En sus memorias, el autor de Werther retrata la civilizada sociedad de su época. La identidad como misterio
POESIA Y VERDAD Por Johann Wolfgang Goethe (Alba Editorial)-835 páginas-($ 48)
LA identidad de cualquier ser humano, además de un problema, es un misterio. Y Goethe sigue siéndolo para nosotros, a poco más de siglo y medio de su muerte. No en balde gustaba disfrazarse en su juventud, quería saber qué había detrás de la máscara. Sólo que la máscara goetheana no tiene rasgos fijos, se mueve y se transforma segundo a segundo. Quizás por eso el concepto de metamorfosis fuera uno de los cruciales en su vasta y compleja interpretación del mundo y de sí mismo, aplicable también a la escritura.
Johann Wolfgang Goethe fue, ante todo y desde muy temprano, un hombre de letras que abarcó todos los géneros, inclusive y necesariamente el de la autobiografía, otra forma de buscarse y de bucear en el interior de sí mismo. Su memoria, larga y privilegiada como pocas, se vuelca en los Anales , en el Viaje a Italia , en las preciosas y reveladoras Conversaciones conEckermann y, fundamentalmente, en los veinte libros que conforman Poesía y verdad , aparecidos, cinco libros cada vez, en 1811, 1812, l814 y, con carácter póstumo, en 1833.
Arrancan estas memorias a partir de su nacimiento, y con un párrafo levemente humorístico que se ha hecho célebre: "Al mediodía del 28 de agosto de 1749, al sonar la duodécima campanada, vine al mundo en Francfort sobre el Main. La constelación era afortunada: el Sol estaba en el signo de Virgo y culminaba para este día: Júpiter y Venus lo miraban amistosamente y Mercurio sin aversión; Saturno y Marte se comportaban con indiferencia; sólo la Luna, que acababa de alcanzar su plenitud, ejercía el poder de su oposición tanto más cuanto que su hora astral había llegado simultáneamente".
El volumen, grueso pero siempre con sustancia, llega hasta 1775, en las vísperas de la partida de Goethe a Weimar, donde había sido invitado por los soberanos locales y pensaba quedarse por una breve temporada. Los cálculos fallaron y el autor de Las afinidades electivas permaneció allí, salvo algunos viajes no demasiado prolongados, hasta su fallecimiento en 1832. El lapso de esos primeros veintiséis años es sumamente significativo. Además de la poesía, que cultivó a lo largo de toda su existencia, allí se asientan el Werther , sus piezas de teatro impregnadas del estilo rococó y dramas como Götz von Berlichingen y Egmont , en lo que se refiere a sus obras mayores. Obras que lo convirtieron, tan temprano, en figura conductora de la joven generación de la que formaba parte principalísima.
En ese cuarto de siglo, el desfile de los grandes personajes es incesante. Con rasgos agudos y críticos cobran vida, en el marco del espectáculo que irradia de una época histórica indudablemente civilizada, personajes mayores, como Friedrich G. Klopstock, Gotthold E. Lessing, Christoph M. Wieland y otros que actualmente se han refugiado en las historias de la literatura. Hay juicios certeros sobre literatura francesa e inglesa. También, información sobre la Naturaleza, ese imán infalible para las composiciones literarias de Goethe y para su comprensión del arte, y en medida principal, sobre sus sentimientos amorosos, de cuyas destinatarias sucesivas hasta ese momento (Gretchen, Annette Schönkopf, Friederike Brion, Charlotte Buff y Lili Schönemann), el poeta sabe escapar en el momento decisivo. De otro modo, conceptos y emociones se equilibran en rara armonía.
Aunque Poesía y verdad es, sin duda, un libro extenso, su cuidadosa lectura significa darles un sentido más a nuestras propias vidas.
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