Tus tempestuosos consejos de vida
4 minutos de lectura'


El lunes mamá habría cumplido 90 años. Es la ucronía con la que nos mortificamos los deudos al recordar a nuestras personas más queridas. Me pasa cada 10 de junio. Pero este año fue especial, porque mamá habría cumplido 90.
Solo que en un golpe existencial de esos que te dejan grogui, cuyos ecos resonarán durante décadas y que se convierten en una divisoria de aguas, mamá nos dejó inesperadamente hace 23 años. Se fue demasiado joven tras haberse resistido siempre a madurar y sin haber dicho ni una vez que se sentía cansada o que le pesaba la edad.
Lo más penoso es, quizá, que puedo imaginarme a mamá con 90 años. Era tan poco convencional que todo el asunto de la tercera edad la sublevaba; se propuso vivir toda su vida, y lo logró. Fue, junto con mi abuelo Manuel, su padre, quienes forjaron mi carácter. Dos décadas después, frente a decisiones complejas, vuelvo a meditar qué habrían hecho mamá o mi abuelo en circunstancias equivalentes. Cierto es también que la vida nos modela más que nuestros mayores, y entonces, lo advierta o no, tomo decisiones que, quiero creer, los honran.
La lista de lecciones que me dejó mamá es extensa y compleja. Tras su apariencia fresca, revoltosa y espontánea, dejaba entrever, ignoro si adrede (no creo que adrede), ese aire eléctrico y euforizante que precede a las tormentas. Amaba las tormentas, y aprendí de ella la riesgosa afición por las tempestades. También de ese modo daba el ejemplo. No sermoneaba ni mucho menos envolvía sus dictámenes en la seda engañosa de la racionalización. La complejidad solía llegar de una forma brutal, sin filtro, descarnada.
Me enseñó sobre todo a no quejarme. Las eternas lamentaciones no eran lo suyo. Por el contrario, enfrentaba cada problema con una política implacable: resolver el problema. No siempre las cosas le salían como esperaba, pero tampoco de eso se quejaba. Altiva y orgullosa, no le iba a conceder a nadie el privilegio de verla vencida.
Más aún, sostenía –con la acción y no con el discurso– que ante la adversidad hay que brillar. Recuerdo haberme encontrado diciéndole a mi equipo, aquí en la Redacción, durante alguno de esos cierres que vienen atravesados y repletos de contratiempos: “Que sea nuestra mejor edición”. Eso lo aprendí de mi madre.
Con todo, creo que la mayor, más duradera y mejor enseñanza que Clelia Josefina me dejó fue la de hacer caso omiso al qué dirán. Con su voz inconfundible y enérgica, repetía su credo más arraigado: “Que piensen lo que quieran. Si no les gusta, que miren para otro lado.” Después, por lo bajo, como a veces me confiaba ciertos secretos del oficio de vivir, añadía: “El que te señala con el índice no se da cuenta de que tres dedos quedan apuntando hacia él”.
No sé si era frase suya o de alguna de sus desordenadas lecturas, pero me quedó grabada para siempre.
Les causé muchos problemas durante mi adolescencia, cuya dinámica solo empiezo a comprender ahora, de grande. En su momento, ya independizado, en alguna charla de sobremesa, le pedí disculpas por esos años de desacato y desasosiego. Para mi más absoluto asombro, mamá me respondió: “Arielito, si hubieras sido un chico obediente, tu padre y yo habríamos estado mucho más preocupados”.
Tenía, me doy cuenta, la intención de escribir de otras cosas hoy. Pero estos días, por razones que ya no importan, pasé del temor de padecer una enfermedad grave al alivio de un diagnóstico benévolo e insignificante. Cosas que pasan.
Supongo que por eso se me fueron la palabras en este recuerdo de mamá, que vino a coincidir con el que habría sido su nonagésimo aniversario y con que una vez más me sentí identificado con ella. Me lo hizo saber una vez: “No le tengo ningún miedo a la muerte, sino a la pérdida de la dignidad”. Y así, de un sopapo, te resumía un debate de siglos. ¿Pero saben qué? Pienso lo mismo.
Temas

Otras noticias de Manuscrito
- 1
Dos mundos
- 2
Reina Batata: un homenaje permanente a María Elena Walsh en una biblioteca exclusiva para chicos
- 3
El músico de 84 años al que le robaron el bandoneón en la calle ya tiene uno nuevo: tocará en el Palacio Libertad
- 4
“Danza de colores”: una pareja de más de ochenta años transforma el Bellas Artes con luz y movimiento
Últimas Noticias
Ahora para comentar debés tener Acceso Digital.
Iniciar sesión o suscribite