Poesía argentina. Milonga
Oliverio Girondo
Sobre las mesas, botellas decapitadas de
"champagne" con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que transuntan enflaquecidos
brazos y espaldas de "cocottes".
El bandoneón canta con esperezos de gusano
baboso, contradice el pelo rojo de la alfombra, imanta
los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos que se quiebran en un corte ritual, la cabeza
hundida entre los hombros, la jeta hinchada de
palabras soeces.
Hembras con las ancas nerviosas, un poquitito
de espuma en las axilas, y los ojos demasiado
aceitados.
De pronto se oye un fracaso de cristales. Las mesas
dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire. Un
enorme espejo se derrumba con las columnas y la
gente que tenía dentro; mientras entre un oleaje de
brazos y de espaldas estallan las trompadas, como
una rueda de cohetes de bengala.
Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de
violeta.
Buenos Aires, octubre, 1921.
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