Nuevos aires en la academia
Un grupo de profesores universitarios discute maneras de revitalizar la enseñanza de la literatura
Cinco profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires se reunieron en 2011 para afrontar y debatir algunas cuestiones relativas a la docencia e investigación universitaria en el campo de la literatura. El coloquio, hoy publicado por la institución, nació de una serie de circunstancias concomitantes: la irrupción de una nueva generación de docentes; el creciente desprestigio de la crítica literaria de corte académico, percibida como especializada y autorreferencial; el actual eclecticismo de la metodología de investigación literaria frente a los modelos hegemónicos que circularon hasta los años 80. Sorpresivamente, no se trata de cinco ponencias inconexas, como sucede en los ya casi infinitos volúmenes de actas, sino de un fructífero diálogo entre algunos colegas que rondan los cuarenta y cincuenta años de edad, representativos de quienes tienen hoy la responsabilidad de formar a las próximas camadas de estudiantes de letras. Para empezar, hay en las distintas exposiciones algunas premisas compartidas: el regreso a la democracia en 1984 como punto de inflexión en la vida universitaria; el divorcio entre la crítica literaria y el lector "común"; la poca incidencia de la producción científica universitaria en la escuela secundaria; la pérdida progresiva del papel de la literatura como forma de pensamiento, en favor de otras maneras de abordaje de la realidad, como otras formas de expresión artística o el periodismo no especializado.
Martín Ciordia, estudioso de la cultura del Renacimiento, imagina de manera provocativa un encuentro a tres voces entre Borges, Petrarca y Boccaccio, en el que no están ausentes las paradojas. Sobre todo, pone en discusión el desprecio "fundacional" del escritor argentino por la docencia universitaria y su pretendida rigurosidad metodológica ("hay personas que sienten escasamente la poesía: generalmente se dedican a enseñarla", sentenció), al contraponer una idea de la enseñanza de la literatura, más allá de las sensaciones y del gusto impresionista, como "conocimiento de un objeto y pensamiento de un asunto".
Leonardo Funes, especialista en literatura española medieval, se ve obligado a reivindicar el papel esencial de la filología no como soporte instrumental para la interpretación textual, sino como "arte de orfebrería" cultural, signado por la lentitud y la paciencia, sin el cual no es posible recuperar ni la dimensión histórica de un texto ni su proyección hacia la multiplicidad de fenómenos histórico-sociales y lingüístico-semióticos que lo hicieron posible. Miguel Vedda, estudioso de literatura alemana, delinea en una síntesis la constitución de la germanística como disciplina, y señala cómo después de la traumática posguerra los universitarios alemanes desarrollaron una metodología de enseñanza que los llevó a un asfixiante profesionalismo academicista, exento de planteos e interrogantes vitalizadores. El germanista propone un regreso al ensayo que, embebiéndose del rigor de la investigación académica, sea capaz de recuperar la dimensión exploratoria.
Dos cuestiones se imponen como urgentes para Miguel Vitagliano, docente de teoría literaria y novelista. En primer lugar, la definición de la teoría literaria, diferente de la crítica, y que no sería otra cosa que una interrogación permanente en torno de la praxis literaria. El trabajo final pertenece a Américo Cristófalo, docente de Literatura Europea del Siglo XIX y actual director del Departamento de Letras de la facultad. La creación de nuevas cátedras a partir de la democracia, que abarcan distintos períodos de la literatura europea (medieval, Renacimiento, siglo XIX y siglo XX), no sólo desplazó la visión decimonónica de las literaturas nacionales, sino que estableció dos nuevas cuestiones: el comparatismo como metodología de abordaje crítico y la relación íntima de tal abordaje con la historiografía y la historiografía literaria. Cristófalo demuestra cómo las cuestiones que emergen a la luz lo hacen a partir de la sumisión del objeto de estudio a categorías como acontecimiento, arqueología y formación discursiva en Foucault, procesos históricos en Hayden White, tiempo homogéneo y vacío en Benjamin, historia-problema o historia-relato en Braudel, historia y narración en Ricoeur, y ofrecen por lo tanto renovadas perspectivas e innovadores modelos de conocimientos, "en tensión con los modelos positivistas convencionales".
La excelente puesta en escena de las cuestiones que acucian a los docentes e investigadores de letras, así como la convivencia de métodos y puntos de vista, son dos de los tantos méritos de este breve libro, caracterizado, además, por la pasión de las intervenciones y de los debates que siguieron a cada ponencia.
Perspectivas actuales de la investigación literaria
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