Síntesis, vuelo y reflexión
SEGUNDA POESIA Por Fernando Sánchez Zinny (Confluencia)-205 páginas-($ 14)
PARA Ezra Pound no importa cuál pata de la mesa se haga primero con tal de que la mesa se sostenga sólidamente cuando esté terminada. La poesía mediocre resulta finalmente la misma en cualquier latitud, esas composiciones que los chinos llaman "polvo de arroz" y que aburren o amargan. No hay arroz de baja calidad ni mesa tembleque con Sánchez Zinny, que estuvo guiado por una idea rectora cuando escribió este volumen. No buscó la originalidad gratuita sino que pensó, como los buenos poetas, en escribir poesía, ese género de múltiples definiciones casi siempre imperfectas. ¿Cuál es su manera? Pues posee síntesis y profundidad. Leer este tomo interesa y preocupa pues permite el vuelo y la reflexión. En sus versos se perciben el canto, el silencio y a menudo el misterio, expresados por un autor que, al hablar de sí mismo, habla también de los otros.
En el poema XIII, confiesa su ars poetica ahora, cuando está "por el equinoccio de su edad y otras congojas". Preconiza "una poesía enguantada en acero pero interpretadora de intuiciones"... "para que los pulmones respiren libremente". Esta poesía debe "animar al hermano intrépido" mas en cambio, "el amedrentado debe irse". Así se logra una creación "hecha de pretéritos y de audacias/ sembradora y podadora", una "poesía de sutileza resguardada/entre las clamorosas sirenas contra ladrones/ del tiempo que se va".
Fernando Sánchez Zinny le sale al cruce a cuestiones fundamentales en "Las preguntas". Así averigua: "¿Por qué la muerte aflora no bien se dice amor?"; y también: "¿Pero es que vine a ver, o a que me vieran?"; y se plantea: "A labrar vine, o vine a las cosechas". Y serán muy a lo Neruda -el de Residencia en la tierra - los versos de "Hacia el mundo": "Por más que lucubrar acerca de sí mismo/sea prestarse al asalto de un alcohol funesto,/revestir una ciencia irreparable,/entrar en el invierno en que la caridad se ausenta/caminar por el fango con ojos muy abiertos".
En Ofrenda a los dioses fugaces y en Renacimiento y otras poemas , la "primera poesía" de Sánchez Zinny -aparecida entre 1965 y 1971- el autor encierra, y así lo aclara, las claves de lo que amaba. Del periodismo, el escritor desentrañó certezas y se hizo desconfiado hasta llegar a esta etapa actual de sus andanzas que bautizó como "segunda poesía". Y entonces en "Final" dirá: "que yo esté muerto, que sea sordo, que no comprenda/ si alguien se burla de mi soledad".
En "La lucidez creciendo" -título de uno de los poemas- se ofrecen las piezas de un cabal conocedor del idioma, virtud ni fácil ni frecuente. Dirá Sánchez Zinny en una de sus coplas: "Se ha ido la vida hermosa/ de la mano del estío; /queda sólo un resplandor, /que es su ocaso y es el mío".
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