Bibliografía. Huellas de vidas pasadas
PAZ Por Gene Wolfe-(Interzona)-Trad.: Marcelo Cohen-297 páginas-($ 32)
Alden Weer, propietario de una fábrica de jugos en un pueblo del Medio Oeste norteamericano, se recupera de un infarto. Mientras recorre su enorme casa, donde vive solo, repasa los hechos de su vida, como si los cuartos estuvieran conectados con distintas zonas del pasado. Pero Weer recuerda no tanto hechos -en su vida no abundaron los sucesos notables- como conversaciones. Con un cuaderno y una lapicera por equipaje, viaja por su propio palacio de la memoria para evocar las voces de todos aquellos que ha conocido.
En el centro de su vida están los dos años que pasó, durante su infancia, con su tía Olivia, mientras sus padres paseaban por Europa. Joven, bonita, ingeniosa, sexy, asediada por pretendientes, Olivia se convierte en el alma de la novela: ella reúne a la gente, y al hacerlo, junta también las historias que cada uno trae consigo.
Poco sabemos del personaje central, excepto que es bueno para escuchar y para recordar. La novela es una superposición de conversaciones, en las que aparecen diversos relatos: historias de fantasmas, leyendas regionales, la anécdota del hallazgo de un huevo hindú prodigiosamente decorado, un cuento chino. Pero en cierto modo, todas son historias de fantasmas, porque el narrador es visitado por esas voces y no deja de recordar que son muertos que hablan de muertos.
En las novelas construidas con espíritu "cuentístico" la obsesión del narrador suele ser la ilación de las partes; Gene Wolfe, por el contrario, encuentra lo específicamente novelístico en la interrupción del relato (cortado por los comentarios de los personajes o por digresiones del narrador). La novela no es, para Wolfe, el espacio que se abre entre un cuento y otro, sino el momento en que un cuento se interrumpe. Es el género que nos recuerda que un cuento no puede ser contado del todo; que lo agobian las distracciones, los olvidos, la oscuridad.
Pese a su tema -las huellas de las vidas pasadas que nos rodean- Paz está escrita con sentido del humor y con un persistente encanto; es la historia de un hombre que comprende que la única experiencia real es el conocimiento de otros seres humanos y que no hay mayor aventura para el hombre que la conversación. Ahí se encierra todo: lo que ocurre y lo que jamás ocurrió, lo inmediato y lo remoto, lo vivo y lo muerto. Entre las muchas historias hay un cuento chino sobre una almohada que concede deseos, que es una transparente variación del ejemplo XI de El conde Lucanor, de don Juan Manuel ("De lo que sucedió a un deán de Santiago con don Illán, el gran maestro de Toledo"), que Wolfe seguramente conoció a través de la recreación de Borges (el cuento "El brujo postergado"). Ese cuento chino, donde la vida entera aparece como un sueño de pocos segundos, es casi un resumen de la novela entera y de su persistente enunciación de la vida como irrealidad.
Si bien se han publicado unas cuantas novelas de Wolfe en español, Paz había permanecido inédita en nuestro idioma; el escritor Marcelo Cohen la rescató para su colección Línea C (literatura fantástica y ciencia ficción) y además la tradujo con sutileza y precisión.
Nacido en Nueva York en 1931, Gene Wolfe peleó en la guerra de Corea y se recibió de ingeniero mecánico (nos cuenta el editor que Wolfe inventó la máquina para cortar las papas Pringles). Es uno de los más conocidos autores de ciencia ficción, autor de extensas sagas y ganador de los premios Hugo y Nébula. La quinta cabeza de Cerbero y la pentalogía El libro del sol nuevo son sus obras más conocidas. El crítico inglés David Pringle (sin relación, que sepamos, con las papas fritas antes citadas), autor de una muy útil guía titulada Literatura fantástica. Las cien mejores novelas, ubica a Paz dentro de su selección. Pero si tuviéramos que hablar con rigor clasificatorio -un rigor en el que no creemos- diríamos que Paz no es tanto una novela fantástica, como un libro sobre la necesidad de lo fantástico.