y empaquetaban a la vista. Esta delicias seguirán existiendo pero a tono con los nuevos tiempos.
En el nuevo Harrod’s las mentas, chocolates y pastelería llegarán listos para ser comercializados, y además de los ascensores majestuosos, los clientes podrán deslizarse en escaleras mecánicas high tech.
Quienes defienden el patrimonio puede considerar la reapertura de Harrods’s como un caso piloto, es bueno saber que si la gente se involucra… el patrimonio tiene quien lo defienda, fórmula que aplicó con éxito la ONG Basta de Demoler de Santiago Pusso. .
El próximo objetivo de recuperación virtuosa bien podría ser la confitería del Molino, una asignatura pendiente que llenaría de beneficios al degradado entorno del Congreso.
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