Nueve libros esenciales para conocer al nuevo Premio Cervantes
Novelista, cuentista y ensayista, Sergio Ramírez, flamante premio Cervantes, quien también fuera vicepresidente de Nicaragua, jamás se aleja de la historia de su país para crear sus ficciones, algunas de ellas, muy próximas a los hechos que presenció como testigo privilegiado de tumultuosos hechos. De la utopía al desencanto, del humor al horror, de la crónica a la denuncia, Ramírez pinta su aldea e invita a reflexionar sobre el escenario latinoamericano.
Ya nadie llora por mí (Alfaguara), 2017
Última novela de Ramírez, un relato policial de denuncia que narra la investigación del inspector Dolores Morales, devenido en investigador privado, quien sigue el rastro de la hija de un millonario, desaparecida recientemente, reflejo de una sociedad violenta y corrupta.
A la mesa con Rubén Darío (Trilce Ediciones), 2016
Ramírez retrata una faceta desconocida de su compatriota, el poeta y cronista Rubén Darío: la gourmet. El autor de Los raros, un “sibarita pobre”, consideraba a la gastronomía una musa, una pasión culinaria a la que le aporta dotes estéticos e incluso la eleva a la categoría de arte.
Sara (Alfaguara), 2015
A través de este relato bíblico, Ramírez reinterpreta esta historia y ubica en el centro de la narración a un personaje femenino, siempre a la sombra de su marido Abraham y de su hijo Isaac, quien incluso se dirige directamente a Dios (El Mago): “Ya sé que estás ahí, es hora de que aclaremos las cosas entre nosotros dos, no puedes tener queja de mí, he cumplido todos tus mandatos, he seguido a este hombre torpe que es el mío dondequiera que lo envías, aunque se trate de los sitios más yermos y peligrosos, me he prostituido cuando él lo ha querido, seguramente porque tú lo has querido, lo he complacido entregando yo misma en sus brazos a mi esclava Agar, porque así pensé que te complacía a ti, y yo no tendré nunca un hijo porque no te da la gana, o porque se te olvida lo que prometes, aunque se supone que debes recordarlo todo, ¿o es que yo nunca he estado en tus planes?”
La fugitiva (Alfaguara), 2011
Inspirado en la escritora costarricense Yolanda Oreamuno, rebautizada a través de esta ficción como Amanda Solano, Ramírez escribe, como él definió, “una biografía ficcionada”. Olvidada por la historia y por sus pares, esta novela sigue los pasos de una mujer de la primera mitad del siglo XX que luchó contra los prejuicios de su época, y que fue seducida por las ideas comunistas.
Adiós muchachos (Punto de Lectura), 2007
Autobiografía política de este protagonista del proceso revolucionario que depuso al dictador Anastasio Somoza. “No empuñé armas en la revolución, no llevé nunca uniforme militar, ni me encuentro al borde del olvido por demasiado viejo, ni nadie me está disputando con otro libro los hechos vividos”, escribe con desencanto Ramírez, quien acude a su lucidez para hablar de un hecho histórico del cual fue testigo y protagonista, y que considera, a pesar de sus esfuerzos, y “no cambió en fin de cuentas la historia, como nosotros creíamos que iba a cambiarla”.
Sombras nada más (Alfaguara), 2003
Ambientada en Nicaragua, en 1979, la novela narra la historia de Alirio Martinica, quien fuera el secretario privado del dictador Anastasio Somoza, el poderoso hombre en las sombras del régimen. Martinica intenta huir con la irrupción de la Revolución, pero es atrapado por el Frente Sandinista, y es llevado a un juicio popular.
Margarita, está linda la mar (Alfaguara), 1998
En el período comprendido entre 1907, fecha del regreso triunfal a Nicaragua de Rubén Darío –convertido en personaje de ficción–, y la muerte del dictador Anastasio Somoza, en 1956, Ramírez da cuenta de la complejidad del entramado de la sociedad nicaragüense. Por esta novela, Ramírez obtuvo el premio Alfaguara y el de Casa de las Américas en la categoría novela.
Castigo divino (Alfaguara), 1988
Ganadora del premio internacional Dashiell Hammett, Carlos Fuentes escribe sobre esta novela: “Ramírez extiende la técnica flaubertiana a una sociedad entera, verdadero microcosmos de la América Central, pues aunque situada en León, la acción reverbera en Costa Rica y Guatemala. De todos modos, estamos, más que en cualquier otra novela que yo haya leído, en Centroamérica, y estamos allí dentro de un abrazo tan húmedo y sofocante como el clima mismo y los atributos pueblerinos que lo acompañan: la cursilería empalagosa, la mojigatería más hipócrita, la violencia más impune”.
De tropeles y tropelías (Editorial Universitaria de El Salvador), 1971
Ramírez, un eximio cuentista (también lo demuestra en Flores oscuras, Alfaguara, 2013), conduce al lector por su universo de relatos breves, entre ellos, “De las delicias de la posteridad”, que le dedica al mexicano José Emilio Pacheco, o “De los modos de divertir al presidente aburrido”.