Peripecias de una escritura
El editor de Papeles de trabajo subraya el valor estético de los textos hallados y cuenta cómo se originó el proyecto de publicación, que contemplará en total cuatro volúmenes
Es una banalidad constatar que la muerte de un escritor transforma la percepción de sus textos. En Saer, como en tantos otros ejemplos, esa circunstancia biográfica abre las puertas a una nueva dimensión de su obra porque accedemos a los manuscritos, las notas preparatorias, los cuadernos, los esbozos, bocetos y borradores, o sea, las trazas materiales, las etapas de producción de lo ya leído. Ese material tiene a la vez un valor digamos estético y genético, en la medida en que permite observar mecanismos de creación, transformando la visión coherente de lo publicado al mostrar lo aleatorio, proliferante y accidental de la acumulación de textos que precede la edición de libros considerados definitivos.
Ahora bien, ¿cómo se transmiten y circulan los papeles de un escritor? Las peripecias son diferentes y siempre significativas. En este caso, alrededor de dos años después del fallecimiento de Saer, los que habíamos trabajado sobre los manuscritos de Glosa y El entenado para la colección Archivos acordamos con Laurence Gueguen, su compañera y albacea, consultar los papeles dejados por él y tratar de ver cómo se los podría ordenar y preservar. Empezó lo que terminaría siendo una larga trayectoria de trabajo, que culmina ahora con la progresiva edición de parte de ese material.
Dos fuentes de documentos existían en el escritorio de ese departamento de la rue du Commandant Mouchotte, al lado de la estación de tren Montparnasse, en el cual Saer vivió muchos años y escribió la última parte de su obra. Por un lado, los papeles amontonados en una pequeña mesa de trabajo, enmarcada por una biblioteca con diccionarios, libros de filosofía, libros de psicoanálisis y frente a una biblioteca de literatura universal. Se trataba de los documentos utilizados para la escritura de La grande, novela en la que Saer estaba trabajando en el momento de su muerte.
Por el otro, en un placar en el fondo del cual se encontraba una biblioteca de literatura argentina y latinoamericana, amontonados, en carpetas, bolsas, portafolios o dispersos entre publicaciones de todo tipo, Saer guardaba buena parte de los cuadernos que utilizó, a la vez como libretas de anotaciones varias y como soporte de redacción de los textos definitivos. En las carpetas había algunos borradores de obras publicadas, y sobre todo una masa importante de papeles de trabajo o de pequeños textos inéditos. En total, sesenta cuadernos de formatos muy diversos, algunos de varias centenas de páginas escritas y otros casi en blanco, y unas veinte carpetas.
El material dejado por Saer es abundante y está excepcionalmente bien preservado; los manuscritos de la mayoría de los veintitrés libros publicados por el autor y una serie de documentos preparatorios pueden consultarse en su archivo. Sin embargo, no hay borradores, si entendemos borradores en su sentido más estricto: primeras versiones que van a ser reescritas y retomadas antes de llegar a la versión definitiva. En todo caso, sólo hay borradores de los inicios de las novelas, que son un espacio de duda y proliferación, y luego hay manuscritos que, a pesar de haber sido corregidos, no contienen variantes o primeras versiones. Esta ausencia de borradores se vincula, claro está, a un proceso de escritura en el cual la fase preparatoria, de a veces muchos años, es crucial. O sea que el material inédito, muy abundante, no es, en buena medida, un material estructurado (no son "cuentos", "novelas", "ensayos").
En esa perspectiva, ¿qué estatuto atribuirle a lo demás, es decir, al conjunto de anotaciones, borradores incompletos, reflexiones, reacciones de lectura, citas, ensayos, hallazgos, ideas inconexas, encontrado en el departamento de Saer? Los documentos inéditos forman parte de esa fase de preparación difícil de delimitar, son todo lo desechado pero también todo lo que permitió llegar a las versiones definitivas publicadas. Por lo tanto, sin ser borradores de esas obras, cabe leer el conjunto como un borrador de lo editado. Algo así como el dossier genético de toda la obra.
A partir de esta constatación, y teniendo en cuenta lo excepcional que es el material disponible, decidimos editar ese conjunto de textos inéditos, sin transformarlos en "libros de Saer", sino en documentos sobre el trabajo de un gran escritor. Para la edición, con el fin de facilitar su lectura, separamos el fondo en tres partes: por lo pronto, una en la que se incluye todo el material de escritura, los inéditos, los proyectos truncos, etcétera, que se intitula Papeles de trabajo y cuyo segundo volumen se publica en este momento. Luego, un tomo de poesía, teniendo en cuenta la existencia de una carpeta, muy voluminosa, de poesía inédita, a menudo pasada a máquina, y que puede leerse como un borrador o marco de El arte de narrar. La edición, intitulada Poemas. Borradores inéditos, está ya programada para fines de este año. Por fin, un tomo de ensayos, porque encontramos varios proyectos de libros de ensayos ya preparados (con prólogo, índice, y versiones corregidas de los mismos textos), que se publicará a comienzos de 2014, junto con otros textos autobiográficos o entrevistas del escritor.
Julio Premat