La maestra de la performance da clase en Buenos Aires
Con Marina Abramovic, comienza hoy la primera bienal de esa disciplina
La primera Bienal de Performance comienza hoy, con la presencia de la máxima celebridad de la disciplina, la artista Marina Abramovic, que lleva poco más de 24 horas en el país y ya desató una cacería de selfies (ya nadie pide autógrafos): en el restaurante donde comió, en la muestra Experiencia Infinita, que visitó en el Malba, y en la conferencia de prensa que ofreció ayer. Mozos, artistas y periodistas, cautivados con su calidez. Tanto que ofreció quedarse más y responder preguntas más privadas, y uno de los artistas participantes aprovechó para invitarla a salir (y Abramovic aceptó).
"Cuando empezamos a soñar con esta bienal pensamos que no podíamos hacer la primera edición sin invitar a «la artista» de performance. Le dije que íbamos a comenzarla el día en que ella pudiera. Y acá estamos. Gracias a la Unsam y a Andrea Giunta, puedo decir que los deseos se cumplen y que la artista está presente", dijo Gabriela Casabé, directora de la BP.15, que desde hoy es una realidad y reúne 23 proyectos que se verán a lo largo de 42 días (inscripciones en www.bp15.org).
Abramovic corta el aliento con su piel impecable, su largo pelo renegrido, su mirada atenta y su imponente presencia, que no refleja sus 69 años. Hoy, a las 18, dará en el Centro de Arte Experimental Unsam una conferencia para 500 personas que agotó las inscripciones online en menos de cinco minutos (se transmitirá en vivo por YouTube y se podrán hacer preguntas por Twitter). Pero mañana y pasado, en el mismo espacio, ubicado en Sánchez de Bustamante 75, la artista dictará el workshop Método Abramovic. De 10 a 18, con entrada gratuita y sin inscripción previa, cualquiera podrá ingresar por orden de llegada y quedarse cuanto desee (mientras la capacidad del espacio lo permita).
"La performance tiene un increíble poder de transformación, tanto para el artista que la ejecuta como para el público que la presencia. Durante estos dos días queremos que el público experimente esta transformación de la conciencia. Lo único que tiene que hacer es dejar en la entrada su teléfono, reloj y computadora, y ponerse auriculares para aislarse de los sonidos. Luego comenzará la experiencia, para lo que tienen que confiar en nosotros", invitó.
Abramovic se mostró interesada en el rol del público: "A fines de los 70 cambié mi relación con el público, y para eso decidí que no hubiera asientos. El público podía quedarse tres horas o 30 segundos, cada uno decidía cuánto tiempo quería invertir en la performance. Ustedes nos dan su tiempo, nosotros les damos una experiencia que pueden usar en su propia vida".
-¿Hacia dónde va la performance?
-Es una forma artística viva, y lo que se percibe es energía, que es inmaterial. La performance tiene un destino bastante extraño. Es como un ave fénix que se quema y resurge de sus cenizas una y otra vez. Las crisis económicas tienen mucho que ver. Cada vez que el arte se convierte en inversión, un cuadro se vende en 150 millones de dólares y uno deja de ver el cuadro y sólo ve el dinero involucrado. Pero cuando hay una crisis, la performance resurge porque no cuesta nada generarla. Así que la performance va y viene. En mi opinión, el futuro del arte de la performance son los trabajos de larga duración. Me di cuenta de esto después de hacer una de tres meses en el MoMA. La vida y la performance se convierten en una sola cosa, un vórtice de energía. El artista y el público se convierten en un solo cuerpo. Entonces, primero tuve que lidiar con el dolor físico de estar inmóvil. Cuando ya no luché más, el dolor desapareció. Y entonces podía concentrarme en el otro, en recibir y brindar energía. Y me invadió un amor incondicional por las personas. Cuando me levanté de la silla después de tres meses, ya no era la misma.
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