La diversidad sexual revoluciona la gran fiesta de los lectores
La educación y la literatura infantil, otros ejes temáticos; las ventas, en alza
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La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es un espejo del sector editorial: la concentración de los grandes grupos se evidencia en los "colosos" del Pabellón Verde, enfrentados como transformers hechos de libros; las temáticas dominantes (feminismo, fútbol, periodismo) prevalecen en las mesas de los stands y los públicos activos son los que colman pasillos y salas de La Rural. A los jóvenes que hacen filas interminables para que sus autores favoritos firmen ejemplares y posen con ellos para las fotos y a los niños que hojean ejemplares de Liniers, Tiana e Isol este año se sumaron los lectores del Espacio de Diversidad Sexual, que revolucionó la atmósfera sosegada del Pabellón Ocre. Las comunidades lectoras, como las sociedades, evolucionan y se hacen nuevas preguntas.
"Arrancamos muy arriba", dice Oche Califa, director institucional y cultural de la Fundación El Libro en referencia a la cantidad de público que visitó la Feria hasta ahora. Sin dar cifras, Califa destaca que, cuando se supera el millón de personas (como ocurrió en 2017), "es porque se ha trabajado en la variedad de propuestas". En efecto, en la Feria hay stands de clubes de fútbol, países extranjeros, fundaciones y medios de comunicación, además de editoriales. Ni ayer ni el sábado se volvió a igualar la marea de visitantes del pasado lunes 30.
"No escapa a la realidad del sector", dice Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro, cuando se lo consulta por las ventas. Penguin Random House y Planeta suelen dar números alentadores. Impulsado por la venta de Caos, de Magalí Tajes, y El origen, de Mariana Zuvic, PRH informó una suba del 21% respecto de 2017; Planeta, con las novedades de Darío Sztajnszrajber y Facundo Manes a la cabeza, un 36%. Representantes de los stands de Kapelusz, Urano, Capital Intelectual y V&R coincidían en un balance satisfactorio.
El Lollapalooza de los libros
Ayer fue un día en que distintos "trabajadores de la lectura" presentaron libros. Gustavo Bombini lo hizo con Misceláneas (Noveduc), donde revela la trama que se teje entre la enseñanza, la formación docente, la investigación y la tarea editorial. Bombini es doctor en Letras por la UBA y uno de los maestros indiscutidos en la enseñanza de la literatura. Más tarde, Natalia Blanc, acompañada por Adriana Fernández, Ana María Shua y Verónica Ramírez, presentó en sociedad su primer libro, La vuelta al mundo en 101 libros para chicos (Planeta). "Más que una guía, el libro es un laberinto de lecturas", señaló Shua, luego de indicar que lo que define la literatura infantil es la pregunta por los límites. En su libro, Blanc establece un juego de correspondencias entre autores, temáticas y motivos de la literatura infantil. Al anochecer, otros tres lectores refinados, como José Emilio Burucúa, Sylvia Iparraguirre y Alan Pauls, conversaban con Matías Serra Bradford sobre los libros que los habían marcado.
Mientras tanto, más de seiscientos jóvenes hacían fila desde temprano para que Pamela Stupia, autora de una serie protagonizada por cuatro amigas, les dedicara sus libros. En un "firmódromo" instalado en un pabellón de La Rural, la autora bromeaba y se sacaba fotos con sus fans. "Ya podemos decir que la participación de jóvenes en la Feria es un éxito: vienen a recorrerla, participan de los actos, compran libros y andan sonrientes y entusiastas. Como me dijo una chica: para mí la Feria es el Lollapalooza de los libros", contó Cristina Alemany, a cargo de la comisión de actividades de la movida juvenil del evento. Ayer tuvo lugar fue el encuentro de los bookstagrammers, los jóvenes que recomiendan lecturas por Instagram. El relevo de los lectores está garantizado.
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