La niña artista y su diario
Una letra familiar
Por Irene Gruss
Bajo la luna/74 páginas/$ 23
"Nadie escucha su propia voz, que es un rostro. Nadie escucha su propio acento, que es un lugar", escribe Pascal Quignard en un raro y hermoso libro llamado Retórica especulativa . Nadie puede reconocerse en la inflexión de su voz, aunque todos nos sometemos instintivamente a ese sonido que nos guía como un fetiche -un sello- grabado con nuestro nombre en caracteres japoneses.
En Una letra familiar se trata justamente de eso: de seguir en el texto las reverberaciones misteriosas de la propia voz apelando al registro espontáneo de una niña que apunta sus vivencias cotidianas en un diario íntimo. Para ello, Irene Gruss, intuimos, viaja a su pasado, indaga en los recovecos de su infancia como quien se asoma a la esmerada letra cursiva de una niña que recién empieza a vivir, pero que ya muestra una sólida vocación artística y cuyos tesoros más preciados son, además de un disco del Club del Clan, un cuaderno de notas y la pluma fuente que le regaló su padre.
De esta manera, con un cuidado milimétrico, una sensibilidad entre lírica y caligráfica para el dibujo de la frase coloquial, Gruss transcribe las marcas orales, los lugares comunes del habla de una época, que son, en realidad, los verdaderos protagonistas de la primera novela corta que publica la autora, que hasta ahora se había consagrado sobre todo a la poesía. Términos como "tarúpido" o "escorchar", lugares comunes del tipo "hambre loco" o "todavía me dura la bronca" van desplegando una trama sencilla, que no se propone grandes cosas en el plano de la ficción pero que logra aproximarnos con verosimilitud a una infancia signada por las exigencias y las contradicciones de una familia pequeño-burguesa en el marco social y cultural, altamente politizado, de la Argentina de los años sesenta.
La novedad no pasa tanto por el desarrollo de la historia, que narra apenas unos cuantos episodios iniciáticos en la vida de una niña en un lapso que va de la escuela primaria hasta la pubertad, como en la mirada fresca y candorosa con que el texto aborda algunos puntos álgidos de la reciente historia nacional. Hechos de fuerte connotación en nuestro imaginario, como la Revolución Libertadora, el peronismo o la persecución política son presentados de un modo que sorprende y conmueve en los ojos de esta niña que observa y juzga su entorno con una curiosidad no exenta de un agudo sentido crítico; esta niña que prefiere, curiosamente, el Diario de Ana Frank a Alicia en el país de las maravillas , pero que de la misma forma puede deprimirse porque no la dejan, sus padres que militan en el partido comunista, tomar la primera comunión o entrar en un grupo de los Niños Cantores de Viena porque lo consideran potencialmente "nazi".
Como lo hiciera antes en La calma o La dicha , por mencionar sólo algunos de sus libros de poemas, en Una letra familiar , Irene Gruss sabe sacar el máximo provecho a los clisés de una época, darle brillo a unos cuantos lugares comunes, esas "eternas obras maestras" según Cocteau, para entonar una voz granulosa e inconfundible, sabiamente templada entre la magia y el desencanto.