Novela de ideas
El último libro de Jorge Asís recrea la historia de Carlos Hipólito Sarrategui Lesca, un empresario del sector ganadero argentino, de ideas nacionalistas y antisemitas, admirador de Charles Maurras y de Leopoldo Lugones.
El relato toma como punto de partida la década del 30, momento en que el protagonista se establece en París e, inserto en la redacción de la revista Je suis partout , compite con Robert Brasillach para arrebatarle la función directiva. Con una estructura de capítulos breves, que llevan títulos como "Decepciones políticamente explotables", "La revolución literaria de Uriburu" o "Morir por las ideas", se narran sucesivas escenas ligadas al periplo de este empresario, que habría oficiado de nexo entre Francia y la Argentina.
Lo destacable es que a través de la historia de Carlos Lesca, el autor lleva a cabo una notable reconstrucción del clima intelectual y político que acompañó el avance de los totalitarismos durante el período de entreguerras, a la par que pasa revista a célebres figuras de la época, cuyas ideas discute. Entre las figuras argentinas vinculadas a Lesca aparece la escritora Victoria Ocampo, cuyo proyecto cultural es objeto de una fuerte ridiculización por parte del narrador: "Victoria dirigía, en aquellos parajes culturalmente colonizados, una revista enaltecedora [...] El engendro se intitulaba Sur , un medio tan sofisticado como necesario, que se proponía como un rejunte elemental de colaboraciones traducidas, de artículos escritos por los pensadores nativos del lugar que se enorgullecían por figurar junto a los superiores extranjeros".
El libro concluye con el ascenso de Juan Domingo Perón, a partir del cual se acaban los tiempos de gloria para el protagonista. El primer gobierno peronista es presentado como aquella fuerza que llegó a ocupar el espacio político del nacionalismo, vaciándolo del contenido ideológico que acostumbraban asignarle los viejos nacionalistas proto-nazis a la manera de Lesca.
Si bien el autor de Carne picada conserva la rutilancia de una prosa que sorprende con su contundente modo de adjetivar y sus giros de provocativo humor, hay en el texto un exceso de disertaciones y juicios de valor que operan en franco desmedro de la acción. En la voz del narrador, esas ideas toman, además, la forma de brutales certezas, cuya copiosa reiteración suscita cierta nostalgia de la incertidumbre propia de la literatura, que tiende a formularse preguntas más que a proveer categóricas respuestas. Los personajes parecen haber sido concebidos como instrumentos para polemizar con conocidas posiciones ideológicas de aquellos años. Eso hace que la ficción pierda fuerza y el libro devenga, en todo caso, interesante por su proximidad con el género ensayístico.
Por otra parte, uno de los afanes de Lesca, el fascista irreductible reside en denunciar los daños acarreados por los "ideologismos redentores" (ya sea el fascismo o el comunismo). Sin embargo, resulta paradójico que tratándose de un texto que critica formas del dogmatismo, el narrador evidencie un temple dogmático en el tono terminante y violento con que expresa sus ideas y combate las de otros.
Más leídas de Cultura
Lo político y lo satánico. Carlos Gamerro: “Vivimos en una época macbethiana, no solo en la Argentina”
De “bomba de humo” a “buena noticia”. Qué dicen en las redes sobre el anuncio del cambio de nombre del CCK
No hay plata. “Que la próxima obra sea más barata, por favor”, pidió la canciller Mondino sobre el envío a la Bienal de Venecia