Las mujeres y la crisis: dos lecturas sobre una colección en Diagonal Sur II
Las segundas partes pueden ser también muy buenas. Esta nueva edición de "Diagonal Sur", que inauguró el jueves pasado en el Centro Cultural Borges, reúne obras de arte contemporáneo argentino, bajo la mirada del crítico francés Philippe Cyroulnik.
Las obras pertenecen a una de las colecciones más grandes del período reciente, la de Esteban Tedesco, que cuenta con 1800 piezas. A comienzos de 2016 ya se había visto un panorama de su acervo, cuando el mismo curador tomó todas las salas del centro cultural para presentar 400 artistas. Esta vez, lo hace en dos muestras separadas, cada una con su eje, concentradas en salas diferentes, con la colaboración en la curaduría de la artista Verónica de Toro y la producción general de Lía Cristal.
Una apuesta interesante es la de La otra mitad del mundo del arte (Fragmento), con trabajos sólo de artistas mujeres. A la vez que muestra una evolución de los gustos del coleccionismo y su subjetividad intrínseca, presenta artistas que pertenecen en su mayoría a la generación de los años 1990-2000. "En este contexto de surgimiento de la voz de las mujeres en el mundo del arte, quería proponer una exposición para ver el lugar de las mujeres en colecciones privadas–dice el curador–. Con la misma calidad, no estamos en una situación equilibrada. Es por eso que elegí un enfoque más sociológico al presentar a todas las mujeres de la colección sin tener en cuenta mis preferencias personales".
Las 69 artistas participantes se van agrupando por temas. Comienza el recorrido con una gran foto de Niní Marshall por Annemarie Heinrich, y el retrato y sus variantes continúa con las fotos de sí misma de Flavia Da Rin, el dibujo de un conejo con vestido de novia de Liliana Porter, fotos de artistas de Cecilia Glick y una progresión de formas embolsadas de Claudia Fontes. Sobre el paisaje hay un collage de Rosana Schoijett lo mismo que la pintura atmosférica de Paola Vega, pintura sobre durlock de Catalina León, una acuarela de Teresa Pereda o un dibujo de Mónica Millán. En la abstracción hay trabajos de Mariela Scafati, Silvana Lacarra, Déborah Pruden, Magdalena Jitrik, Silvia Gurfein, Graciela Hasper y Karina Peisajovich, entre otras. Hay tapices de Josefina Robirosa e Inés Raiteri, grandes pinturas de Alejandra Seeber, Juliana Iriart, Valeria Maculán, Tristana Macció y Ad Minoliti, dibujos de Ana Gallardo y esculturas de Cristina Piceda, Nora Iniesta y María Causa, entre otras.
"La muestra simplemente quiere preguntarnos sobre el número de mujeres en colecciones públicas y privadas. Esto nos permite ver el lugar de las mujeres en el mundo del arte, su diversidad en la producción y los temas", señala Cyroulnik. El núcleo de esta colección está formado por artistas posteriores a los años 80’, aunque aparecen algunas artistas históricas, como Liliana Maresca, Marta Minujín o Alicia Penalba. "En comparación con el número de hombres en la colección (144), las mujeres representan el 48% de los hombres, lo cual está lejos de ser insignificante. Con respecto a la totalidad de los artistas en la colección (213), representan el 32% de los artistas en la colección", analiza.
"¿Qué puede el arte en tiempos de crisis?", la otra exposición, alude a la capacidad del arte de mostrar una realidad sin nombrarla, y cuenta con trabajos de catorce artistas. En el ingreso están las esculturas de mostacillas de Karina El Azem, un tríptico tamaño mural de Federico Colletta pintado con acrílico y óleo fabricado a partir de cenizas y fotos Gian Paolo Minelli. Un piso más arriba, continúan las obras inquietantes. Sobre una pared, hay grandes fotografías de espacios vacíos: Tribunales en negativo por Jorge Miño, un banco obturado en lápiz por Nuna Mangiante, un auditorio fantasmal de Gabriel Valansi, una luz que se cuela por los agujeros de un techo de Marcela Astorga y tres grandes retratos de Marcelo Grosman. "Para mí son Cristo y los dos ladrones", dice el curador. Hay documentos intervenidos por Roberto Jacoby, huellas de pisadas de Jorge Macchi –el talón es una cúpula de una catedral vista desde adentro–, y más obras de Beto Álvarez, Luciana Lamothe, Santiago Rey y Elisa Strada.
El título tiene inspiración literaria. "Cité una frase del poeta alemán Holderlin que deliberadamente cambié de su contexto de enunciación. Estas obras están inscritas en un mundo del que transmiten ecos, sin representarlo necesariamente. Con su propio poder pueden encarnar o hacer resurgir los cantos, los gritos y los fantasmas de nuestra humanidad. Condensan en ellas la materia de vidas y de experiencias múltiples", dice.
Cyroulnik es francés, pero viaja a Buenos Aires regularmente desde 1989, y ha organizado exposiciones en galerías y museos, y ha escrito y editado libros de artistas. ¿Qué lo atrae del arte de estas tierras? "Una mezcla de modernidad y melancolía, la fuerte calidad plástica y poética de muchos artistas, y profundas amistades. Una fuerte relación emocional con esta ciudad y país, tanto como con su arte, su historia y sus heridas. Eso es todo lo que me hizo construir este vínculo tan fuerte. Pero creo que las demandas críticas que son mías están en la cúspide de este vínculo".
Para agendar
Centro Cultural Borges
Viamonte 525
Lunes a Sábados 10 A 21 y Domingos, 12 A 21