Un llamado a reparar "la deuda social"
El texto dice que "la tarea no debe reducirse a que las cuentas cierren para tranquilizar los mercados"; preocupa la exclusión
"La gran deuda de los argentinos es la deuda social", expresó ayer la Conferencia Episcopal al concluir su 80a. asamblea plenaria, en San Miguel.
"Esta crisis no es sólo un problema estadístico -señala la exhortación difundida por los obispos-. Ante todo es un problema moral. Tiene nombres, apellidos, espíritus y rostros. Y lamentablemente a los excluidos ya los contamos por centenares de miles."
En el texto se hace hincapié en las consecuencias de la crisis, entre las que se mencionan "la exclusión social y brecha creciente entre ricos y pobres, inseguridad, corrupción, violencia familiar y social, serias falencias en la educación y en la salud pública, aspectos negativos de la globalización y tiranía de los mercados".
"Acostumbrarnos a vivir en un mundo con excluidos y sin equidad social, es una grave falta moral que deteriora la dignidad del hombre y compromete la armonía y la paz social", destaca la declaración.
"Hoy hay más desocupados que antes -dijo el vicepresidente 1º del Episcopado, monseñor Eduardo Mirás, en la presentación del documento-, hay una exclusión total que numéricamente es fenomenal, como jamás la hubiéramos soñado hace unos años que llegaría a ocurrir en la Argentina."
En la conferencia de prensa, realizada en la Casa de Ejercicios María Auxiliadora, de San Miguel, el presidente del Episcopado y arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Karlic, señaló que en los debates de los obispos ocupó un lugar central la difusión de la doctrina social de la Iglesia, para "proponerla no como ilustración o conocimiento, sino como compromiso".
Karlic subrayó que un punto del documento señala que los pobres "son imperiosamente creativos para subsistir". Y afirmó: "Nosotros tenemos que aprender de ellos para ser creativos en la solidaridad... Hay que reclamar esa solidaridad, especialmente de los más poderosos".
La declaración señala que las causas de los males son de orden moral, como lo advirtió el Episcopado hace 20 años en su documento "Iglesia y comunidad nacional", en el que valoró la vida en democracia cuando nada hacía prever el fin del régimen militar.
Ahora advierte que "la corrupción instalada, en casi todos los ámbitos de nuestra vida, tiene protagonistas resistentes al cambio y que impiden la purificación de las instituciones".
Se refiere a la sensación de impotencia ante la corrupción y la impunidad. Pero señala que la nobleza y la necesidad de la política, como "expresión eminente de caridad social, reclaman de los políticos y de toda la dirigencia compromisos y virtudes superiores que permitan recobrar la confianza y alcanzar el bien común".
El texto observa que la debilidad del Estado y la desconfianza en la mediación de los políticos han generado como contrapartida una amplia red social para dar respuesta solidaria a los más pobres. Esa red representa con más transparencia lo sectorial y lo local: el barrio, la región, la parroquia, el pueblo, el municipio. Y estima que "pueden surgir de allí dirigentes aptos, más sensibles al bien común y capacitados para la renovación de nuestras instituciones".
Economicismo salvaje
Consultado sobre la posibilidad de que desde la Iglesia salga un proyecto social para trabajar junto con el Gobierno, el arzobispo de Buenos Aires y vicepresidente 2º de la Conferencia Episcopal, monseñor Jorge Bergoglio, concedió que la posibilidad siempre existe, pero "sin mezclar la hacienda".
A la Iglesia, dijo, le corresponde su quehacer pastoral, que incluye la promoción humana y la asistencia. "Pero no creo que sea viable un camino en el cual, desde concepciones economicistas salvajes, se fabriquen los pobres para que la Iglesia después los atienda. Ese no es un camino de solución."
"La gente tiene hambre. Lo estamos viendo todos", expresó Mirás, arzobispo de Rosario, y agregó que allí "tantísima gente" no tiene nada de trabajo, o porque es muy joven o porque es mayor, y las industrias cierran.
"Salgamos del esquema de economía salvaje", solicitó. "No todas las cosas nos deben venir dichas o impuestas desde afuera", agregó.
El documento es el primero de fuerte tono crítico hacia el gobierno que asumió hace un año la Alianza. Y ve la crisis como "un desafío, una oportunidad de cambio y de nuevo comienzo".
"Necesitamos lograr consensos que fortalezcan los lazos de pertenencia solidaria a la comunidad -dice- y proponernos algunas acciones que generen esperanza en todos... Necesitamos recuperar nuestro espíritu de grandeza, fundado en los valores cristianos y en las reservas morales de nuestro pueblo."
Los obispos convocaron "a la magnanimidad a toda la dirigencia argentina". Y precisaron: "Es magnánimo aquel que está dispuesto a sacrificios y esfuerzos en pos de grandes causas".
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