Panorama de galerías
Solidez en los personajes caricaturescos de Carlos Ferreyra; el sabor oriental de Claudia Ferrari; ritmo lineal en las obras de Carlos Ercoli, y pinturas de Evangelina Popolizios
Carlos Ferreyra exagera para fijar imágenes. Sería lo más simple calificarlo como caricaturesco pero, aunque esa dimensión no está ausente de sus pinturas, dada la solidez de los personajes que pueblan sus óleos, creo que debe ser considerado entre los creadores valiosos de estos tiempos. La temática de Ferreyra pasa por lo nacional y popular. Ya se trate de La Boda, del Puchero, del Cacerolazo o del Truco, toda esta imaginería nos remite a un localismo barrial o a alguna playa que podría ser marplatense.
Los óleos de Ferreyra tienen presencia, están muy bien dibujados y pintados con destreza, pese a su condición de autodidacta. Nacido en Santa Fe, su arte ha recorrido Europa y los Estados Unidos. Lo buscan los coleccionistas que eligen tener algo muy nuestro ante su vista.
(En Galería De Santi, Marcelo T. de Alvear 834, hasta el 30 de este mes.)
Vigor y delicadeza
No es frecuente reunir una vitalidad y una cultura como las que tiene Claudia Ferrari. Dos vocaciones se dieron cita en su personalidad: el interés por los idiomas y su amor por las artes plásticas.
En ambos campos logró destacarse. Traductora de inglés y francés, con la cultura japonesa se internaría en ambas disciplinas (la lengua y el arte), a partir de sus estudios con Kazu Takeda, con los que culminó un aprendizaje en la Meeba, y a haber pasado por los talleres de Merellano, Pagano, Audivert, Cañás y Doffo. Tan señalada vocación de aprender no es garantía de óptimos resultados. "Lo que natura non da, Salamanca non presta."
Pero es el caso que además Claudia Ferrari tiene un gran talento y que ha logrado expresarlo en sus impecables pinturas de neto sabor oriental. Las pinturas se aproximan al metro por lado y en varios casos se agregan paneles de pinturas más pequeñas. En todos los casos se trata de paisajes muy bien pintados, a los que se matiza en alguna instancia con una pequeña caja transparente que contiene pétalos de flores.
Al decir paisajes aludimos a diversos enfoques de la naturaleza. En algunos casos, un conjunto de ramas puede ocupar la totalidad del trabajo. El soporte puede ser papel o tela según los casos. Lo que nunca está ausente es el vigor aunado a la delicadeza de todos y cada uno de sus cuadros.
(En Galería Arcimboldo, Reconquista 761, P. A. 14, hasta el 26 de este mes.)
Rítmica sutileza
Si tuviera que anotar un concepto que nos dé una pista para adentrarnos en el arte de Carlos Ercoli, pronunciaría la palabra ritmo. Alguien dirá que se trata de un concepto mejor aplicado a la música que a las artes plásticas, pese a lo cual creo que el recorrido óptico también participa del logro rítmico, algo a lo que quizá apuntó Paul Klee.
Este ritmo se da en lo lineal, no en la línea misma sino en el recorrido que hace esa línea. Con delicadeza, las líneas de Ercoli van trazando formas sutiles, limitando espacios que habitarán el negro y algún color apenas insinuado, como los rosados y amarillentos. Todo en Ercoli es sutileza; se trata de un arte que comunica sus hallazgos sotto voce, con una voz apenas susurrada.
Lo que me interesa destacar es que ese recato, lejos de restarle fuerza, mantiene cada una de sus composiciones armada, con la autoridad que otorga el camino de este artista que recorrió los más altos medios académicos desde su Mendoza natal hasta Córdoba y Florencia.
No me atrevería a encasillar a Ercoli en ninguna Escuela aunque pueda tener afinidad con algunas. Para encontrarle un par habría que pensar en Miró, cuyas palabras podría hacer suyas: "Camino en la cuerda floja porque puedo".
(En Galería Suipacha, Suipacha 1248, hasta el 22 del corriente.)
Sencillez y encanto
La condición sobresaliente de la pintura de Evangelina Popolizios es su franqueza. Algunos quizá no vacilarían en ubicar sus trabajos dentro de la escuela de los naïfs, pintura ingenua, pero a mí se me antoja que para lograr esa simplicidad entendida como sencillez el camino recorrido debe de haber sido más sofisticado de lo que parece.
Creo que la artista ha visto y asimilado buena pintura, al estilo de la de Matisse y otros fauvistas, y si la materia plástica de Evangelina es menos densa, considero que esa misma levedad presta encanto a su arte. La mayoría de sus modelos son mujeres desnudas, vestidas o semidesnudas, aunque no falta alguna referencia masculina. Atravesando el bosque añade paisaje arbolado así como Pelirroja está acompañada por maceta y mueble.
Por momentos, Popolizios trae a mi memoria al hoy poco recordado Luis Centurión. Creo que se trata de una artista cuyos trabajos añaden encanto y alegría al contemplador.
(En el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, hasta el 27 de este mes.)
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