Cine / Aniversario. La película que cuenta el rodaje de una obra maestra
Esta serie de cortas entrevistas incluye el testimonio póstumo de Tullio Kezich sobre Los que hicieron La dolce vita , un documental estrenado en Locarno, que revela, medio siglo después, aspectos desconocidos del film de Federico Fellini
Por entonces no lo sabían, pero aquellos romanos -genuinos o adoptivos- habrían de convertirse en testigos de una de las grandes experiencias del arte y la comunicación del siglo XX: participaban o presenciaban el rodaje de La dolce vita, uno de los films emblemáticos tanto del cine italiano cuanto del europeo. Hoy, a cincuenta años de la peripecia que instalaría a su creador, Federico Fellini, en el centro de una controversia en el mundo de la cultura, los amigos y colegas que han sobrevivido al impiadoso paso de los años se han reunido en un film documental, convocados por uno de los intelectuales más cercanos al cineasta: el recientemente desaparecido Tullio Kezich (ver nota en la página siguiente), decano de los críticos italianos, guionista y escritor. La película se titula Quelli che hanno fatto La dolce vita [Los que hicieron La dolce vita]. A lo largo de una hora y media desfilan una veintena de testimonios (de Magali Noël, Anouk Aimée, Yvonne Furneaux, Dino De Laurentiis...); con producción de Rai-Sat y de la Fundación Fellini, la realizó Gianfranco Mingozzi, y tuvo su estreno internacional en el recién concluido Festival de Locarno. La prestigiosa muestra competitiva, en la 62a edición, rindió así su homenaje a Fellini.
La dolce vita comenzó a rodarse el 6 de marzo de 1959 y concluyó su posproducción hacia fines de ese año, para estrenarse, con estrepitosas reacciones y escándalos, en febrero de 1960. Además de la presentación del documental evocativo en Locarno, una velada especial movilizó emociones en L´isola del Cinema [La isla del cine], una actividad veraniega ya clásica aquí, en Roma, con exhibición de películas al aire libre y que se cumple todos los años en la isla Tiberina, vecina al Trastevere, con la dirección de Giorgio Ginori. La gala consistió enun concierto de la Banda dei Carabinieri (que interpretó música compuesta para películas, especialmente de Nino Rota) y en la proyección de una copia restaurada de La dolce vita, precedida por palabras de algunos de los participantes del documental de Mingozzi: Umberto Rondi (hijo de Brunello, uno de los guionistas de Fellini en la célebre película), el historiador Vittorio Boarini (ex director de la Cineteca de Bolonia y actual director de la Fundación Fellini, de Rímini) y la actriz Valeria Ciangottini, una de las escasas sobrevivientes del elenco del film. Otro de los invitados a esta gala a orillas del Tíber fue el realizador del documental, Gianfranco Mingozzi, pero una desdichada circunstancia lo inhabilitó para la ocasión y también le impidió asistir a la presentación de su film en Locarno.
Ciangottini, hoy sexagenaria, ocultó su emoción tras unos anteojos oscuros al referir su encuentro con Fellini, quien había convocado a niñas de 12 a 14 años para actuar en una escena al parecer importante. "Me sentí tentada a competir -contó- pero mis padres se opusieron. Con una trampita logré participar de las provine (pruebitas) y tuve algunos diálogos con el director, quien me advirtió que había muchas otras niñas en la lista de las candidatas a ese intrigante rol. Después de varias rondas eliminatorias, quedé seleccionada y esa escena fue mi primer paso en una larga carrera como actriz." Su aparición, en efecto, no pasó inadvertida: Valeria es la niña que dialoga ingenuamente con Mastroianni en la celebrada secuencia final de la madrugada en la playa de Fregene, cuando descubren el monstruo marino sobre la arena.
Por su parte, Vittorio Boarini explicó a adncultura las razones por las que la legendaria actriz hollywoodense Louise Rainer fue entrevistada por la cámara de Mingozzi para Los que hicieron..., a pesar de no haber actuado en el film original:
En efecto, Louise no formó parte del elenco definitivo de La dolce vita -dice el ex director de la Cineteca de Bolonia-, pero era la candidata deseada por Fellini para el personaje de la amante del periodista Rubini- Mastroianni. Discutieron durante dos meses el posible trazado de este carácter y sus implicancias en el guión. Fellini quería contar con ella a toda costa, tal vez porque en su adolescencia la había admirado en sus films de Hollywood, pero Louise no quería aparecer como la amante sino como la esposa del protagonista. No hubo acuerdo, las discusiones acabaron y Federico terminó convocando, para el personaje de la amante, a Yvonne Furneaux, quien finalmente fue la intérprete. Louise Rainer lo cuenta en el documental con admirable precisión, sobre todo teniendo en cuenta que ya cumplió... 99 años.
El biógrafo, el amigo
"La nota triste es que Gianfranco Mingozzi, el realizador de este documental, no estuvo con nosotros en Locarno, el día de la première", nos confió hace tres semanas Tullio Kezich, alma máter de este proyecto. La vida tiene ironías amargas: él mismo habría de morir antes de la publicación de este artículo. "Mingozzi sufrió un infarto, caminando por la calle, y desde entonces permanece en coma", dijo. Amigo de Fellini, Kezich escribió dos volúmenes biográficos sobre el artista de Rímini: Fellini (1985) y Federico (2002). El veterano crítico triestino explicó las razones de la elección de Mingozzi para dirigir el documental:
Mingozzi era un muchacho de 25 años (ahora tiene 75) y por entonces acababa de graduarse en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, y Fellini lo designó pizarrero (me parece que ad honorem) para dar el primer ‘chak’ del rodaje; creo que lo que filmaron ese día fue la secuencia de Anita Ekberg subiendo la interminable escalera del Vaticano, seguida por Mastroianni.
Y, por supuesto, el amigo no se iba a perder esa filmación:
Desde que comenzó, en marzo del 59, y hasta septiembre, asistí a las riprese como cronista de cine pero también como amigo. Y más adelante, claro, fui testigo del revuelo que se armó después del estreno; las objeciones del Vaticano eran fuertes (las de la izquierda también) y la gente se precipitó en masa para ver el film por temor a que lo secuestraran.
El proyecto de filmar esos testimonios se originó en un emprendimiento de Kezich: "Surgió a partir de un libro mío, publicado hace poco por Sellerio, a raíz del cincuentenario, y que se titula Noi che abbiamo fatto La dolce vita" [Nosotros, los que hicimos La dolce vita].
Era inevitable formularle a Kezich una pregunta en perspectiva histórica:
-Ustedes, críticos y amigos, ¿tenían por entonces una idea de la importancia de aquella filmación?
-Todos conocíamos y admirábamos el talento de Federico, pero las dimensiones y la trascendencia que aquel film iba a alcanzar creo que nadie las imaginó.
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