Ojalá
Ante todo, llama la atención la impecable vestimenta del joven sentado en un banco cuya precariedad dista mucho del esmero puesto en lucir lo mejor posible. También es extraño que esté solo y que el banco que ocupa sea el único que está dispuesto como para recibir más alumnos. Los demás están arrumbados en un aula deteriorada que hace dos años que no se usa, en Kampala, Uganda, a causa de la pandemia. En este primer día de clases, vale preguntarse si esa soledad será momentánea o si solo él dará el presente. Imposible responder este interrogante. Lo que sí se puede afirmar, porque lamentablemente casi no cabe duda, es que la pobreza de su entorno persistirá y que el virus por ahora no tiene visos de dar mucha tregua. Se dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que aguante. Pero por lo prolongado de la desgracia ya pareciera que se cursa el año noventa y nueve. Ojalá que el cuerpo aguante.