Quejas y relatos
El libro de la periodista Sandra Russo, actual directora del suplemento "Las 12" del diario Página 12, tiene el nombre de una queja. La frase que da título al volumen "No sabés lo que me hizo", dividida en dos partes, estructura el libro: la primera, "No sabés", anuncia, promete, prepara un relato de un acontecimiento especial; "Lo que me hizo" fija un lugar de nula implicación en donde se es pura víctima pasiva de lo que otro (un hombre, por supuesto) hizo de esa pobre mujer.
Sin embargo, este libro no es una mera queja femenina. Tampoco es un ensayo, ni un libro de cuentos, ni un manual de psicopatología de la vida cotidiana de una mujer. Se trata de una serie de relatos muy bien contados e inteligentemente hilvanados que demuestran la potencia del humor como instrumento para analizar, pensar y mostrar. Y si bien cada relato tiene su propia consistencia autónoma y hasta literaria, será luego resignificado por otro relato con el que hará pareja. Así se despliegan más de veinte pares de situaciones opuestas en las que se refleja la enorme creatividad de la queja cuando es portada por una mujer.
Sería un error deducir de estos relatos una condición caprichosa femenina de índole gatuna y de nombre floral. No. Se trata más bien de una insatisfacción de tipo ontológica. La moraleja que se lee sin haber sido escrita parece decir: nunca falta algo que le falte a un hombre, para una mujer. Especialmente si es su mujer.
Sandra Russo encontró una manera tierna y rigurosa de establecer la diferencia entre un quejido, que no es más que una onomatopeya, y una verdadera queja, que siempre concluye en un relato.