Panorama de galerías
El paisaje de Rikelme; la dimensión épica de Alejandra Roux y las propuestas expresivas de José Ignacio Garrido, Ushi Demaría y Marilina Etchichury
Rikelme nació en Aguada de la Piedra en la precordillera rionegrina en 1933. Desde niño realizó labores camperas que matizaba con su temprana afición al dibujo. Después de bastante trajinar recaló en Buenos Aires donde tuvo oportunidad de pasar por el taller de Carlos Cañás y de asomarse a nuestra Escuela de Bellas Artes, poco afín a sus hábitos de soledad y de silencio. Apunta bien Carlos María Pinasco cuando anota que "... sus reminiscencias patagónicas están ejercitadas por medio de finas veladuras y laboriosos entramados de punta de pincel."
En verdad, los resultados de esta técnica tan personal tienen algo de milagroso. Como pocos ha captado el misterio de la vasta llanura y de sus árboles, un paisaje que, por así decirlo, Rikelme lleva en su sangre de antiguo ancestro indígena; un ancestro que según la historia se remonta a los cuarenta mil años.
Rikelme que hoy enriquece la Escuela de Buenos Aires aporta toda la magnificencia del gran espacio americano en el que el cielo se hace bien presente a las distintas horas del día. Cada cuadro es una conquista espiritual de quien ha podido afirmar: "Vivimos en un mundo violento y quiero que mi obra sea un mensaje de paz." De allí su preocupación por la ecología y por preservar la salud de la naturaleza.
Acompañarse con una obra de Rikelme supone la posibilidad de asomarse cada tanto a una ventana desde donde podemos establecer comunión con la divinidad. Donde otros predican el caos, Rikelme logra el orden espiritual.
En Galería Colección Alvear (Av. Alvear 1658) hasta el 12 de diciembre.
Dimensión épica
Si bien formada en nuestro país y con maestros ríoplatenses, Alejandra Roux, nacida en 1964, hace unos 15 años reside en Madrid. Sabemos que toda cultura es diálogo entre el creador y su medio y resultaría por demás extraño si Alejandra mostrase en sus resultados plásticos conquistas ajenas al medio madrileño y a los maestros que allí trabajan. Pienso en un Antonio López. Así como importantes artistas argentinos han enriquecido L´Ecole de Paris, tras haberse allí radicado, así también el New York School contó con el aporte del holandés De Kooning o de los rusos Gorki y Rothko.
Pretender establecer valoraciones axiológicas a partir de estas escuelas pecaría de una seria limitación en la apreciación estética. También nosotros tenemos nuestra Escuela de Buenos Aires, que hoy merece admiración a nivel mundial. Sin duda que toda la riqueza que Alejandra acumuló entre nosotros no se ha perdido, pero para apreciarla en su justo valor, hay que señalar la incorporación de otra luz, algo fundamental en la obra plástica, y que en su caso está reflejada en sus interiores como en sus paisajes madrileños.
Paleta baja de tonalidades, ajustadas en valores tonales, algo más clara cuando se trata del aire libre de sus casas, elegidas por misteriosas evocaciones como ?La torre de los Sufis´, o la ?Casa Prats´, Alejandra explora los enigmas con la curiosidad del género detectivesco que según Chesterton representa la dimensión épica de nuestro tiempo.
Así como no vacilaríamos en hacer manifiesta nuestra admiración por Picasso, español, o Modigliani, italiano, por ser epígonos del Ecole de Paris, así tampoco queremos restar un ápice de nuestro aplauso por esta excepcional pintora que es Alejandra Roux, hoy estrella de la escuela madrileña.
En Galería Rubbers, Espacio Alvear (Av. Alvear 1595) hasta el 18 de diciembre.
La geometría lírica
José Ignacio Garrido no es el primer abogado que pinta. Kandinsky en Moscú y Figari entre nosotros fueron distinguidos jurisconsultos y geniales artistas. Nacho Garrido no les va en zaga. Une a los espacios geometrizados un finísimo sentido del color. Las gamas son por regla general de suaves anaranjados y amarillos, rara vez un contraste del negro con el rojo. Estamos en presencia de una abstracción lírica de alto vuelo poético.
En Galería de la Recoleta (Agüero 2502) hasta el 12 de diciembre.
Con vitalidad expresionista
Mal puede sorprendernos que la paleta de Uschi Demaría se acerque a la de aquellos expresionistas alemanes que se agruparon en el ?Die Brücke´ (El puente) y cuyo eje principal fue Kirchner (1880-1938) ya que sabemos que Uschi tiene ancestro alemán y que, pese a que su vida ha transcurrido en la Argentina, cada tanto visita el país de sus padres.
Cuando hablo de parentesco espiritual y expresivo, lo hago sabiendo que Uschi recrea con espontánea legitimidad sus acrílicos sobre tela o papel, imprimiéndoles el sello de nuestra Escuela de Buenos Aires como no podría ser de otro modo. Surge así su desbordante vitalidad en íntima comunión con la naturaleza: paisajes con árboles, marinas y alguna fantasía con corceles. Una artista fiel a sí misma, plena de autenticidad.
En Galería Paspartú (Migueletes 687) hasta el 16 de diciembre.
Contrastes dramáticos
Marilina Etchichury trabaja en tintas sobre papel y en acrílicos sobre tela. Su fuerte es el dibujo que por momentos trae a la memoria las aguatintas del ?Miserere´ de Rouault, lo que no es poco decir.
En ?El recreo´ de 120 por 100 cms., un grupo de mujeres descansa, lo que no impide el nervioso trazo del pincel. Bien dijo Aldo Galli: "Define en su configuración oposiciones que juegan con recursos tan limitados como los valores extremos del blanco y el negro en los trabajos con tintas." Destaco el logro del ?Tango´ donde el color apenas se insinúa dejando así libre el contraste dramático.
Marilina Etchichury puede ser considerada una destacada figura de la Escuela de Buenos Aires que supo aprovechar las enseñanzas de Sbernini y de Miguel Dávila. Tiene calidad y fuerza.
En Galería Arroyo (Arroyo 834) hasta el 13 de diciembre.
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