Las preguntas de María Kodama
Mientras mira el jardín de la casa de Borges, fluctúa entre dos mundos sin saber cuál es el real; el ilustrador Matteo Pericoli muestra el paisaje que ella describe en este texto
En una casa del barrio de la Recoleta, en Buenos Aires, hay una ventana privilegiada por un doble motivo: da a un pulmón de manzana, lo que permite ver el cielo y tener un espacio lleno de plantas, árboles y enredaderas que trepan por las paredes de las casas vecinas y que van marcando, con el cambio de sus colores, el transcurso de las estaciones; el otro motivo es que esa ventana custodia "la biblioteca de Babel", es decir, la mítica biblioteca de Borges, con antiguos libros en cuyas portadillas están las notas tomadas por él, con su diminuta letra de miope.
Mirando por esa ventana, mientras va cayendo la tarde, en medio de mi trabajo me invade en la primavera, en el verano, el perfume de los jazmines y el de los azahares que producen una voluptuosidad increíble, mezclándose con el olor del cuero y del papel de los libros, ese aroma que tanto agradaba a Borges.
Esa ventana ofrece una sorpresa: desde ahí se puede ver el jardín de la casa donde Borges vivió y escribió "Las ruinas circulares". Precisamente por esa casa que obró como el Ker, el azar para los griegos, al que hasta los dioses debían acatar, puedo fluctuar entre dos mundos y a veces preguntarme, al estilo de Borges, cuál es el "real". ¿El que veo desde la ventana bañado por el esplendor del sol o la delicadeza del poniente, con esa casa que fue de Borges, o el de "la biblioteca de Babel", con esos anaqueles repletos de libros que guardan aún la caricia de sus manos...?