Laboratorio sin límites
La calle es una galería a cielo abierto cada vez más sorprendente gracias a las troupes aficionadas a dar color a la ciudad con esténciles, grafitis, stickers y afiches
Es sabido que el arte callejero está en boca de todos. Así llegó al punto de inflexión en el que se encuentra ahora, entre la masividad, el interés general y el entretenimiento, la domesticación y la inevitable institucionalización.
En la Argentina se respira la consolidación de un movimiento, un estilo que comparte con el grafiti el soporte, los materiales y los colores. Pero no es lo mismo; no es su evolución ni su consecuencia, aunque es imposible negar su influencia. Si se lo quiere denominar con un término específico, éste sería algo así como graf-art : una fusión entre el desprendimiento del grafiti, el diseño gráfico y el arte. A escala internacional, hace varios años que se abre camino en la industria de la moda, el cine y las galerías de arte. Como suele pasar, tuvo que triunfar en el exterior para volver consagrado al país. De dónde viene el graf-art , quiénes llevan la bandera y hacia dónde van son preguntas con múltiples respuestas.
Agrupados en colectivos o crews , ilustradores, diseñadores gráficos, artistas plásticos, estudiantes y autodidactas con apodos de fantasía intervienen el espacio público, como parte de su proceso de creación y porque les resulta divertido. Varían su formato convencional de trabajo debido a las grandes superficies que les ofrece la calle; juegan con el contexto, aceptan el deterioro y la impredecibilidad, aumentan su exposición e interactúan con otros artistas.
"La calle es un laboratorio donde se ponen a prueba las obras de manera tangible y pragmática. Estoy pintando o dibujando y ya lo está viendo alguien, se transforma", dice la artista plástica María Bedoian, que en arteBA 09 expuso en la galería Consorcio de Arte cuadros-objeto en acrílico, emparentados tanto con sus pinturas del puente de Juan B. Justo como con las del Centro Cultural Borges.
En la misma edición de la feria, el Barrio Joven Chandon convocó a cinco artistas para intervenir el espacio y pintar un mural en vivo. "La idea fue darles un espacio lo más limpio posible para que ellos pudieran trabajarlo con total libertad: técnica, criterio, contenido. Obviamente, no es arte urbano. Es la técnica, los materiales, la forma de pintar y el lenguaje traídos a un espacio indoors ", contó Pablo Naumann.
Pum Pum, una de las ilustradoras invitadas por él al Barrio Joven, participó hace dos años de una muestra colectiva de Street Art en el Centro Cultural Rojas, curada por Máximo Jacoby y Ezequiel Black. Ella opina que cambiar de ámbito acerca este tipo de arte a un público que en la calle lo ve sin mirar. Sus personajes se repiten en remeras, postales, cuadros y paredes.
"Una vez que tenés tu propio estilo, es sólo variar el soporte. Pintar en la calle enriquece más que restar. Las pintadas suman estéticamente a la ciudad: son cuadros que la gente que pinta le regala a la gente que pasa caminando", agrega la ilustradora Caro Chinaski, que además pega stickers y dibujos originales. "Que esta escena se formara y llegara a este punto fue todo un proceso", explica CHU, del Colectivo Doma. "Todos tenemos alrededor de 34 años y llevamos diez de trayectoria, de laburar mucho de una manera autogestionada, autofinanciada e independiente. Pintamos en la calle como medio de expresión, pero es una más entre las mil cosas que hacemos dentro de una propuesta global. Venimos del diseño gráfico y del diseño de personajes".
Tec, Nasa y Tester fueron los otros tres artistas invitados al Barrio Joven Chandon. También plasman sus estéticas en los más variados formatos, desde lonas, bolsos, almohadones y remeras hasta libros, muñecos, stickers y cuadros. Pintan con Defi, famoso por sus dibujos de gatos, que, entre otras cosas, diseñó una serie limitada de remeras para la marca Comme des Garçons.
Porque la estética de este arte se presta para múltiples aplicaciones, formatos y contextos. Excede los límites del urbanismo, pero se vale de él para la construcción de un espectador-usuario al que le resulta familiar y por ende tiende a aceptarlo. En abril pasado, Gachi Prieto expuso en la galería que lleva su nombre la muestra Buenos Aires Salvaje, que r eunió a cuatro artistas a los que ella considera que poseen valores permanentes, con un nivel de madurez que permite que sus obras puedan perdurar en el tiempo. "Cuando les das la categoría de artistas al invitarlos a exponer en una galería, la gente lo aprecia de otra manera. La muestra tuvo mucha más asistencia que otras. Y no sólo eso, el público fue más heterogéneo y las ventas fueron buenas", resume Gachi.
La lista continúa. Poco a poco, el graf-art tuvo más participación en el circuito del arte y el diseño. En el crítico 2001, Marino Santa María intervenía las fachadas de 40 casas en Barracas con su proyecto Calle Lanín, con el cual transformó una zona de lo que supo ser un barrio aristocrático en un inesperado paisaje cotidiano; un recorrido de arte abstracto a cielo abierto. Hace varios años que el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario viste ilustraciones de Agustina Núñez, y el Palais de Glace, el Centro Cultural Rojas, la Feria Puro Diseño y el reciente Festival Ciudad Emergente supieron incorporarlo a sus agendas. "Estamos pintando una referencia a un cuadro Sin pan y sin trabajo , de Ernesto De la Cárcova, una representación de la obra con nuestros propios personajes y estilo", explicó Larva en el Centro Cultural Recoleta, mientras insistía en que lo que estaban haciendo no era grafiti.
Soportes varios
A los artistas de graf-art más destacados de la escena latina se los puede ver en plena tarea en Paredes que Hablan, un ciclo de micro-programas dedicado al arte urbano que, hasta fines de agosto, emite I-Sat (consultar programación en Facebook, Twitter o en www.isat.tv ). Entre ellos figuran Gualicho, un artista reflexivo, introspectivo, constructor de metafóricos mundos y seres en colores vibrantes, y Jazz, escenógrafo, artista plástico y grafitero, que une el hiperrealismo tridimensional con el filete argentino. En papel, el primer libro sobre el tema es Graffiti Argentina, de Maximiliano Ruiz y editado por Thames & Hudson, que se distribuirá en la Argentina en septiembre ( www.graffitiargentina.com ). Una investigación con imágenes y entrevistas sobre el arte urbano local: esténcil, grafiti, stickers y afiches. Por último, para aquellos que estén dispuestos a realizar un tour de arte a pie, Graffiti Mundo ( www.graffitimundo.com ) es un paseo por la ciudad, una invitación a recorrer la galería a cielo abierto que son las calles porteñas, con la curaduría y los comentarios de dos expertas en el tema.