Un recorrido casi real por la vida de San Martín
Termina la función y los actores se mezclan con el público para charlar informalmente. La gente se retira encantada, salvo por un chico de cinco años que llora desconsolado: "Me mintieron, no me dijeron que San Martín estaba vivo", murmura entre lágrimas.
Y a pesar de las sonrisas que despierta, nadie lo culpa. Es que entrar en "El sueño del héroe" -la obra de teatro sobre la vida del Libertador que desde hace una semana se representa en el Museo de la Casa de Gobierno- es casi como sumergirse en un túnel del tiempo.
Realizada con actores jóvenes muy profesionales del Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA), vestidos con trajes de los teatros Colón, Cervantes y San Martín -nada de sombreros de cartulina y charreteras de hojalata-, con música, voces en off y efectos especiales, la experiencia juega a mezclar historia y realidad de manera muy efectiva.
El paseo comienza con un descenso a la oscura y misteriosa Recova de la Aduana Vieja, que se encuentra junto a la Casa Rosada. Allí no existen las butacas, sino que el público es invitado a recorrer distintos ambientes donde se representan momentos clave de la vida del prócer.
"Fue un gran desafío, porque dado el enorme valor histórico del edificio, no podíamos tocar nada. Para la escenografía, por ejemplo, sólo pudimos usar los clavos que ya estaban en los muros", explicó Emilio Urdapilleta, a cargo de la puesta en escena y la dirección general.
Directo al espectador
El resultado son 13 escenas -como el nacimiento de San Martín en Yapeyú, su viaje a Europa, su casamiento con Remedios, sus principales batallas y su vejez en Francia- en las que el espectador se ve directamente involucrado.
Por ejemplo, para hacer el cruce de los Andes hay que subirse a un camino sinuoso con el paisaje cordillerano pintado a los costados. El personaje de O´Higgins, luchando con su herida abierta, luce impresionante. Y a pesar de estar representada por sólo tres actores, la escena de la batalla de San Lorenzo, en la que el soldado heroico Cabral da su vida y muere contento porque han derrotado al enemigo, tiene gran carga emocional.
Y bastante realismo: "Tenía miedo de que San Martín me pinchase con la espada", confesó Damián, de seis años, frente a una flamante gigantografía del prócer que los despide.
Pero el espectáculo no es sólo para los más chicos. "Cuando me acerqué a saludar, una señora mayor me dijo emocionada que debería haber más gente como yo en este país", recordó con simpatía Luis Garabano, que personifica al prócer.
La idea original fue de Ricardo Ruiz, con libro de Silvia Agostino, y las funciones -todas gratuitas- son los martes y jueves a las 15 y domingos y feriados a las 15.30 y a las 17. Los colegios también pueden pedir horarios especiales.
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