Tiempo de resistir
En la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, las películas que convocan al activismo político deslumbraron por su coraje y lucidez
La deuda pública de Grecia hunde a Europa, los mercados financieros derrumban a Silvio Berlusconi y el candidato conservador a la presidencia de España sugiere eliminar el Ministerio de Cultura para reducir gastos. Tales son algunos de los asuntos de política internacional que por estos días recorren la prensa, pero la agenda de la crisis y sus correspondientes respuestas populares no se agotan en lo que dicen los diarios o los noticieros. Hoy, para enterarse en detalle de la situación política y social de distintos lugares del planeta hay que tener en cuenta los aciertos del cine documental, ámbito hacia al que han migrado no pocos periodistas y que por distintas razones logra mostrar justo aquello a lo que la prensa internacional suele llegar tarde. La rapidez de movimientos de los reporteros free lance , la portatibilidad de la tecnología y la urgencia por iluminar el lado oculto de las noticias han convertido el documental contemporáneo en un género indispensable, en el que el relato de la actualidad vibra sin las limitaciones propias de la industria mediática. Así, como todo buen festival de cine que se precie, el de Mar del Plata consagró parte de su extensa y diversa programación a películas no ficcionales de inestimable valor, cuyo muy notable aporte -político, estético, técnico- podría considerarse uno de los principales atractivos del encuentro cinematográfico que terminó el pasado domingo 13.
Entre otros logros, el cine documental reciente ha conseguido ponerle nombre y apellido a la crisis financiera global ( Inside Job , de Charles Ferguson), demostrar la inocencia de un joven perdido en las telarañas de un sistema judicial corrupto ( Presunto culpable , de Roberto Hernández y Geoffrey Smith) y exhibir, con cámaras ocultas en el mar, la catástrofe ecológico-criminal que supone la matanza anual de delfines en un parque nacional japonés ( The Cove , de Louie Psihoyos). En esa línea, a mitad de camino entre la denuncia política y la apuesta por la visibilidad de hechos no siempre divulgados, la 26° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata presentó tres películas insoslayables, fundamentales a la hora de comprender con la mayor información posible el estado de un mundo en el que la opresión y las revueltas no siempre tienen quién las cuente. Las tres son muy distintas entre sí: una se plantea como un manual informativo para el activismo político ( Cultures of Resistance ), otra cruza el espíritu documental con la ficción para narrar la revolución egipcia ( 18 Days ) y la tercera representa una de las películas más inquietantes que alguna vez se hayan filmado en plena persecución ( This Is Not a Film ). Entre todas, y cada una a su manera, dibujan un milimétrico retrato de la vida cotidiana en países distantes, que gracias a estos films resultan más próximos.
Mapa de las insurrecciones globales y catálogo visual de la indignación política del siglo XXI, Cultures of Resistance (2010), nació como un viaje que su directora, la coreana-brasileña Iara Lee (periodista consejera de la National Geographic Society), realizó a distintos rincones del planeta a partir de la rabia que le despertó la ilegitimidad de la invasión de Irak. "La resistencia no es una política, sino una cultura", se lee en los primeros segundos de la película, y a través de esa frase el espectador viaja a Brasil, Liberia, Nigeria, Colombia, Irán, Congo y el Tíbet, entre otros escenarios de conflicto. En la vereda narrativa opuesta, 18 Days convoca a diez realizadores egipcios para contar, en distintos registros, la revuelta popular de la plaza Tahrir que acabó con el régimen de Hosni Mubarak. Y en This Is Not a Film , el gran director iraní Jafar Panahi levanta el velo de su condena a seis años de prisión y veinte sin filmar, para recorrer con una cámara la intimidad de quien espera cumplir un destino injusto. This Is Not a Film es película y mito: película, porque a pesar de las restricciones gubernamentales y de las propias dudas creativas del realizador encarcelado, la filmación alcanza un estatus artístico inesperado en quien sólo pretendía dejar constancia de su encierro; y mito, porque llegó a Cannes en un pendrive que Panahi y sus amigos ocultaron dentro de una torta. En Cultures ..., Iara Lee pone el foco en el gobierno de Irán y muestra, en un mismo movimiento, sus méritos y abusos; en This Is Not a Film , Panahi evita el análisis político y construye una obra legendaria, con mucho de clásico futuro, con la mira en el mismo gobierno que Lee observa y no juzga. Para ambos, como en el mejor documental contemporáneo, "la resistencia no es una política, sino una cultura" que lo mejor del cine actual construye con magia, coraje y lucidez.
En Buenos Aires. Del jueves 17 al domingo 20, una selección del Festival se presentará en Malba