Seynabou Sonko. “Quise mostrar el destino, a menudo trágico, de las mujeres negras y árabes migrantes”
En su primera novela, la escritora francesa de ascendencia senegalesa aborda cuestiones delicadas como el racismo, la salud mental y la pobreza; visitó la Argentina recientemente
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La primera novela de la escritora francesa de ascendencia senegalesa Seynabou Sonko (París, 1993), Djinns (Sigilo), tuvo en la Argentina un recibimiento similar a la del año pasado en el país natal de la joven revelación, que también se dedica a la música. A medias relato de iniciación, a medias historia de aventuras ambientada en un barrio popular parisino, el libro aborda de modo sutil, melancólico y humorístico cuestiones como el racismo, la salud mental (y su contracara: la locura), el género, el duelo y la pobreza. Sonko visitó Buenos Aires en agosto pasado para la Feria de Editores.
Penda, la joven narradora de origen senegalés que vive con su abuela curandera, Abu Pirata, se pregunta si debe seguir los pasos de la anciana que porta, como rasgo distintivo, una cofia bretona. Su vecino Jimmy, un chico al que ambas ayudan, está internado en un centro de salud mental, donde le han diagnosticado esquizofrenia. Pero la abuela de Penda desconfía de la psiquiatría y cree que lo que Jimmy necesita es calmar el enojo de su djinn -que “no es álter ego, ni un doble, ni un fantasma” sino una especie de “negativo de una foto” invisible- mediante una ceremonia tradicional gabonesa en la que se utiliza la raíz de un arbusto, el iboga.
“Si Jimmy y yo teníamos un síntoma en común, era el olvido. En él era instantáneo; en mí, continuo. Cuando no había nadie para recordármelo, olvidaba que era negra, olvidaba que tenía un djinn blanco, me olvidaba, y olvidarse de que una es negra es como tener la guardia demasiado baja en boxeo”, cuenta Penda que, como la autora, practica ese deporte. Sorpresivamente, el djinn de la narradora no solo es blanco; además, es masculino (su abuela opina que con semejante “doble” Penda no llegará muy lejos).
-¿Cómo surgió la idea de la novela?
-Surgió del deseo de hacer más complejas las representaciones, a menudo erróneas, de las mujeres negras francesas y, en general, de mostrar el destino, a menudo trágico, de las mujeres negras y árabes de ascendencia migrante.
-¿Es Djinns una novela de aprendizaje y en qué se diferencia de las clásicas novelas de aprendizaje?
-Totalmente, Djinns puede considerarse una novela de aprendizaje, pero no solo eso, y eso es lo que la diferencia de las novelas de aprendizaje clásicas. También había un deseo de hacer de ella una novela de aventuras, a través de la búsqueda de la raíz de iboga en el bosque de Fontainebleau, así como una novela experimental, en su acercamiento a la lengua francesa.
-¿Se puede leer además como una novela antirracista?
-Me gusta mucho la idea de que puede leerse como una novela antirracista. De hecho, poner en el centro de la historia a una pobre mujer negra francesa, perseguida por un espíritu masculino blanco invisible, era una forma de cuestionar la idea de la integración “a la francesa” de toda una parte de la población que percibe como ciudadanos de segunda clase a negros y árabes, aunque hayan nacido en Francia.
-¿Qué relación establecerías entre enfermedad mental y espiritualidad?
-Definiría la espiritualidad como la vida que cada uno mantiene consigo mismo, y me distanciaría de una visión occidental esotérica de la espiritualidad. Para mí, es simplemente el cuidado que tenemos hacia nosotros mismos. Una especie de autocuidado regulador que nos impide volvernos locos a pesar de la violencia racista, sexista y clasista. Como cuidarte a ti misma, a tu pelo encrespado, en una sociedad en la que se valora el pelo liso. Como poner siempre en el centro los propios sentimientos e intuiciones, cuando a veces están descartados.
-¿Cómo fue tu experiencia en Buenos Aires y qué impresión te llevaste? ¿Te pareció una sociedad racista?
-Soy consciente de que haber sido invitada a Buenos Aires como escritora me coloca en una posición privilegiada, y mi experiencia no habría sido la misma si hubiera ido allí como turista. Aunque me encantó la ciudad, la gente y el equipo editorial de Sigilo que publicó mi libro, me di cuenta de que había muy poca gente negra allí. Lo cual no la hace más racista o xenófoba que cualquier otra sociedad, aunque con un gobierno de extrema derecha en el poder sería difícil argumentar lo contrario. Sin embargo, aunque a veces me siento extranjera en mi propio país, en Francia, serlo en Argentina me parecía más evidente.
-¿Tu trabajo como música influye en la escritura y viceversa?
-Lo primero que escribí fueron canciones. Para mí, la música es un gran laboratorio cuyos principales condicionantes son el ritmo, la melodía y la rima, si la hay. Muchas veces, gracias a la música encuentro formas de decir las cosas, formulaciones singulares que me permiten volver a la literatura con una pluma más afilada.
-¿En qué trabajas actualmente?
-De momento, me dedico sobre todo a componer nuevas canciones. También estoy pensando en una nueva novela, que voy a escribir en parte en Roma, en la Villa Médicis, donde voy a residir durante un año como escritora invitada.
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