Arte // Viaje en el tiempo. La Colección Jozami, en Madrid
Un recorrido diseñado por Diana Wechsler propone un contrapunto entre más de 80 obras de Marlise y Aníbal Jozami, realizadas en distintos formatos y soportes, y la colección de José Lázaro Galdiano, una de las primeras privadas de España
Las exhibiciones tienen un anclaje limitado en el tiempo. Temporalidad especialmente particular la de una curaduría, que despunta con la idea y su definición hasta llegar a su materialización, para luego dejar que aquel planteo inicial adquiera otras dimensiones a partir de la participación del público. Quedan los catálogos como objetos atesorados que –entre sus particulares funciones– permiten retrotraernos en el tiempo y rememorar las vivencias que estas muestras de arte han generado.
La exposición Entre tiempos… presencias de la colección Jozami en el Museo Lázaro Galdiano, exhibida en Madrid hasta el lunes próximo, y el libro que la acompaña suscitan algunas reflexiones acerca de las posibles redes y diálogos fecundos que pueden llegar a establecerse entre las producciones artísticas de épocas y espacios distantes.
La colección de Marlise y Aníbal Yazbeck Jozami está conformada por piezas de distintos formatos y soportes, cuyo abanico temporal se inicia en el siglo XIX y llega hasta el presente, y que han sido elegidas a partir de una premisa sustancial: la de ser parte de un discurso artístico con un fuerte compromiso social. Constituida tanto por pinturas, esculturas, fotografías y videos como por instalaciones y registros documentales, tiene la particularidad de poner el eje en las producciones artísticas del Cono Sur y ampliar sus horizontes hacia el terreno internacional más actual.
En la vecindad de dos espacios (el espacio del Museo Lázaro Galdiano propiamente dicho y el adyacente de la que fuera la editorial de La España Moderna) se desarrolla la original propuesta curatorial de Diana Wechsler, que ha tenido una respuesta categóricamente positiva tanto del público como de la crítica especializada.
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Es un proyecto compartido. Fue posible gracias a una política encarada por la actual dirección del Museo Lázaro Galdiano, que lo ha instalado como centro del coleccionismo, y al planteo de la curadora, en el cual se evidencian los diálogos establecidos entre ella y los coleccionistas. Además, en el libro, se convocó a diferentes especialistas que han compartido saberes y han otorgado un destacado espesor histórico y teórico a esta exposición.
El museo funciona en el Palacio Florido, construido por Lázaro Galdiano y donde dispusiera su vasta colección de arte español y europeo. Es aquel ámbito privado el que acoge en sus muros la homónima colección particular –una de las primeras colecciones privadas de España pensadas con el Prado como modelo– que hoy ha sido intervenida con obras de otros tiempos y otros lugares.
El montaje ha respetado el guión museológico del museo al proponer, a través de las fotografías, videos e instalaciones de la Colección Jozami dispuestos en huecos, vanos y muros antes desnudos, diálogos y tensiones que permiten una mirada diferente de la instituida. Así, por ejemplo, en la vecindad de La Virgen de la Merced (Francisco de Zurbarán, 1640-1658) con Amanda (Marcos López, 2005) no sólo se desencadena la reflexión acerca de la idealización de las imágenes religiosas, sino que permite además considerar el rol de la representación de la mujer en la historia del arte. Es éste un eje posible de lectura que atraviesa las diferentes salas por las que discurre la muestra; eje que –a su vez– se intercala y convive con otros posibles.
Obras de Mariano Sardón, Ana Mendieta, Grete Stern, Christian Boltanski, Ana Gallardo, Leandro Erlich, Barthélemy Toguo y Lalla Essaydi (por citar unos pocos) interfieren, dialogan y discuten con descendimientos del siglo XVI, tablas del Maestro del Parral, aguafuertes de Goya y lienzos de Velázquez y de El Greco, produciendo un resultado que ha sido caracterizado por la crítica española como "tremendo, apasionante".
Se trata –como explicita Wechsler– de "pensar con imágenes", un abordaje cuyo propósito es el de revisar los discursos establecidos y proponer nuevas miradas. Así, los vínculos que puedan establecerse entre las más de 80 obras expuestas de la Colección Jozami con las del Galdiano no son lineales y se pueden generar tanto en las semejanzas como en las discrepancias de imágenes y conceptos, producto de un planteo curatorial rico en densidades y planos de interpretación, que ha apelado tanto a las analogías como a las diferencias, las convergencias y las parodias.
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En forma paralela, artistas de la talla de Joaquín Torres García, Antonio Berni, Liliana Porter, Graciela Sacco, Eduardo Sívori, Tomás Espina, Ernesto Deira y Raquel Forner (nuevamente, entre otros) pueblan el espacio de La España Moderna. En torno al concepto de "las figuraciones y sus límites", ofrecen una faceta del arte del Cono Sur no muy presente en la escena española.
Queda como resultado un voluminoso e interesante libro-catálogo en el que se refleja la deriva que ha gestado y acompañado esta exposición. El mismo testimonia la rigurosa investigación previa que sustenta la propuesta curatorial. Asímismo, acompaña y desarrolla la propuesta al permitir ampliar información tanto de las obras como de las asociaciones o disrupciones que su convivencia temporal genera. Funciona también como rico registro de una propuesta deliberadamente provocadora. Al decir de Wechsler, "un ejercicio de indisciplina de la historia del arte" sólo factible a partir de un sólido conocimiento tanto de la colección anfitriona como de la visitante y de la voluntad de los coleccionistas por establecer diálogos entre tiempos, geografías e historias.
Adn Lázaro Galdiano
Madrid, 1951
El Museo Lázaro Galdiano es una institución estatal de origen privado que reúne unas 12.600 obras. Representa una colección heterogénea, formada con interés enciclopédico hacia todas las artes y técnicas por el editor José Lázaro Galdiano y su mujer, la argentina Paula Florido. Galdiano, fallecido en 1947, legó este patrimonio al Estado español junto con su residencia madrileña, sede de su editorial La España Moderna, y una biblioteca de 20.000 volúmenes. La colección se presentó al público en 1951, luego de que se creara la Fundación Lázaro Galdiano y se adoptara como museo la antigua residencia del donante, ubicada en el barrio de Salamanca de Madrid. Entre sus obras de arte más valiosas se destaca el conjunto de pinturas, dibujos y grabados de Goya; también hay ejemplos relevantes del Bosco, Lucas Cranach el Viejo, El Greco, Murillo, Zurbarán y Luis Paret. Hasta la apertura de los museos Thyssen-Bornemisza y Reina Sofía, en la década de 1990, el Lázaro Galdiano y el Prado eran los dos únicos museos españoles con colecciones significativas.
Marina Aguerre
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