Las zonas incómodas de las ideas
Los chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña instalaron en el Mamba la escenografía mutante de su primer largometraje; la filmación, abierta al público, avanza dentro del museo
La sala está a oscuras. La única luz que atraviesa un hueco en la pared invita a espiar qué hay del otro lado. A la manera de Étant donnés , la memorable instalación de Marcel Duchamp, también descubrimos parte del cuerpo de una mujer. Y el mismo clima misterioso en el hogar mutante que los chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña construyeron dentro del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba).
En este caso, la instalación es sólo parte de la obra. Se trata de un work in progress destinado a itinerar por varias instituciones mientras se transforma en La casa lobo , primer largometraje de los artistas de 33 años. Los minutos iniciales del film se proyectan en el Mamba junto a Lucía y Luis , cortos realizados con Niels Atallah que cosecharon varios premios, y a Los Andes , exhibido en 2013 en la Bienal de Venecia.
En todos los casos, gracias a la técnica del stop motion , las paredes cobran vida para dar lugar a escenas tétricas. Una combinación de fábula infantil y pesadilla, acompañada por siniestras voces guturales. Habitada por cerditos chilenos, La casa lobo aloja a una joven alemana y se convierte en una cárcel que cambia de forma cada vez que ella pretende salir.
"Nos interesa mucho jugar con temas relacionados con el inconsciente, con los mitos. Y lo terminamos llevando a un lado oscuro y tenebroso", dijo a adn Cociña durante una pausa de la filmación en el Mamba, donde se lo puede ver en acción hasta mediados de este mes. "Los dos crecimos en el último período de la dictadura, y eso es importante en el trabajo -agregó-. Hay una imagen que siempre surge pero nunca cabe en el guión: la de los carabineros pasando por fuera de la ventana, como lobos. Tu casa es el último refugio que tienes, pero sin embargo en ese contexto igual era violable."
-¿Por qué es tan recurrente el tema de la casa mutante en sus obras?
Las historias de terror tienen lugar en gran parte en una casa porque es como una tercera piel: la ropa te da identidad y la casa te abriga, te protege. Entonces, imagino que el hecho de que la casa cambie es lo más terrorífico que te puede pasar. Además nos parece que la casa es una especie de metáfora de un espacio psicológico. Creo que los espacios cambian con tu estado de ánimo; el paso entre sentirte cobijado o amenazado o encerrado es psicológico, porque sigues estando en el mismo lugar.
Sin saberlo, Cociña aportó así una buena imagen para ilustrar las transformaciones que se produjeron en el Mamba desde que asumió Victoria Noorthoorn, el año pasado, e impuso el lema "el museo es un organismo vivo". El lugar es el mismo pero parece haber otro clima en el edificio de San Telmo, donde Luis Terán acaba de instalar su taller durante un mes. "Queríamos hacer un museo que tuviera movimiento, que los artistas estuvieran acá", dice Javier Villa, curador de La bella y la bestia , la muestra de León y Cociña.
Villa no sólo se sintió atraído por las alusiones universales en las obras de los artistas chilenos sino también por sus referencias a la realidad latinoamericana, profundizadas según él después de su experiencia en una residencia en Holanda. Eso es evidente en Los Andes , corto que retoma las teorías míticas sobre el origen de América del escritor nazi Miguel Serrano, cultor del "hitlerismo esotérico". "Nos gusta inspirarnos en filosofías, ideas que no compartimos -aclara Cociña-, ver hasta dónde se puede llegar en términos políticos y simbólicos adoptando la piel de otro. Nos parece más divertido jugar un juego de roles que hacer un trabajo biempensante de izquierda... Nos gustan más esas zonas incómodas de las ideas."
Ficha. La bella y la bestia, de León & Cociña, en el Mamba (San Juan 350) hasta el 6 de abril