María Dueñas: "Las historias universales tienen un factor humano que cautiva"
La escritora española, autora del best seller mundial El tiempo entre costuras, reflexiona sobre las causas del éxito y la identificación con sus personajes; estará, desde mañana, en el Ciclo Verano Planeta
Pocas veces las historias de los libros tienen una influencia tan arrolladora. Bebés nacidas con el nombre Sira porque alguno de sus padres leyó El tiempo entre costuras, o un fin de semana en el norte de Marruecos que una agencia de viajes convirtió -con permiso de la autora- en el Tour Sira Quiroga son ejemplos de lo que sucedió con las hazañas que creó la española María Dueñas. "Numerosos establecimientos hicieron un uso un poco interesado del título de la novela para adaptarlo a tiendas de labores, a negocios de costura", comenta la escritora, que llegó a la Argentina para participar en el vigésimo aniversario del Ciclo Verano Planeta (www.ciclosplaneta.com.ar). Mañana estará en Pinamar; el miércoles, en Mar del Plata, y el sábado, en Bariloche para hablar con los lectores sobre su última novela, La templanza.
Podríamos seguir sumando consecuencias de ese éxito apabullante, que irrumpió en su vida de manera intempestiva y la colocó en los ránkings de ventas una y otra vez, como no podía ni siquiera imaginar esta doctora en Filología Inglesa cuando pertenecía al mundo académico.
Con cinco millones de libros vendidos en 27 idiomas (su primera novela se reeditó en la Argentina 23 veces y en España, 53), es difícil adivinar qué puede sorprenderla más. Que la traten como una rockstar en los encuentros con los lectores, la fama repentina que le arrebató el anonimato cuando camina por la calle o la enorme aceptación de la que goza entre el público asiático. Dueñas recuerda cuando estuvo en Pekín y Shanghái, en la Feria del Libro de Taipéi, en Taiwán, y en Tokio. "Ahí me di cuenta de que las historias universales tienen un factor humano que cautiva."
Dueñas vive en Cartagena, España, pero tiene ese trasiego permanente entre la costa mediterránea, donde se encierra a escribir, y Madrid.
La templanza está a punto de convertirse en producto audiovisual, como sucedió con El tiempo entre costuras. La serie, que se emitió en la televisión española y llegó a convertirse en un éxito sin precedentes -seguida por casi cinco millones de espectadores en su primera emisión- también se puede ver en Netflix.
En sus tres novelas -El tiempo entre costuras (2009), Misión olvido (2012) y La templanza (2015)- los protagonistas son inmigrantes. ¿Cómo fue su experiencia viviendo fuera de su país? "He sido transterrada -dice- desde que me fui a los Estados Unidos cuando tenía 21 o 22 años, al terminar mi carrera universitaria en España. Me fui a las nieves de Michigan, junto a los grandes lagos, en un territorio que no podría ser más extraño, más diferente a mi país y a mi entorno. Vivía en un campus en el que había estudiantes del mundo entero. Fue un enorme cambio vital, fue abrir los ojos a un universo radicalmente nuevo, en relación con los orígenes de la gente que conocí, las distintas maneras de plantarse ante la vida, de ver el mundo, las rutinas, los valores de cada uno. Fue una experiencia absolutamente enriquecedora que marcó mi vida y me hizo ver todo mi futuro a través de unos ojos distintos."
Sus personajes muestran grandes dosis de humanidad, y todos han ido tomando un vuelo un tanto diferente al que en principio les tenía preparado. "Parece imposible, pero te sorprenden y piden nuevos destinos. Y en ese sentido soy bastante flexible con lo que hacen, normalmente les concedo todo lo que creo que puede ser conveniente para la narración. Quizá, la que más se me fue de las manos fue Sira Quiroga, que acabó convertida en una mujer mucho más compleja, más sofisticada y más evolucionada de lo que yo había pensado para ella. Mauro Larrea tiene más de mí que mis personajes femeninos", dice entre risas. "Sira es una mujer de otro tipo, de otra edad, de otra coyuntura social, cultural y económica. Tengo muy poco que ver con ella, excepto algunas cuestiones muy comunes como el sentido de la responsabilidad, no tirar la toalla." Con Blanca Perea, un personaje mucho más contemporáneo, comparte el haber pertenecido al mundo académico durante largos años. "Pero mi vida no es la de Blanca, ni la suya mi manera de pensar ni de sentir."
Los mundos de la costura, la universidad y el vino son los carriles por los que avanzan las historias que escribió. ¿Qué representan cada uno de ellos en su vida? La costura, muy poco. "Más allá de los disfraces de mis hijos para las fiestas de carnaval, realmente soy poco experta", se ríe.
Casi todos los conocimientos que volcó en su primerbest seller vienen de recuerdos de haber ido a casas de modistas cuando era chica. "Éramos ocho hermanos y mi madre compraba muchos rollos de tela, los llevaba a la modista y nos hacía ropa igual para todos. De ahí me vienen muchas memorias de cómo cosían sentadas en las sillas bajitas, de cómo cortaban y marcaban, entonces mucho es recuerdo y mucho, también, documentación."
Y con respecto del mundo vitivinícola en el que se desarrolla La templanza, cuenta que es una gustosa consumidora de vino desde hace muchos años. "Soy una conocedora más mediana, no soy una sommelier, pero sí me gusta el vino en general y me gusta mucho el vino de Jerez en particular; de ahí el interés en recuperar todo aquel mundo de esplendor de las bodegas jerezanas", se entusiasma.
Habrá que esperar unos cuantos meses para leer su cuarta novela, de la que se puede adelantar que por primera vez el protagonismo va a estar distribuido entre tres personajes en partes iguales.
"Tres personajes que son muy cercanos pero que a la vez tienen una singularidad. Va a haber un equilibrio entre ellos, los tres van a llevar el peso de la novela, a veces de manera conjunta, a veces de modo paralelo y a veces de manera separada. En ese sentido, sí que va a ser distinta, con un color más coral. Estoy trabajando a muy buen ritmo, pero todavía no sabemos si se publicará para finales de este año o principios de 2018", concluye.