La literatura argentina renueva la cartelera cinematográfica
En pocos meses se estrenaron varias películas basadas en novelas, relatos y crónicas de escritores argentinos, al mismo tiempo que otras entraron en proceso de preproducción. Mientras tanto, novelas de Claudia Piñeiro, Agustina María Bazterrica, Pedro Mairal y Gonzalo Unamuno se adaptan a guiones cinematográficos. ¿La literatura compensa un déficit de ideas originales para ser llevadas al cine o, en el marco de una fuerte tradición de la cinematografía local, se convierte en una aliada de los directores?
No es novedad que el cine argentino buscó material en obras de la literatura vernácula. Por mencionar films recientes que se hicieron populares, Juan José Campanella (que ahora trabaja en la adaptación de un libro para chicos de Marcelo Birmajer) obtuvo un Oscar a la mejor película extranjera con El secreto de sus ojos, basado en una novela de Eduardo Sacheri; Lucrecia Martel deslumbró a los espectadores con su arriesgada adaptación de Zama, clásico de Antonio Di Benedetto, años después de que Juan Villegas hubiera hecho lo propio con una novela corta del mismo autor (Los suicidas). También Lucía Puenzo dio sus primeros pasos como directora con la adaptación de "Cinismo", un cuento de Sergio Bizzio. La lista podría seguir. Historias ideadas por Martín Kohan, César Aira, Florencia Etcheves, Fabián Casas, Daniel Guebel, Pablo Pérez y Leonardo Oyola (por mencionar a escritores contemporáneos) fueron llevadas al cine. Esto sin contar el caso de artistas que, como Martín Rejtman, Edgardo Cozarisnky y César González, suelen filmar sus propias obras literarias.
"Cada generación de cineastas elige su literatura y la lee a su manera", escribe David Oubiña en un ensayo incluido en el tomo 12 de la Historia crítica de la literatura argentina. A continuación, el investigador recuerda las asociaciones entre Manuel Antín y Julio Cortázar, y entre Leopoldo Torre Nilsson y Beatriz Guido. En la década de 1980, luego del final de la dictadura, se hicieron varias adaptaciones de novelas de Osvaldo Soriano, Antonio Dal Masetto y José Pablo Feinmann. ¿Qué buscan hoy los directores en la literatura argentina contemporánea?
Espejos que se evocan mutuamente
"No sólo los directores, sino también actores o productores chicos están leyendo todo el tiempo, tratando de encontrar historias. En un mercado bastante incierto, tratamos de procurarnos un proyecto. Si leés una novela y ves allí una historia que se puede contar, ya tenés una base de donde arrancar, una historia para contarle a un productor, a un director o a quien sea y empezar a juntar a un grupo de gente para aunar voluntades y sacarlo adelante", dice Claudia Piñeiro. Cuatro de sus novelas ya fueron llevadas al cine con éxito (Las viudas de los jueves, Tuya, Betibú y Las grietas de Jara), y otras dos ya están en la mira de directoras: Una suerte pequeña y Las maldiciones, novela publicada este año, se convertirán, respectivamente, en una miniserie y en un largometraje.
Oscar Frenkel, que una semana atrás estrenó su ópera prima, El origen de la tristeza, coincide con Piñeiro. Basada en la novela homónima de Pablo Ramos, el director obtuvo un premio del Incaa de estímulo a la producción y contó con el autor para trasponer la novela en un guión. Para Frenkel, llevar al cine novelas y cuentos de autores nacionales tiene una ventaja clara. "Las historias de los escritores ya fueron probadas por editoriales y lectores. El escritor es fundamental", dice. A Frenkel le gustaría llevar al cine las otras dos novelas de Ramos (La ley de la ferocidad y En cinco minutos levántate María), que tienen en común al protagonista y su mirada. "Estaba con un guión y lo quería trabajar con Pablo, que estaba terminando de escribir una novela, que en ese momento se llamaba "El estaño de los peces". Eran más de cien páginas escritas con una máquina de escribir. Leí la novela esa misma noche y me emocioné muchísimo, lloré como con ningún libro. Soy de Villa Lynch y, al igual que Pablo, bonaerense, por lo cual me identifiqué inmediatamente con la historia, con los personajes, con los lugares", agrega el director. La película fue filmada en Avellaneda y para su realización contó con el apoyo de ese municipio.
Otro director de cine independiente argentino, Gustavo Fontán, filmó recientemente El estanque, basado en un relato de la escritora Gloria Peirano. "Cuando uno adapta un texto literario, parte de un encuentro sensible, un impacto que le provocó el texto. Y el texto debe permitir esa adaptación al cine. Hay textos que me marcan, pero que no sabría cómo adaptar. Por eso, esas dos condiciones son necesarias", sugiere. Entre otras películas, Fontán ya dirigió El limonero real, sobre la novela homónima de Juan José Saer, y La orilla que se abisma, hermoso film sobre el universo poético de Juan L. Ortiz.
El estanque, que integra la Trilogía del lago helado, fue ideada a partir de Manual para sonámbulos, de la narradora Gloria Peirano, que colaboró con Fontán en la escritura del guión de la película. "La dimensión poética puede atravesar las fronteras de lenguajes artísticos diversos y se origina, entonces, una obra otra, que no es el resultado de una suma ni una representación ni un cruce. De esta forma entiendo la relación entre cine y literatura, como espejos que se reflejan o se evocan mutuamente", señala Peirano. Manual para sonámbulos parte de una experiencia personal de la autora (que es sonámbula) y el libro describe un estado de percepción y una forma de mirar y atravesar el mundo. El libro y los diarios del director fueron editados en conjunto por Papel Cosido, de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
Escrituras visuales
Otro joven autor que firmó contrato para que sus novelas lleguen al cine es Gonzalo Unamuno. El autor de Lila confirmó a LA NACION que su trilogía protagonizada por el abyecto Germán Baraja será filmada por Juan Baldana. Para Unamuno, hay varias razones que explican el interés de los cineastas en las ficciones literarias. "Una es que este tipo de ficciones son las que se están leyendo en un universo que, si bien no es masivo, ganó una cantidad importante de lectores. Las grandes editoriales ya están disputando con las medianas o pequeñas el mercado de los escritores de cierto rango de edad, con temáticas que interpelan a la época. Otra razón es que son películas que no demandan grandes presupuestos. Se entrecruzan el bajo costo de producción y el poder del material. Son jóvenes directores que filman a jóvenes autores", dice. Es probable que la versión cinematográfica de Lila, que cierra la trilogía novelesca, se estrene antes que Que todo se detenga, sobre la primera novela de la serie. Ambas se encuentran en etapa de preproducción. Baldana también llevará al cine una novela de José Supera, Limpiavidrios, que cuenta la historia de un trabajador colgado en las alturas de los edificios de oficinas. Supera, nacido en 1981, colaboró en el guión.
"La literatura tiene una fuerza visual que siempre resulta atractiva a los directores", dice Ignacio Luccisano, director de Mekong, Paraná, que actualmente adapta al cine una novela de Natalia Rozenblum (Los enfermos, publicada por Alto Pogo) y un cuento largo de Matías Amoedo, "Un pequeño tornado llegará desde el mar". "El director de cine es un lector ávido, que no solo se siente interpelado por las imágenes que ve en la novela, sino que además tiene la necesidad de crear otras", agrega. Para Luccisano, años atrás estaba "mal visto" realizar una adaptación cinematográfica de novelas. Ahora, en cambio, existe una generación de escritores que están muy influenciados por el cine. "Sus escrituras son demasiado visuales y eso convierte sus libros en cantos de sirenas para futuras adaptaciones", conjetura.
Por Cadáver exquisito, su distopía caníbal que mereció el premio Clarín de Novela en 2017, Agustina María Bazterrica recibió una decena propuestas de directores nacionales y extranjeros interesados en adaptar esa historia al cine o a una serie. "Lo estamos manejando con mi agente literario porque se puede caer muy fácil en algo mal hecho si no son sutiles", advierte la joven narradora. A su vez, La uruguaya, la exitosa novela de Pedro Mairal protagonizada por un escritor que viaja a Uruguay a cobrar unos dólares, avanza en la etapa de preproducción. "Con Hernán Casciari y Christian Basilis terminamos el primer borrador del guión. Diego Peretti está muy involucrado en el proyecto, pero aún no se sabe si él será el protagonista o el director, o ambas cosas", dice Mairal. Y adelanta que al músico y actor uruguayo Jorge Drexler le gustó tanto la novela que les propuso escribir una canción para la película.
En 2019, los espectadores podrán disfrutar de las versiones que los directores hicieron de narraciones de escritores argentinos contemporáneos publicadas en tiempo reciente. Y tal vez, como suele ocurrir cuando el entusiasmo desborda las salas de cine, nuevos lectores querrán conocer de primera mano el material que dio origen a esas películas.