Musulmanas en pie de guerra
En La fuente de las mujeres, el director rumano Radu Mihaileanu cuenta una historia de rebeldía sexual al modo de Lisístrata, pero en el mundo árabe
Nacido en Rumania, Radu Mihaileanu emigró de su país por la brutal dictadura de Nicolae Ceausescu. Un hipotético viaje de visita a su abuela en Tel-Aviv fue la excusa que le permitió salir rumbo a París y al exilio. Graduado en el Idhec (Institut des Hautes Études Cinématographiques), su trayectoria fue conocida internacionalmente gracias a la inolvidable El tren de la vida , por la que le otorgaron el premio Fipresci en Venecia. Como raro privilegio para los espectadores argentinos, se pudieron ver en nuestras pantallas tanto ésa como sus dos películas posteriores: Ser digno de ser y El concierto . A ellas se añade ahora la sensible y humana La fuente de las mujeres , aplaudida en el último Festival de Cannes. En este film, la acción se sitúa en un pueblo perdido en algún lugar entre el norte de África y Medio Oriente. Allí la tradición obliga a las mujeres a buscar agua en las montañas bajo el tórrido sol del desierto. Cansadas, un día acuerdan una huelga de sexo hasta que los maridos se ocupen de la situación.
Mihaileanu, premiado por su trayectoria en la última edición de Pantalla Pinamar, conversó con adn sobre la película, que ahora llega a los cines argentinos.
-Sus películas son dramas con inteligentes dosis de humor. ¿Qué aparece primero al momento de escribir sus historias?
-Cuando escribo un guión, desde el primer momento están las dos raíces, la tragedia y la comedia. En La fuente de las mujeres , cuando ellas deciden hacer una huelga de sexo, aparece el humor. Pero existe una parte trágica, porque la decisión lo es y, por ende, también son trágicas sus consecuencias. Durante la escritura me preocupo de que haya un equilibrio entre estas dos vertientes. A veces la comedia le da cierto respiro a la historia, y también al espectador y a mí mismo. En esta película cumplen la misma función los cantos y la danza: siempre tiene que haber un equilibrio.
-¿Las canciones de la película pertenecen a la tradición folklórica o son de su autoría?
-Con Alain-Michel Blanc, mi amigo y coguionista, intentamos pasar bastante tiempo conviviendo con la cultura que queremos retratar. En este caso, vivimos en varios de estos pueblos y entrevistamos a muchas mujeres. En algunas comarcas eso causó rechazos, pero en otras participábamos en las fiestas locales. Tomamos prestada la música para reflejar la forma de comunicación entre las mujeres y reescribimos las letras acorde a lo que necesitaba la historia.
-¿Cómo fue su primer acercamiento al cine, considerando la censura que hubo en Rumania?
-Tuve en la infancia un acercamiento a la vez profundo y superficial con el cine. Todos los domingos por la mañana iba a ver cine mudo. Ahí descubrí a Chaplin, que me marcó mucho, aunque en esa época no me diera cuenta. Veía que con sus películas todos estaban contentos, que se reían y que era posible que en la vida el más chiquito se impusiera al más grande. Ésa fue una marca indeleble para mí. Bajo la dictadura de Ceausescu el cine estaba muy poco desarrollado y muy censurado, a diferencia de la danza y el teatro, que también adoraba y que no tenían tantas limitaciones. En verdad, mi sueño era ser dramaturgo. El cine fue un accidente feliz al llegar a Francia.
-En su momento, se comentó que a Roberto Benigni se le había ocurrido la idea de La vida es bella después de haber visto El tren de la vida .
-Por fortuna ha pasado mucho tiempo. Le remití mi guión a Benigni y él me dijo que no podía aceptar un papel como actor, entre otras cosas, porque él dirige las películas que protagoniza. Eso fue todo. Después tuve dos largos años de espera hasta poder filmar. Era muy difícil convencer a los actores de que participaran en una comedia enmarcada en el drama del holocausto nazi. En ese lapso, Benigni hizo su película y cuando yo empecé a filmar él ya estaba terminando de montar la suya.
-¿Cómo se une su apellido con el de Lucian Pintilie, el prohombre del cine rumano?
-Gracias a una pequeña coincidencia: Duminica la ora 6 , la primera película de Lucian Pintilie, cuenta la historia de mi papá, y fue escrita por él. Trata del encuentro de mis padres, y con mi hermano aparecemos en la película cuando éramos niños. El único cineasta rumano conocido internacionalmente durante la dictadura fue Pintilie.
-¿Qué piensa de los nuevos realizadores rumanos?
-Soy muy amigo de todos los directores de la nueva ola del cine rumano, y de alguna manera considero que son herederos del cine de Pintilie, realista y tragicómico a la vez. No formo parte de esa nueva ola por varias razones: soy un poco más viejo y tengo un estilo diferente. También tengo una historia que impide que mi cine sea puramente rumano.
-Con La fuente de las mujeres no se puede dejar de pensar en Lisístrata , de Aristófanes.
-En rigor, todo surgió de una combinación: una noticia que leí, la documentación que fui sumando en los pueblitos marroquíes y, un poco, la prolongación de mi imaginación. Traté de tomar muy poco de Lisístrata , si bien es una obra fundamental, porque había muy pocos puntos de contacto.
-¿Cómo reunió al elenco de La fuente de las mujeres ? ¿Son todos actores no profesionales?
-No, están mezclados. Y eso hizo que fuera muy largo y complicado integrarlos, porque no quería una unidad idiomática como las que hace Hollywood, suponiendo que existiera una sola lengua árabe. Elegí el dialecto árabe de Marruecos aunque la película no transcurre en ningún lugar específico y está hecha al modo de los cuentos orientales. No todos los actores hablaban el árabe marroquí. Hablaban también argelino o tunecino.
-Pero la película tiene una real unidad de dialecto.
-Sí, para lograrla decidimos incluir profesores, con el fin de que algunos actores estudiaran los diálogos por fonética. Así logramos unificar el acento. Pero surgió otro problema: los actores marroquíes tuvieron que adaptarse y hablar con el mismo acento de la gente del pueblo, que también intervino.
-¿Cómo fueron elegidas las locaciones?
-No fue simple encontrar el pueblo, porque quería uno que fuera horizontal pero que, a su vez, tuviera montañas y una fuente de agua. También tenía que estar en el límite entre la realidad y el cuento de hadas. Cuando finalmente lo conseguí, pintamos con colores fuertes ciertos detalles para acercarlo más a ese mundo feérico.
-Es una película muy diferente de El concierto ...
-Me propuse una ruptura respecto de El concierto , porque tenía necesidad de estar muy cerca de los personajes y de filmarlos más desordenadamente, como un documental, con cámara en mano. Dejé los planos largos muy cuidados para retratar la impactante geografía. Tenía una cámara de 35 milímetros, muy liviana y pequeña. El único problema fue que el terreno estaba muy desnivelado.
-¿Qué repercusión tuvo La fuente de las mujeres en los países árabes?
-La película tiene coproducción marroquí y está filmada en Marruecos. De hecho, es el film más exitoso del país en los últimos diez años. Incluso fue reprogramada en ocasión del Día de la Mujer en varios cines. El respeto por la igualdad de hombres y mujeres era uno de los objetivos de mi película. El otro, que la religión no sea un obstáculo en la búsqueda de esos derechos. También se proyectó en Túnez el día de las elecciones, algo muy arriesgado por parte del distribuidor, en el Líbano, donde está el Hezbollah en el poder, y en Jordania. El hecho de que las mujeres fueran al cine con sus familias fue mi victoria personal, porque quería darles una herramienta de emancipación.
-Junto al tema de la mujer está el de la religión. ¿Cómo se vive en la actualidad el islamismo en Francia?
-Tenía que comprender el texto y los contextos políticos y dar mi punto de vista sobre uno de los temas de la película que es el fundamentalismo, que causa el mayor mal a los musulmanes dentro de los países árabes. Para hablar de eso tenía que entender la religión desde su punto de vista. Además de las lecturas del Corán que hicimos, entrevistamos a teólogos clásicos y modernos. También a gente común, para conocer sus sentimientos al respecto. Sigo muy de cerca las revoluciones en los países árabes y considero que a Occidente le cuesta mucho comprender que la religión es muy importante para la identidad de estos pueblos.
-¿Qué es el cine para usted?
-La posibilidad de que las historias y las culturas me tomen de la mano. Una película es para mí como un viaje que me obliga a conocer y comprender al otro. A través de mi trabajo ofrezco la belleza de esa cultura al espectador y voy encontrando los elementos que me preocupan: la dignidad, la democracia, la inteligencia, los recursos del hombre frente a la barbarie y el diálogo del ser humano con el infinito.