Inquietud existencial
EL PRISIONERO Por Héctor Alvarez Castillo-(Alvarez Castillo Editor)-112 páginas-($ 9)
Héctor Alvarez Castillo, poeta ensayista y narrador, incursiona con El prisionero en el género dramático. En esta pieza, que el autor define como "obra teatral en acto único", prevalece el soliloquio que refleja el fluir del pensamiento del protagonista, quien plantea sus inquietudes existenciales, su enfrentamiento con el paso del tiempo, su relación con la muerte, su voluntaria soledad, su incapacidad de amar. Todas reflexiones que dan pie a disquisiciones filosóficas.
El nombre del personaje, Segismundo, remite al protagonista de La vida es sueño. Pero, aunque el personaje de El prisionero, como el de Calderón de la Barca al comienzo de La vida es sueño, aparece encerrado, la reclusión, en su caso, parece intencional, por su tendencia a aislarse del entorno social.
A través de sus palabras, el personaje expone sus vivencias y sus sentimientos, en parlamentos de alto valor poético. No obstante el valor literario del texto, el conflicto dramático no alcanza a percibirse con claridad. La inclusión de personajes abstractos (Personaje de Negro y Personaje de Blanco), que parecen proyecciones de la mente del protagonista, no permite generar un conflicto que lleve al desenlace, dado que no le ofrecen oposición alguna.
Un esquema similar se observa en Historias para una puesta teatral, que complementa este volumen: los protagonistas recurren permanentemente a la narración, es decir, cuentan su historia, pero sin acción. Los parlamentos, muy elaborados, no reflejan el habla coloquial. Sin embargo, a pesar de los reparos, se puede apreciar el valor literario de esta propuesta que invita más a la lectura que a la representación.
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