Bibliografía. Un relato sobre el pasado reciente
EL AÑO DEL DESIERTO Por Pedro Mairal-(Interzona)-273 páginas-($ 29)
Tras haber obtenido el Premio Clarín-Alfaguara en 1998 con su primera novela Una noche con Sabrina Love (luego llevada al cine por Alejandro Agresti), el escritor argentino Pedro Mairal extendió su producción hacia otros géneros: publicó el libro de relatos Hoy temprano (2001) y retornó a la poesía con Consumidor final (2003), género con el que había debutado en 1996. Ahora, en su segunda novela, El año del desierto, Mairal imagina una prolífica y fantasiosa variación de la crisis Argentina de 2001, en la que el "desierto" -voz con que el siglo XIX nombró a la pampa- va avanzando sobre la ciudad y va invirtiendo temporalmente el curso de la civilización. Original y lúcida en su juego con la historia tanto política como literaria del país, la novela se erige sobre una idea potente que se debilita, empero, pasada la mitad de sus páginas.
La narración está acotada a la primera persona de María Valdés Neylan, una joven secretaria nieta de irlandeses, que trabaja en la torre Garay, imaginario aunque posible edificio de oficinas del Bajo porteño. La Buenos Aires que ella habita y describe va develando, progresivamente, las marcas de la ficción: las marchas de protesta que suelen realizarse en la Plaza de Mayo son en este caso "contra la intemperie"; las torres de las financieras que gozan de "la altura de la economía global" carecen de sistema informático; la televisión ya no produce programas y se dedica a reciclar cintas de archivo, mientras hace caer en "coma catódico" a miles de televidentes adictos.
Estas marcas pronto arman sistema con el estado general de crisis y regresión histórica que padece el país de la novela: por causas no explícitas, la crisis toma la forma de un avance de la "intemperie" por el cordón urbano bonaerense y con ello no sólo se produce la "invasión" de la ciudad por parte de los habitantes que viven en las afueras, sino que la historia misma comienza una cuenta regresiva hacia etapas anteriores del pasado nacional. Espacialmente, el territorio argentino se ve arrasado por el vendaval de la pampa, mientras que, en términos temporales, el país vuelve a la dictadura militar, la hiperinflación, el peronismo hasta llegar a los años de la fiebre amarilla, el gobierno de Rosas y la conquista. En un claro diálogo con las lecturas que, desde Sarmiento hasta Martínez Estrada, han armado dicotómicas luchas entre la ciudad y el campo, la novela articula el estado de crisis con esa idea tan recurrente en ensayos como La cabeza de Goliat: "Debajo de la ciudad, -apunta María- siempre había estado latente el descampado".
Las referencias a la historia de la ciudad y sus interpretaciones se mezclan, asimismo, con inclusiones de personajes o pasajes memorables de la literatura argentina. Cuando las calles del Barrio Norte comienzan a ser invadidas por asentamientos y la policía coloca forzosamente en sus edificios a las personas sin hogar, aparecen los hermanos de "Casa tomada" (famoso relato de Cortázar), que ocupan ahora el departamento de la protagonista. El poema de Borges "Fundación mítica de Buenos Aires" es reescrito por una vecina de María y, ya avanzada la novela, cuando de la ciudad no quedan más que pastizales, aparecen los hermanos del relato "La intrusa", escrito también por Borges.
Sin embargo, este atractivo entramado, sólido narrativamente por cómo va construyendo las marcas de la disolución de la historia, termina cayendo preso de un afán de repetición, sin lograr trascender la instancia de "construcción de un marco" para la trama. Si bien al principio, la parodia de los miedos de la clase media y sus berretines asambleístas o la fina gradación de elementos anacrónicos dentro de la ciudad preparaban el clima propicio para el desarrollo de una buena historia, a medida que se avanza en la novela se asiste a una sumatoria de episodios previsibles y linealmente apegados a ese juego de inversiones del pasado nacional.
De estructura lineal y narrada por una voz que va perdiendo personalidad a medida que proliferan sus peripecias, esta novela extrae sus mayores logros de la revisión paródica y fantástica del pasado reciente; luego de ese brioso impulso inicial, el mismo autor padece el esfuerzo de gobernar y poblar literariamente el desierto.